CAPITULO 2

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Artem


Aunque soy muy paciente y tranquilo, hoy no estoy teniendo una muy buena noche, y eso hace que me sienta muy alterado, sin embargo, al fijarme por la ventanilla de la camioneta y ver las luces de la ciudad, siento que no todo va a salir mal, de repente mi teléfono vibrar en mi mano y lo miro.

— Dime Kiril — le pregunto a mi nombre de seguridad, al responder su llamada.

— Señor, le tenemos noticias de la chica — dice el hombre con toda la seriedad que lo caracteriza.

— Te escucho — le respondo mientras danzan mis dedos sobre mi pierna esperando por lo que me dirá.

— Bien señor, la primera noticia es que ya la señorita está en su casa — por un momento me siento aliviado de escucharlo.

— Sigue, no estés jugando conmigo — amenazó a mi hombre.

— Okey. — dice y ahí me comienzo a preocupar.

— ¿Okey, Kilin? — hablo ya molesto, mi manos aprieta con fuerza el aparato en mi oído. — ¿Qué significa eso? — lo interrogó.

— Lo siento... lo siento señor... ¿Cómo le digo esto sin que lo tome mal? — habla el hombre dudando y eso me altera, Killin es un hombre serio y de suma confianza, hace muy bien su trabajo, es ex militar y con un currículo impecable en lealtad, no me hace sentir bien que dude — no hicimos ningún tipo de movimiento, como usted nos pidió, pero mientras estábamos en las afueras la señorita tomó una de las camioneta que estaba parqueada y la destrozó contra las defensas del lugar.

Frunzo el entrecejo.

— ¿Las razones? ¿las supiste? ¿se realizo el matrimonio? — pregunto ya que quizás en el último momento el idiota se arrepentiría y la dejaría en paz.

— Sí, señor. Todo marchaba bien, de hecho, estaban a punto de hacer el brindis, pero, según los comentarios que logramos escuchar; la señorita consiguió a su esposo... — carraspea — bueno... al señor que se casó con ella, en el baño con su hermana haciendo cosas.

— ¡Vaya! — exclamó, pero me siento algo molesto de imaginarme a la pequeña Tori mirando, esa escena tan dolorosa para ella.

Me hubiera gustado evitarle ese dolor, pero a veces ese tipo de dolores son necesarios.

— Sí, señor, entonces ella tomó la camioneta de ese señor, de ese con el que se casó ella, y por eso la destrozó, luego salió corriendo en un taxi.

Me arregló la corbata y me muevo un poco incómodo.

— ¿En qué taxi? ¿en el nuestro? ¿en nuestro taxi? ¿Ese fue donde se subió? — pregunto con impaciencia

— No señor, ese es el problema, que no se subió a nuestro taxi, se adelantó un auto y resulta que la señorita se subió en él, — explica — y el hombre estaba manejando sin ningún tipo de dirección aparente, así que lo seguimos, y fue cuando Dominique decidió pedirle al chofer del taxi que se detuviera y no lo hizo, entonces empezaron a huir, vimos a la señorita muy nerviosa que gritaba y entonces... bien jefe; yo sé que esto no le va a gustar, pero tuvimos que chocar el auto.

— ¿Qué auto Killin? ¡explícame! —pregunto confundido.

— El auto, el taxi donde iba la señorita... lo tuvimos que golpear para poder detenerlo, fue cuando logramos rescatarla.

— ¿Qué carajo me acabas de decir Kilin? — digo exacperado.

Golpeó con el puño el tablero de la camioneta y Marcus, que estaba sentado al lado mío me miró preocupado.

— Espero que ella esté bien, y que no le haya pasado nada— lo amenazó.

— No, señor. La señorita está bien, solo... bueno, está bien... solo se desmayó — Kilin parece preocupado.

— ¿Se desmayó? ¿qué carajos hicieron? — pido explicaciones — solo se desmayó ¿está bien? ¿ya el doctor la vio? ¿Ya está en su habitación? ¿Cómo está ahora?

— Esperándolo — responde él.

En realidad Tori, no me estaba esperando, ella se iba a sorprender cuando me viera. Claro que sí.

Entonces mi corazón empezaba a latir con fuerza mientras llegaba a mi casa, en las afueras de Nueva York. Aguanto un poco la respiración llenando mis pulmones de oxígeno, termino de darle las últimas instrucciones a mis hombres por teléfono antes de colgar la llamada.

Marcus estacionó frente al portón negro que da acceso a mi casa y entramos a los terrenos

Cuando veo el edificio de dos pisos con paredes grises y techos negros, sé que por fin Tori está donde tiene que estar, en mi casa, que ahora será su casa, y a mi lado, que pronto seré su esposo; porque aunque no logré hoy robarme a la novia a tiempo, ella estaba ya en su lugar. Cómo la reina en el tablero de ajedrez luego de que haya terminado una partida, ella vuelve al lado de su rey.

Ella aun no sabe que es la reina de este juego y yo, seré su rey.

Ella aun no sabe que es la reina de este juego y yo, seré su rey

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Me robe a la noviaWhere stories live. Discover now