CAPITULO 62

190 9 8
                                    



Dimitri se ha ido a una importante reunión luego de nuestra ronda de sexo, insistí en acompañarlo pero mi cansancio por el embarazo puede más conmigo que no quería levantarme de la casa, me levanto cuando escucho el teléfono de la suite soñar pero la puerta también suena al mismo tiempo, voy a la puerta primero, me coloco el pijama, veo por el ojo mágico primero y al ver un arma apuntar el hoyo por donde veo, mis alarmas se encienden.

Maldita mala suerte de Sokolov...

Busco mi arma, la puerta es de seguridad pero no resistirá mucho, mi respiración se irregular cuando no encuentro salida alguno, voy al balcón escondiéndome ahí, no tardo mucho en escuchar la puerta venirse a abajo.

—¡Irina querida!—rie—. No juéguenos al gato y al ratón, estas muy gorda como para correr.

Menudo imbecil.

—¡No estoy gorda! ¡Estoy embaraza pendejo!—grito haciéndolo saber de mi escondite, salgo de este asomando mi cuerpo a la suite, disparó a la silueta de Luka quien no duda en responder con otro disparo.

—No tienes escapatoria Irina—advierte—. Tengo a mis hombres por todas las salidas, la única que tienes estoy justo frente a ella y dudo que me mates antes de que yo lo haga contigo, como también dudes que saltes por el balcón que es tu única salida, así que... ¡sal jodida perra!

—¡Ven por mi si tanto me quieres, idiota!

Una ráfaga de disparos se escuchan desde afuera y sé que Kirill ha llegado.

—¡Sal Irina!

—¡No!

Disparó desde mi lugar pero me quedo sin balas y este se ríe, en dos pas llega donde mi tomándome de mis muñecas, ejerce tanta presión que duele. Pataleo y grito pero este intenta sacarme de la habitación.

—¡No!

—Si no colaboras y caminas me veré obligado a matar a tus mellizos—trago—. Sal.

—Atrévete.

—No me retes, perderás querida.

Quiero protestar pero lo único que siento es cuando la aguja de una jeringa entra en mi cuello, grito pero lo que me ha inyectado hace efecto tan rápido que me desmayo.

Camino, camino sin detenerme, no hay nada a mi alrededor, todo el blanco con nosotros naranjas, miro mis pies pero camino en una nube blanca la cual no me deja ver nada más allá de lo que observo a siempre vista.

¿Donde estoy?

Oigo risas y voces, camino hasta donde proviene el sonido. Un niño se aparece en mi campo visual.

Es él...

Mi ángel...

—Cariño...—digo susurrando, está más grande desde la última vez que lo vi, es tan hermoso y regordete que podría comérmelo a besos, mis ojos se empañan por las lagrimas.

—Mami...

Corre hasta donde mi abrazándome tan fuerte que quisiera quedarme aquí para siempre, sollozó, me mira y sonríe quitando una lagrima solitaria cuando me coloco a su altura.

—Estás tan hermoso—sonrió entre lagrimas—. Te pareces tanto a tu padre.

—¡Papá!—su cara es de desespero total—. Papá... debes regresar con papá.

—Yo me quiero quedar contigo... estoy cansada—digo llorando—. Yo no quiero sufrir más ángel, ya no puedo más.

—Él te necesita.

Amor color carmesí Where stories live. Discover now