•- C Í N C O

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En una habitación inmensamente grande, se despertaba una peliblanca, quien se comenzó a tallar los ojos.

— Ah...¿Dónde estoy?— Hell comenzó a mirar a su alrededor, hasta que su vista se poso, en una enorme espalda desnuda.

La cara de aquella comenzó a calentarse, y podía sentir como sus orejas comenzaban a ponerse rojas y calientes.
Hell, se levantó de inmediato, empezó a revisarse y se vio a si misma portando una ropa diferente a la que tenía.

—¡No, no, no! — comenzó  a dar vueltas por toda la habitación.

Hasta que vio que aquel cuerpo en la cama empezo a moverse, hasta que le vio la cara...

Mierda!"

Grito en su mente.

—Tengo que irme...—Hell, se dio media vuelta, pero una voz la interrumpió.

—Al menos esperé a que me despierte, Señorita Hell.—La peliblanca maldijo para si misma y se quedo estatica en su lugar.

Se podia observar como el hombre estiraba su cuerpo, y giro su rostro para ver a la chica, quién estaba estática en el mismo lugar.

Rio.

Y Hell, escuchó aquella risa, y se dio la vuelta. Suspiro.

—Disculpe...solo me quería ir.

Chrollo, negó sonriendo.

—Esta bien, no se preocupe.—El hombre al mirarla mejor, se dio cuenta que Hell, estaba Roja.—¿Se  siente bien?

Chrollo, de acercó, y puso la Palma de su mano en la frente de la peliblanca.

Hell, se asusto, y brinco en su lugar, y su mirada recorrió el cuerpo del pelinegro, quien no portaba una camiseta, hasta que llegó a la cara de aquel.

—Y-yo, estoy bien.—ella dio un paso hacia atras.

—Es que la vi roja, es por eso que- 
  —Dijo, chrollo, quien queria acercarse otra vez a Hell, pero aquella, solo lo interrumpió.

—¡Estoy bien! —Grito, pero al mirarlo una vez más, suavizo su voz.—En serio...

Chrollo, solo asintió.—Bien, si usted lo dice.

El pelinegro, solo se dio la vuelta, pero hell lo llamo.

—¿D-donde va?

—Ire a Alistarme, para poder dejarla en su casa.

—No me explicará ¿que paso ayer?

—sólo le diré, que no paso nada de lo que usted piensa. ¿La cambié? Sí, pero de allí mas adelante, no paso más allá de su imaginación. No vi nada, que debería ver.—Chrollo, la vio de reojo, y dijo:
—¿Satisfecha?

Asintió.

—Bien, espereme entonces.

Y así, Chrollo se alejo, y aquella peliblanca se quedo sola.

                   ●●●

— Gracias.

El auto de Chrollo, se parqueo en la casa de Hell.

—Disculpeme si pense cosas que no debería haber pensando, estaba en un lugar desconocido, y me sentí paranoica.—la peliblanca, giro su rostro para ver a Chrollo, quien ya la estaba viendo.

Y ella solo se sonrojo.

—Lo entiendo, la hubiera traído hacía su casa, como ahora, pero, no sabia donde quedaba, ahora lo sé, porque usted me ha dirigido hasta aquí.—Sonrió calidamente, Chrollo, hacia Hell.

Y ella solo asintió, avergonzada.

— Bien, una vez más gracias. De seguro mi Nana, ha de estar muy preocupada.

Cuando hell vio que el solo asentía, acerco su mano hacía la manija, para abrir la puerta del auto, hasta que sintió algo pesado en su hombro, y ella miro de reojo, era Chrollo...

—¿Pasa algo?

El pelinegro suspiro.

—Al haberla llevado hasta mi casa, y verla allí dormida tan calidamente en mi cama, como si no hubiera tomado mas de 10 copas de champagne. —sonrió —Y al habernos reencontrado tres veces, ha hecho que mi corazón lata, y no he podido dejar de pensar en usted, es por eso que, quiero que me permita conocerla.

Hell estaba sorprendida, es verdad que se puso a pensar en muchas ocasiones en el, pero ella pensaba que nunca más se volverían a reencontrar.

—He leído que, cuando el destinó hace reecontrar otra vez a las personas es por algo. Y es por eso que, yo le digo que sí, me encantaría.

Ambos se miraron a los ojos, y chrollo una vez más pensó que aquellos ojos color esmeraldas, que tenía Hell, eran Las Siete maravillas del Mundo.

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