BATHROOM STALL

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¿Quién dijo que Las Vegas era la ciudad del sexo y las drogas? Definitivamente, fuera quien fuera, se equivocaba

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¿Quién dijo que Las Vegas era la ciudad del sexo y las drogas? Definitivamente, fuera quien fuera, se equivocaba. Cualquier sitio con varios bachilleratos¹ eran la ciudad del sexo y las drogas.

Cada bachillerato del lugar tenía la metanfetamina resbalando por sus taquillas. La cocaina recorriendo el aire de los baños. El sexo en cada cuarto de conserje. Y, en fin, el alcohol inundaba los pasillos del lugar. Porque cualquier bachiller con prepubertos era el alma del vicio y el fornicio.

Al menos una persona allí había tenido que probar algo de aquello. Aunque había excepciones, por muy pocas que fueran.

Todos eran viciosos de alguna manera. Algunos no terminaban su día sin un buen polvo con cualquiera. Otros no respiraban bien sin haberse liado su porro diario. Algunos no eran persona sin su botellita de whisky cada recreo. Y algunos sin haberse metido una buena ralla de cocaina por su nariz en pleno baño.

Pero, como dije, las excepciones se dan, siempre se dan. Aquellos vírgenes que no habían metido nada malo a su sistema. Que no habían tenido ni un misero cigarrillo en su boca ni una gota de veneno en sus venas. Los raritos santitos de la secundaria.

E incluso algunos terminan deseando haber sido como ellos. Sin drogas, sin sexo oportuno, sin vicios. Sin nada que los dañara. Pero es imposible revertir sus efectos, lo hecho, hecho está.

-¡Paula, pásame la hierba!- se escuchó en aquel baño del piso de abajo que se encontraba con tres jóvenes metidos en él, justo en el cubículo más grande.

-Tú dilo más alto, que no te han escuchado en la otra punta del edificio.- su mirada sobre el chico era cansada, incluso irritada. Definitivamente las clases la tenían harta, y eso sumado a la escandalosa voz de su amigo no ayudaba.

El más alto rodó los ojos y soltó una suave risa que pudo llenar el silencioso lugar.

-Lo dices como si fueran a hacer algo. Ya están cansados de nosotros.- soltó con una sonrisa altanera. Y es que, era verdad. Llegaba un punto en el que los profesores ya no hacían nada, no había caso porque sabían que jamás pararían. Y además, no era de su incumbencia si todos allí lo hacían.

Paula agarró un poco del rasposo verde y se lo pasó al chico, quien lo olió un poco por encima y comenzó a molerlo con su grinder² que tenía de diseño, como no, una hojita de marihuana. Que discreto.

El chico de gafas de sol miró a ambos y puso una mueca de disgusto. Nunca había probado la marihuana y no tenía planeado hacerlo. Si le asqueaba el olor, imagínate el hecho de tenerlo en su sistema y sentirlo con su lengua. Eugh.

Pero no era un santito. El alcohol corría por su sistema de vez en cuando y eso era suficiente. Tal vez en alguna fiesta, o cuando el imbécil de Aaron llevaba alguna botella sin venir a cuento. Entonces, sí, era un vicioso. Como el resto.

-Deja de echar eso para acá, puta.- dijo el de gafas a la chica que estaba soltando el humo hacia su cara, haciéndolo toser y arrugar su nariz a causa del fuerte olor.

╰─► THE HILLS [Papufresco]࿐ Where stories live. Discover now