9: Tu suegra te bendecirá

205 42 0
                                    

Severin

¿Qué se supone que está pasando?

Visualizo no solo al personal de limpieza sino también a trabajadores de construcción. La casa está en una remodelación repentina. Hay mucho movimiento y, aun así, se ve espectacular. Las refacciones son hermosas, hasta podría decir que se vislumbran perfectas.

―¿Qué hace toda esta gente aquí? ―Me titila un ojo.

―No lo sé ―responde mi madre, por el momento sobria―. Dijeron que venían a arreglar todo y aproveché que se equivocaron de dirección, entonces los dejé entrar.

No sé qué es peor, tenerla sobria o ebria.

―¡¡Nos van a demandar!! ―me quejo―. ¡¡Y no tenemos para pagarlo!!

―Shh, niña, no seas tonta, habla más bajo.

Puedo oír su tono de desprecio, todavía me odia porque papá dejó lo que le quedaba, al fondo de mis estudios.

―Está pago. ―Oigo detrás y me agarra un escalofrío.

Rápido me giro a ver al culpable en la puerta de entrada de la casa.

―¡¡Renart!! ―chillo.

―O sea que lo pagó un amigo tuyo. ―Mamá se fuma su habano―. Al fin sirves para algo.

―Corrección, su prometido ―responde mi falso novio.

―¡¡No digas mentiras!! ―me quejo.

Mi madre enarca una ceja y decide hacer un monólogo absurdo:

―Hay alguien en este mundo, que se orilló al infierno, a pesar de que tu apellido nefasto, sea una cruz condenatoria. Me sorprende la calidad con la que atrapaste a esta pobre alma. Aun así, al fin haces algo bien.

―Mamá, deja de actuar como si estuvieras en un teatro ―le recrimino―. No necesito que me critiques en tu raro dialecto.

―¿Traducción? ―pide Renart.

―Que te abrí las piernas para que arreglaras mi casa.

―Eso hubiera sido genial, pero no ocurrió así. ―Carraspea su garganta antes de continuar―. Madame, me he enamorado por completo de su hija, así que necesito su bendición. Por favor, concédame el honor de su escucha.

―¡¿En serio?! ―me quejo―. ¡¿Vas a hablarle en su idioma?!

―Oh, cielos, querido yerno ―responde mi madre, emocionada―. Te cedo mi bendición, eres un encanto.

―Lo sé. ―Él me mira a mí―. Todo el mundo me ama.

―Lo noté ―digo con refunfuño.

Mi madre se va contenta a embriagarse a su sala de bebidas, entonces me quedo a solas con Renart. Aunque en realidad puede oírse a la gente trabajando, mientras mi falso novio me observa sonriente.

―¿Y tu hermano? ―consulta.

―Debe estar durmiendo.

―Ya veo. ―Hace una pausa, luego me recuerda―. Hoy vienes a dormir a los dormitorios.

―Sí, no lo he olvidado ―respondo de mala gana―. No entiendo por qué haces esto, ¿qué ganas?

―¿Los arreglos? No mucho. Aunque tú sí ganas bastante, no necesitarás preocuparte nunca más por todo esto.

Trago saliva.

―No te lo he pedido, y llevado el caso, ¿cuánto dura este falso cuento de hadas? Espero que no me cobres por todo lo que gastaste.

Se ríe.

―Son regalos, esos no se pagan. ―Chasquea los dedos―. Bueno, sí, en realidad, me los cobro con tu cooperación, la cual debo decir que no es muy buena.

Gruño, pero lo ignoro, aun así, qué molestia, me evitó la pregunta. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tu secreto te condenará #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora