7} Picnic

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Lunes, 30 de junio

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Lunes, 30 de junio

El lunes por la mañana Hinata fue la primera en llegar al trabajo, pero Kakashi. llegó inmediatamente después.

—Aquí traigo las nuevas cifras —dijo ella a modo de saludo.

Él cogió el montón de papeles y asintió con la cabeza. Hinata esperó de pie mientras él echaba una ojeada a los números.

—¿Cuándo crees que habrá negocio? —preguntó él mirándola fijamente.

Kakashi. era alto y delgado. Salía a navegar, jugaba al tenis y esquiaba a nivel profesional. Había ido a los mejores centros educativos, sus padres eran diplomáticos y sus modales los de un clásico gentleman. 

Pero también era uno de los hombres más fríos e impersonales que Hinata había conocido. Tenía tres secretarias que se encargaban de informarle de todo, desde el aeropuerto al que tenía que ir hasta el bar en el que había acabado de madrugada.

—El director danés va a venir a Japón —respondió ella en el mismo tono impersonal—. Creo que deberíamos intentar verlo juntos. Necesita hablar.

Una gran parte del trabajo de Hinata consistía en apaciguar los ánimos, encargarse de los directores nerviosos, escuchar y apoyar. Dar consejos y cerrar negocios. Esas cosas no le preocupaban.

—Sí, y acudirá a la fiesta que daremos en Yoronjima. Allí nos ocuparemos de él —dijo Kakashi. —. Te necesito en ese lugar —añadió él—. Le caes bien.

—Por supuesto, le diré a mi asistente que se encargue de los billetes —dijo, y pensó que si iba a Yoronjima no habría modo de evitar a su familia.

Yoronjima era el punto de encuentro y recreo en las vacaciones de verano de los ricos, los famosos y los glamurosos. Yoronjima era el motivo de que por esas fechas la capital se vaciara de coches de lujo, financieros y esposas de la clase alta. 

Los padres de Hinata estaban allí, tomando el sol y participando en una interminable sucesión de cócteles y fiestas de todo tipo en los que abundaba el champán.

Kiba también estaría allí, por supuesto. Mierda.

Hinata vaciló. Lo que le preocupaba era otra cosa.

—¿No te parece que esta fusión va demasiado deprisa? —preguntó con cautela.

Realizar un negocio de esa magnitud podía llevar un año; sin embargo, después de tan solo unos meses, la gente de Tenseigan ya hablaba de firmar el contrato en otoño. Hinata sabía lo ansioso que estaba su padre por hacer la compra, pero ella pensaba que se precipitaba. El prestigio que iba a aportarle la creación de un gran banco asiático no le dejaba ver las cosas claras.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé, en realidad es solo una sensación.

—Cuando tenga tiempo revisaré todo el acuerdo, pero es normal que empieces a preocuparte en esta fase; por eso somos dos. Déjamelo a mí.

Una Noche MásWhere stories live. Discover now