Capítulo 23: La jaula

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Lo mínimo que esperaba de aquella noche era que fuera tranquila. Sentarse y observar cualquier cosa sin comentar nada usualmente ayuda a aligerar un día ajetreado, sobre todo cuando no quieres hacer nada tan complicado. Volverte un solitario espectador del entorno era de las cosas que más le relajaban, un gusto personal que no muchos compartían pero le gustaba.

Eso era lo que esperaba aquella mujer, simplemente quedarse allí a esperar que todo acabase sin sorpresas de por medio, pero parecía ser que la suerte no estaba con ella esa noche. Frente a su silencio y rostro inexpresivo, su alrededor se encargó de hacerle acordar de que estaba acompañada.

Todos los presentes estaban aprovechando en dialogar entre conocidos, ya sea queriendo hablar o no del evento que observaban; algunos pedían encargos y otros simplemente hacían una apuesta amistosa sobre quién ganaría la pelea. El ruido era el mínimo, ya que no se podía comparar un cotilleo en una habitación con el bullicio exagerado que estaba afuera de aquel ventanal, pero si eras una persona que apreciaba el silencio pues podía llegar a ser incómodo.

Aun así, era fácil soportar tantos murmullos o comentarios de alrededor, pero había algo que realmente le causaba molestia en aquella noche, un algo que por desgracia estaba sentado cerca suyo.

– ¡Wow! ¿Has visto como lo ha dejado? No había visto tanta mala suerte en un luchador desde que conocí a mis jefes. Jajaja. – decía Dust Marco, quien daba unos aplausos mientras se reía.

Aquel individuo de ropa formal parecía que estaba disfrutando gozosamente de aquel espectáculo, tal vez más de lo que a ella le gustaría. Casi parecía ser parte de aquel estridente público sentado en las gradas, los cuales miraban cada pelea con un entusiasmo desmedido.

Así estaba siendo la noche para aquella inexpresiva mujer pelirroja, mirar los combates, escuchar por momentos comentarios de la gente y ser molestada por los comentarios bulliciosos de aquel fanático.

– Vaya, esa primera parte estuvo espléndida. Ojalá que la segunda sea igual o mejor. – dijo aquel individuo de cabello corto, acostándose sobre su asiento. – En serio me saqué la lotería con esto del tour, nada podría mejorar esta noche.

Dicho esto, Marco miró furtivamente a la mujer a su izquierda. Después de la presentación que había hecho hace horas, no le había visto reaccionar a nada de lo que habían contemplado esa noche, ni la estrategia más elaborada o el golpe más potente, aquella mujer seguía con ese semblante serio y sin expresión. Después de pensar un poco sobre aquella actitud tan impasible y descartar a los demás presentes, él supuso haber adivinado cuál era la identidad de esa misteriosa mujer, o mejor dicho de quien era representante.

– ¿Sabes? Desde joven era fan de las luchas, siempre cuando tenía la oportunidad me colaba para verlas. Era tan escurridizo que pensaban que me volvía polvo cuando me perseguían, de allí mi apodo. – habló ahora dirigiéndose a aquella mujer. – Algo que tienen las peleas clandestinas que no tienen las otras es que puedes ver a gente confiarse demasiado en sus habilidades para después ser apaleado por la cruda verdad, de que realmente no son tan buenos como aparentan. Esa forma de aplastar el ego de la gente siempre me resultó encantadora... pero hay otra cosa que me gusta casi tanto como ver una buena pelea y son las apuestas.

Aquel sujeto se incorporó en su asiento mientras se colocaba hacia su lado izquierdo, esto para estar más cerca de aquella mujer. – La desesperación de la gente con riesgo a perderlo todo puede sacar lo peor o lo mejor de una persona, ver esa desesperación dentro del cuadrilátero es un agregado maravilloso a cada pelea. – hablaba como si le estuviera explicando a alguien un tema desconocido, aunque sin dejar de lado esa forma burlesca de hablar. – Así que estaba pensando que podríamos hacer una antes de que se acabe esta parte del evento ¿Qué te parece?

Spider-Hush: Lista para ser héroeWhere stories live. Discover now