Capítulo tres:Caos.

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Habían pasado ya cuatro días desde el comienzo de año. El día de hoy se suponía que sería la feria donde distintos seres entraban al pueblo para visitar las distintas costumbres de los Ángeles Caídos.

Se "suponía" porque hace ya una década que las ferias en el pueblo no se llevaban a cabo.
Esto sucedió dado a la cantidad de conflictos que se armaban entre distintos seres de todo el mundo. Había llegado a un punto en la que los conflictos eran "todos contra todos" siendo imposible volver a abrir las puertas del pueblo para distintas razas que podrían ser peligrosas para los habitantes.

Antes de cerrar las ferias, se había pensado en prohibirles la entrada a seres con los que los Ángeles Caídos no tenían un tratado de paz, pero eso se haría aún más conflictivo y no pasarían desapercibidos como siempre si hacían eso, por lo que decidieron cerrar las puertas para todos, nadie podía salir ni entrar a menos que tengas más de cuatro años de edad. Claro que Elizabeth antes de cumplir dicha edad se las arreglaba para poder salir y reunirse con Logan.

Así que, ahí estaba Elizabeth, explicando aquella problemática a los nuevos habitantes.

-¿Así que nadie tiene permitido entrar o salir? ¿Ni siquiera los aliados?-Terry, un Caído que escuchaba atentamente interrumpió la historia del pueblo.

-Mjmm-Respondió Elizabeth con simpleza-No solo para evitar llamar la atención de los seres que no permitiríamos, sino también porque cualquier raza, tenga o no el tratado de paz con nosotros, puede atacarnos y traicionarnos.-Apretó sus labios en forma de sonrisa.

-¿Y con quién tenemos esos tratados de paz? ¿Qué podemos hacer con eso?-Un habitante del cuál Elizabeth no recordaba su nombre siguió con las preguntas.

-Eehh...-La rubia pensó un momento.- Pues, tenemos de aliados a los Dragones que es la raza más fuerte que conocemos hasta ahora. Aunque no estamos aliados con todos los Dragones.-Explicó pensando en Logan.-Los dragones tropicales son los Dragones más confiables que tenemos hasta ahora, una de sus colonias está a unos kilómetros de aquí-Observó al grupo que la estaba escuchando. Todos estaban asombrados imaginando a Dragones imponentes de metros de altura con poderes ultra mágicos como los libros de información falsa que hay en la biblioteca.-Y bueno-Prosiguió-También están las Hadas Pixies quiénes nos dan algunas medicinas y telas que tenemos en el pueblo.-Juntó sus manos en un aplauso.-Ninguna raza está interesada en nosotros porque no podemos aportar nada verdaderamente más que artesanías, no servimos para la guerra.-Tragó saliva.-Nosotros somos los que insistimos con tener tratados de paz. Por eso mismo es muy probable que algunas razas con las que acordamos paz nos traicionen.-Los Caídos que oían la charla murmuraban entre sí.

Los Dragones tropicales y las Hadas Pixies no eran las únicas razas con las que los Ángeles Caídos habían rogado por paz.
Algunos seres como las Sirenas de río, una parte de Gigantes Hertraps, Elfos de campo, entre otras razas pequeñas.

La tarde ya comenzaba a desvanecerse al igual que las tareas de Elizabeth, quién ya estaba descansando en su habitación junto con sus amigos Ámbar y Dom, quienes estaban acostados en la cama de la rubia desordenadamente.

Ámbar estaba recostada de manera vertical en los pies de la cama con sus ojos cerrados a nada de dormirse. A unos centímetros, Elizabeth estaba junto a ella recostada en la misma posición leyendo un libro. Dom, en cambio, estaba con su cabeza sobre el abdomen de ámbar, su torso sobre Elizabeth y sus piernas sobre el respaldo de madera haciendo garabatos en una libreta.

Todos estaban tranquilamente pasándola bien a su manera, tomando un descanso de su largo día de trabajo y despejándose de todos los nuevos habitantes y el problema que había para repartirlos por el pueblo antes de la despedida.

Campamento C.E.RWhere stories live. Discover now