En un reencuentro teñido de nostalgia, dos almas se entrelazan una vez más después de una larga separación. Los recuerdos resurgen vívidamente, pero para Hana, este retorno aviva un amor no correspondido. En este nuevo capítulo, el anhelo se entrela...
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Seojun quedó perplejo al escuchar a Hana mencionar su partida, su expresión reflejando confusión y sorpresa. Las palabras de Hana resonaron en su mundo, creando un torbellino de preguntas sin respuesta.
—¿Por qué? ¿Por qué tienes que partir?—, comenzó, su voz llena de incredulidad mientras trataba de procesar la noticia.
—Porque lo necesito, ¿de acuerdo?— Hana espetó, su voz resonando, con cada palabra, transmitía una sensación de urgencia y convicción, dejando claro que su decisión estaba firmemente arraigada en su corazón.
—Hana, ¿qué está pasando? ¿Qué te lleva a pensar que irte es la solución?— preguntó Seojun su voz llena de desconcierto. Sus palabras fluían con una mezcla de incredulidad y anhelo de comprender lo que estaba sucediendo en la mente de Hana.
—No me voy a estar mucho tiempo, no es nada, no está sucediendo nada—, murmuró Hana en respuesta, apenas audiblemente.
—Piénsalo un poco más, no tienes que irte, podemos encontrar una solución juntos, quédate, por favor.— imploró Seojun, su tono era lleno de preocupación y anhelo, como si estuviera rogando por una respuesta que pudiera cambiar el curso de las cosas.
—Supongo que te veré mañana en el aeropuerto—, murmuró Hana, desviando la mirada para evitar enfrentarse a las emociones que la conversación había desatado.
A pesar de las súplicas de Seojun, ella estaba decidida a seguir adelante con su decisión, mientras él, con el corazón apesadumbrado, sabía que ya no podía convencerla más.
Y así fue. Hana ignoró las palabras de Seojun, mientras él, resignado, aceptaba su decisión. De regreso a casa, Hana ya tenía todo preparado.
Durante la cena, el silencio pesaba sobre la mesa, presagiando el vacío que se avecinaba en los días venideros.
La mañana siguiente llegó, y Minho ayudaba a bajar las maletas de Hana mientras ella se ajustaba la mochila en el hombro. —Recuerda, una semana, ni un día más—, insistía su madre, con una mezcla de súplica y advertencia en su voz. Hana asentía con una leve mueca.
Hana también había compartido la noticia de su partida con Joo Kyung, quien intentaba persuadirla con palabras reconfortantes y la promesa de una pijamada para hablarlo todo.
Pero Hana, decidida en su rumbo, la ignoraba por completo, insistiendo en que solo necesitaba tiempo para aclarar su mente.
Hana se despidió de sus padres con palabras de tranquilidad, asegurándoles que no era necesario que la acompañaran al aeropuerto.
