Capítulo cinco:Invitación

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Las semanas fueron pasando lentamente si lo veías desde el presente, pero muy rápido si lo veías desde el futuro.
La aldea ya había tomado la suficiente forma como para que todo vuelva casi a la normalidad; los Caídos ya tenían las tareas que hacían antes, las casas sobre los árboles ya tenían muchísima más forma y comodidad. Tranquilidad.

Aunque, había algo que a todos les preocupaba desde el día de la destrucción.
Las nubes, grises y espesas, cubrían todo el pueblo y alrededores. En ningún momento se movieron, tampoco había llovido a pesar de lo cargadas que se veían. 

Solo estaban ahí, tapando el gran cielo azul que había detrás de ellas.
El pueblo creía que era un mal presagio, por lo que intentaban no hacer sus labores bajo de ellas.
Caminaban lo suficiente como para lograr ver el cielo y al inmenso sol. Allí cultivaban, cazaban, talaban madera e incluso hacían sus artesanías en los cálidos rayos que el sol emanaba.
El miedo constante en el que algo podía pasar jamás cesaba, solo disminuía por pocos periodos de tiempo.

Elizabeth pensaba en todas aquellas cosas mientras enterraba algunas vallas que rodearían a los árboles que su pueblo habitaba.
Aún no se sabía qué fue el causante de la destrucción de su pueblo y ningún ser estaba disponible a la ayuda.

-Descansa, Elizabeth. Ya fue suficiente por el momento.-Harry, un Caído mayor a la rubia, le había dado el permiso para que pudiera descansar después de horas de trabajo.

-Gracias, Harry-Musitó con una sonrisa.-Volveré en un rato.-Se puso de pie con un suspiro, estiró un poco sus piernas y se marchó, dispuesta a salir de su pueblo.

A paso lento se perdía por entre los árboles y se guiaba con el leve sonido del viento quién aún la acompañaba. Observaba las copas de los árboles sin detenerse en ninguno, esperaba que de casualidad se encontrase con su amigo, Logan, que no veía hace semanas.

Logan muchas veces se desaparecía por largos periodos de tiempo, pero siempre enviaba alguna carta avisando de ello. Esta vez, no lo había hecho, la última vez que vio a Elizabeth fue aquella noche del caos en la que el pueblo Caído tuvo que dormir en pleno bosque.
Elizabeth, para intentar no pensar demasiado, se imaginó que tenía demasiadas cosas que hacer y no pudo enviar carta de nada. O tal vez el Dragón sintió que ella estaría muy ocupada pensando en otras cosas y que no se daría cuenta de su ausencia.

Él es el único ser que necesito ahora mismo...

La rubia caminó lo suficiente para poder sentir los cálidos rayos de sol que tanto extrañaba.
Dejó que aquellos rayos invadieran su cuerpo completo, cerró los ojos si suspiró, dejándose llevar por aquel sencillo, pero hogareño, momento.

Pasó un gran tiempo allí, simplemente respirando aire fresco he ignorando la realidad.
Elizabeth se había recostado en el suave césped de la zona 

Pensó nuevamente en Logan. Él siempre se preocupaba por ella desde que se conocieron y siempre le brindó su apoyo en todo a pesar de que quizá el no estaba de acuerdo.
Siempre estuvo ahí. Todo lo que Elizabeth conoce fuera del pueblo es gracias a él.
¿Que hubiera sido de ella si no hubiera conocido a Logan?

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el agudo silbato que indicaba que el descanso había terminado.
Con un suspiro pesado, Elizabeth abrió sus ojos y volteó a ver a uno de los árboles cerca de ella admirando su figura. No pasó mucho cuando se puso de pie, se estiró y comenzó su caminata hacia el pueblo, adentrándose poco a poco a el lado oscuro del bosque, dónde el sol no era capaz de llegar.

El pueblo claramente no era el mismo de antes. Las tareas seguían siendo las mismas, pero ya no había la misma cantidad de habitantes, por lo que todos debían trabajar más que antes y los descansos eras escasos.

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