𝟭𝟬﹕nada que ver.

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beomgyu bosteza. cómo le gusta trabajar en el farmatodo y tener que quedarse aplastado en ese piazo 'e nevera por casi doce horas haciendo un coño después de las seis y media... sí, claro. lleva como dos horas mirando el reloj de la computadora como un gafo esperando que un milagro le pase y ese siete y cuarto se convierta en un cuarto para las diez mágicamente.

— ¿qué hora es? — el mayor lo distrae cuando llega del almacén comiéndose un flaquito de lo más tranqui. lo único bueno de trabajar en el farmatodo marginal que era ese es que podían chorearse lo que quisieran... también porque era soobin el encargado de la administración y ajá. eran burde traqueleros este par.

— siete y cuarto, soobin. me lo acabas de preguntar. — se sienta en la caja vacía a su lado, lloriqueando como un carajito y se queja sobre las risitas del castaño. — ¿tú no tenías que salir y que temprano hoy?

chasquea la lengua viendo algo en la pantalla de la computadora, seguro jugando cartas.

— nah. la chama con la que iba a salir me canceló...— beomgyu le habría chalequeado al respecto (algo como; veee, te batearon, no me la calo o yo pensaba que huening kai era tipo. muy beomgyu de su parte) si soobin no se viera tan ponchado. no vale, le da cosita. él tampoco es tan rata.

— qué va, chico. nosotros como que ya no tenemos esperanzas con las mujeres. — imitando las acciones del pelirrojo, abre el juego de cartas y se pone a jugar solitario. irónicamente.

— ¿por eso te metiste a perrocalentero? — le mira con el ceño fruncido, más todo lo que recibe de él es una sonrisa toda rara y sabe que soobin va a comenzar a preguntar vainas.

— ¿qué es? ¿de qué hablas? — se acomoda en su silla, y murmura bajito para que el contrario no le escuche desde donde está. — perrocalentero he sido siempre...

— sí, de qué hablo. — deja la computadora y se levanta de la silla de un salto. cuando beomgyu se da cuenta, él ya está apoyado de la barra junto a sí. — del chamo del quinto piso, obviamente.

— ¿qué pasa con el chamo del quinto piso? — apenas puede terminar de hablar cuando siente como el contrario le mete tremendo sape que casi le hace pegar la jeta contra el teclado. soobin tiene esa mano pesada. — ¡¿qué te pasa, vale?! ¡¿te pica ese guevo?!

— hazte el loco. — se arregla el cabello y ahora el juego que está a punto de perder se vuelve secundario para él.

— ¿qué pasa, vale? no sé de qué vaina hablas tú, chico. no me agredas. — se queja antes de darle vuelta a la silla giratoria para quedar de frente al mayor. baja la guardia. — agresivo.

— ¿te gusta? — y a ese carajo casi que no le da algo ahí. beomgyu apenas estaba recuperándose del coñazo que le metió soobin cuando le mete ese segundo coñazo, teóricamente hablando. ni siquiera le dejó respirar al pobre.

— ¿quién? — levanta la mano como si le fuera a dar otra vez y todo lo que el castaño hace es agarrarle el brazo, se ríe pero es porque está cagado. — ya, en serio.

— respóndeme. — insiste; beomgyu nada más se encoge en la silla y baja la mirada a sus manos.

— no, chico. ¿qué me va a estar gustando a mí ese tipo? — miente. ¿pero qué más le queda? si beomgyu es de un enrollado que ni siquiera él mismo sabe si sí le gusta yeonjun o es pura coba.

— sí, así sí es bueno.

— ¿qué quieres que te diga, pues? — se encoge de hombros hecho el loco, incapaz de levantar la mirada al contrario.

— te conozco, valenciano. y sé cómo te pones de aguevoniado cada vez que te gusta alguien. — no dice nada porque sabe que es verdad. — fuera juego, sabes que puedes decirme si te gusta.

por un momento, todo lo que se puede escuchar en esa vaina es el motor del aire acondicionado y beomgyu cree que también los latidos de su corazón. le tiemblan las manos. aunque quiere, de pana no sabe con qué salirle a soobin. beomgyu alejandro no es el tipo de chamo que anda por ahí contándole a quien le pase sobre sus sentimientos, más bien, era cerradísimo con eso.

— no sé, chico...— finalmente, farfulla entre dientes y es como si esas simples palabras le hubieran dado rienda suelta a la lengua. se pasa las manos por la cara mientras se queja en voz alta. — no sé...

suspira, soobin no dice nada porque sabe que el castaño va a comenzar a soltar la sopa y hablarle hasta de cuántas veces al día piensa en el pelinegro. y obvio quiere saber eso. soobin no es metío, él sólo se preocupa por el perico de sentimientos que a veces puede ser choi beomgyu.

— marico, si te dijera. — suspira todavía con la cara embutida en las manos. tiene el pelo todo despeinado como el propio enfermito y soobin apenas puede escucharlo cuando murmura:— es demasiado lindo.

— ¿sí? — asiente, ni enterado de la sonrisa dulce que se dibuja en el rostro del mayor.

— siempre que va a ver la novela en mi casa me lleva algo que sabe que me gusta, marico, siempre. ese no va a llegar con algo que él no esté seguro yo me vaya a comer... y siempre me pregunta que cómo me va en el trabajo y se preocupa por el cupo de la universidad y si tengo para comer... me pregunta por mis papás, me lleva a comer... ¡y es de un lindo, soobin! — otra vez, se queja. suspira. parece ir perdiendo todas las fuerzas a medida que habla. — es que, ¿por qué tiene que ser tan bello, mano?

— ¿entonces? — cuando su voz corta con el silencio seguido a sus palabras, beomgyu finalmente levanta la mirada.

— ¿entonces qué?

— ¿te gusta? — no contesta. tiene que darle tiempo para que el sistema cargue.

¿le gusta? beomgyu se pregunta lo mismo todas las noches apenas yeonjun deja su departamento casi hora después que la novela termine, ¿a él de pana le gusta yeonjun daniel? bueno, sí. o sea... le gusta que lo trate bien y que se preocupe por sus cosas, pero esas son actitudes que cualquiera puede tener y no le para. que le guste eso no significa que le guste yeonjun como tal.

por otro lado... a beomgyu le encanta el sonido de su risa cuando se carcajea por cualquier mariquera que le diga, le gusta el aroma de su colonia y cómo queda impregnada en los almohadoncitos de su mueble siempre que se va, le gusta el color de sus ojitos, le gusta la forma toda cuchi en la que come, le gusta como voltea los ojos como respuesta cuando dice algo gafo. pero bueno...

— no, vale. nada que ver.

porque el hecho de que esté más agafiado con cada uno de los aspectos de yeonjun daniel no significa que le guste. nada que ver.

𝗾𝘂𝗶𝗻𝘁𝗼 𝗽𝗶𝘀𝗼. yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora