𓄧 limón y café.

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Un día había transcurrido en el que los doce chicos no cesaron su caminata, con la única excepción de detenerse para comer y dormir.

Ahora mismo Virgo se encontraba sumergido dentro de una gran familiaridad caminando entre Libra y Escorpio, quienes no parecían dispuestos a cesar de molestarse mutuamente en algo que solo ellos comprendían. Sin embargo le permitieron formar parte de aquella burbuja mediante desarrollaban el recorrido.

—Nunca te había visto tan animado antes —se atrevió a comentarle el de ojos miel a Escorpio.

—¿Ah, no? —dijo éste algo irónico. —Eso es porque no me has visto lo suficiente.

Virgo carcajeó ante el sutil aunque descarado comentario proferido por Escorpio, quién lo observaba con atención conforme iban caminando.

—¡Buuuh! —interrumpió la balanza. —Virgo, no caigas en su trampa. Sólo quiere divertirse.

Tras escucharlo Escorpio aprovechó el descuido de la balanza para patearlo a la altura de sus rodillas. El pecoso soltó un quejido molesto en respuesta.

—¿Lo ves? Es un violento —añadió Libra.

—Lo tendré presente —dijo Virgo asintiendo al compás de una sonrisa.

Observaba sin cesar el paisaje a su alrededor, siempre alerta de sonidos artificiales que pudieran profetizar alguna amenaza, o el hallazgo de nuevos artefactos extraños a lo largo del territorio que recorrían.

—¡Eh, miren eso! —dijo Virgo llamando la atención del dúo que lo acompañaba.

El chico señalaba a lo lejos una construcción grande, el techo conformaba una cúpula roja y la entrada se decoraba con una inmensa puerta de madera impenetrable. O al menos éso era lo que podían ver a la distancia. No tardaron en informar al resto del grupo.

Apuraron la marcha, varios como Sagitario y Géminis corrieron hacia la dirección señalada. La expectativa era irremediablemente incontenible en aquel momento. No estaban del todo mal, pero el encontrar un nuevo refugio se les presentaba como una oportunidad demasiado gratificante.

Conforme se acercaban la cabaña tomaba dimensiones más tangibles, reales e inmensas. Parecía un lugar agradable por fuera, Virgo no dudó que también lo sería por dentro.

Una sonrisa se escapó hacia su rostro observando con una satisfacción única como habían dado con una de las cabañas prometidas. Uno de los muchos objetivos durante aquella prueba se daba por saldado.

De repente un alarido distante, sangre, sorpresa y disgusto. ¿Es que no podían tener un minuto de paz sin ser atacados? Se preguntó Virgo de manera retórica. Aquello solo sirvió para confirmarle que la prueba en la que los habían metido era mucho más macabra que todas las demás. Le afirmaba que, en efecto, eran personas, y que las personas pueden morir.

Cuando se dignó a observar la causa de los alaridos generales su piel se tensó y sintió un dolor de cabeza intolerable. No reconocía a los agresores; caras pintadas y brutales, lanzas, gesticulaciones iracundas. Lo peor fue ver en el suelo a Capricornio herido. Una de las lanzas había atravesando por completo su tibia izquierda.

Virgo reaccionó casi al instante, quiso avanzar hacia la cabra para ayudarlo. Amagó a correr hacia su lado con aquello en mente cuando Escorpio a su lado se lo detuvo colocando su brazo frente a su cuerpo.

—Quédate quieto —ordenó en un susurro estático, alerta.

—Pero se está desangrando. ¡Se está desangrando! —Virgo no pudo evitar repetirse, haciendo fuerza para avanzar.

𓄧 Serendipia |  Zodiaco BL. Where stories live. Discover now