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Un hombre sumamente imponente salía de su auto, dispuesto a entrar a un edificio de gran elegancia, a la vista de todos.

Cuando atravesó esa puerta, observó tanto a hombres como a mujeres de aquí para allá, trabajando como siempre lo hacían.

—Buenas tardes, señor Kuroro —se dirigió una mujer, inclinando levemente su cabeza como muestra de respeto hacia el imponente hombre.

—Buen día, Aita —saludó Kuroro, acercándose a la mujer—. Me dijeron que me necesitaban, ¿paso algo?

La mujer asintió—El señor Feitan lo espera en su oficina, señor Kuroro. Dice que necesita decirle algo, por eso mi llamada.

Kuroro solo observó a la mujer y asintió—Entiendo, entonces me dirigiré hacia allí.

La mujer también asintió, y Kuroro comenzó a caminar hacia el ascensor. Entró rápidamente y presionó el botón hacia el piso de arriba. Cuando el ascensor se detuvo, las puertas se abrieron y se dispuso a caminar. En su trayecto, se encontró con una mujer rubia que lo saludó.

—Buenas tardes, señor Kuroro. No pensé que lo vería aquí esta tarde.

Kuroro solo sonrió gentilmente y respondió—Bueno, cuando el deber llama, no puedo oponerme. Después de todo, soy el jefe de esta empresa. Si me disculpas, debo proseguir hacia mi oficina. —Se despidió cortésmente.

Pero la mujer lo agarró de la manga de su traje y él solo suspiró.

—¿Por qué me ignora así? Cuando me necesita, ya no me ignora tanto —aquella mujer hizo un puchero que, a simple vista de Kuroro, le parecía realmente repugnante. Ni él mismo sabía por qué a veces la buscaba.

—Oh, entonces discúlpame. No te buscaré más. —Sin más, Kuroro se soltó del agarre de aquella mujer y la dejó atrás, continuando su camino.

Él solo negaba en su interior.

"Las personas suelen ser tan insistentes"

pensó, hasta que finalmente llegó a su oficina. Abrió la gran puerta y vio a su gran amigo Feitan, quien estaba dormido en uno de los muebles de la oficina.

Kuroro sonrió y desabotonó uno de los botones de su elegante traje, acercándose a su amigo.

—Hey, Feitan... —movió Kuroro a su amigo, que parecía estar como una piedra. Kuroro rodó los ojos— ¡Feitan!

Pudo ver cómo su amigo se sobresaltó.

Kuroro soltó rápidamente una risita y se alejó.

—Me llamaron para eso —lo señaló—, para que yo te vea dormir. Kuroro solo negó, y vio a su amigo mirarlo con cara de pocos amigos. —No me mires así —hizo una mueca hacia su amigo—. Debiste esperar más.

—¿Acaso en tu casita no te enseñaron a no señalar a las personas y a no hacerles muecas? —Feitan habló—. Que se te caiga el dedo y la cara.

Kuroro rió—Sí, como digas. ¿Qué sucedió? —preguntó, realmente intrigado.

Feitan rodó los ojos, pero aunque no lo creyera, le tenía demasiado respeto a aquel hombre parado frente a él. Lo que había dicho antes solo eran bromas entre ellos. Se dispuso a pararse

—Disculpe, Jefe —agachó la cabeza con respeto hacia Kuroro.

—No te preocupes, Feitan. —Kuroro le hizo una seña para que levantara la cabeza y le dijera cuál era la razón por la que había sido llamado.

—Bien, Jefe. El señor Kugisaki lo invitó a una de sus pasarelas y, sobre todo, a un evento muy importante. Aquí está la invitación. —Kuroro observó el sobre.

—No esperaba que me invitara a tal evento. —Dijo, cogiendo el sobre de la mano de Feitan.

—Tampoco lo esperaba, Jefe. —Respondió Feitan alzando los hombros.

Kuroro, con la invitación en su mano, se la pensó un poco. —Iré.

Al otro día en la mañana, Hell estaba acostada en su cama pensando en muchas cosas

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Al otro día en la mañana, Hell estaba acostada en su cama pensando en muchas cosas.

Hasta que el brillo de su celular la sacó de aquellos pensamientos, y miró la pantalla. Era una llamada de un número desconocido.

Ella solo miró al celular confundida por aquel número, que contestó.

—¿Sí?

—Hola, Hell, soy Kufa. —Los ojos de Hell se abrieron como plato. Recordó quién era y contestó rápidamente.

—¡Hey, señor Kufa! Hace tanto que no escuchaba su voz. —Dijo Hell—¿Sucedió algo?

Del otro lado de la llamada, el hombre comenzó a hablar, y Hell asentía a todo lo que decía. Luego, con una voz intrigante, preguntó:

—¿Entonces?... ¿Quieres cerrar con broche de oro mi gran evento?

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