8} Química

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Naruto se negaba a arrepentirse

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Naruto se negaba a arrepentirse. Se lo había advertido cuando le dijo quién y qué era. Ella simplemente le preguntó si quería subir y él contestó que sí, y no pensaba cambiar de opinión.

Mientras el anticuado ascensor que crujía sin cesar los llevaba a la planta superior ellos se miraban inmóviles, expectantes. Ninguno de los dos dijo nada. Naruto percibió que el pecho de Hinata se movía bajo el suéter grueso. Estaba muy seria. 

El ascensor se detuvo y él le sujetó la puerta al salir. Ella sacó la llave del bolso y abrió la puerta del piso. Luego se apartó a un lado y abrió la boca como para decir algo, pero Naruto la atrajo hacia él, le cogió con suavidad el rostro con ambas manos y la besó. 

Había estado todo el tiempo luchando consigo mismo. No mintió al decirle que no lo tenía planeado. Era un día laborable y sabía que ella trabajaba mucho y que se tomaba en serio el trabajo. Él tenía que levantarse temprano al día siguiente. No le mintió.

¿O tal vez sí?

Era una idea descabellada. Lo que tenía que hacer era poner fin a la relación en vez de avanzar en ella. Pero ya había perdido la lucha interna. Tal vez ni siquiera había luchado lo suficiente. Tal vez lo único que quería era acompañar a su casa a la engreída Hinata De Ōtsutsuki y hacerle el amor.

Una noche. Solo esta noche. ¿Qué importancia podía tener?

Volvió a besarla intensamente, hasta dejarla sin aliento. Luego deslizó una mano alrededor de su cuello y con la otra cerró la puerta y ambos permanecieron de pie en la penumbra de la entrada, él con una mano todavía en su nuca y ella con la espalda y las palmas de las manos apretadas contra la pared, como si no estuviera segura de lo que quería. Parecía una pálida sombra en medio de la oscuridad.

—Suéltate el pelo —dijo él con voz ronca.

Hinata se quitó las gomas y las horquillas que a duras penas habían logrado mantener su peinado a pesar de las ráfagas de viento. Fue dejando caer las horquillas una tras otra y él oyó el débil tintineo al chocar contra el suelo de piedra. El pelo se derramó sobre su espalda y ella lo sacudió. Naruto la miró con detenimiento.

—Quítate las perlas —ordenó sin apartar los ojos.

Ella obedeció en silencio, se desabrochó el collar, se quitó los pendientes y los dejó sobre el mueble de la entrada. Él miró su cuello, esbelto y pálido.

—Bien —dijo.

Le puso una mano en la cadera. Hinata temblaba y respiraba con dificultad. Él podría correrse con solo oír su respiración agitada, pero quería entrar en ella, dominar ese cuerpo poderoso y procurarle mucho más que unos simples jadeos ahogados. La atrajo hacia él.

—Hace tanto tiempo para mí, Naruto, no sé... —dijo ella al percibir la presión de su pecho.

Siguió estrechándola hasta que las caderas de los dos se encontraron. Ella se apretó contra él y notó su erección.

Una Noche MásWhere stories live. Discover now