Capítulo 25

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Emma colgó el teléfono y llamó a Roger. Si iba a sacar a Jane de ahí, iba a necesitar un par de músculos extra. Su amigo atendió adormecido la llamada, pero aceptó pasar por ella en veinte minutos. Salió del baño en ese momento y continuó sirviendo tragos un rato. Luego se acercó a Joe y le pidió permiso para irse. Se lo concedió enseguida.

─Espero que cumplas con tu palabra de pagar las horas que hice por ti ─le dijo a Lizet de espaldas, tenía que entregar platillos.

Ella asintió.

─ ¡Claro! ─aulló.

─Bien, porque te dejo el turno por hoy. Tengo una emergencia.

Lizet abrió los ojos sorprendida y preocupada al mismo tiempo, pero sin quitar su atención de la bebida que estaba preparando.

─ ¿Está todo bien? ─preguntó, aterrorizada.

─Todo bien ─contestó sin prestarle atención ─. Pero me tengo que ir.

Emma corrió al cuarto de atrás y se cambió lo más rápido que pudo. Salió del bar sin mirar atrás y subió corriendo al coche de Roger que aún estaba en marcha.

─ ¿A dónde vamos?

─Conduce. Te guiaré y te contaré en el camino.

Roger iba lo más rápido que podía al tiempo que Emma le contaba lo que había sucedido y lo guiaba a través de las calles hasta llegar al club. Se fijó en lo tranquilo y solitario que parecía ese lugar. Podía jurar que no habría nadie en club, pero sabía que eso no era así. Además, había una persona en específico a la que tenía que sacar cuanto antes de ahí. Luka no podía ser quien la sacara, tenía que ser ella. Con Luka, Jane volvería a ese lugar antes del amanecer, pero si quería que ella hiciera un cambio, tenía que hacerlo ella misma para que pudiera abrir los ojos de una vez por todas.

En su mente aún estaba maquinando lo que iba a hacer. A lo mejor, al final, improvisaría sobre la marcha. Lo único que tenía claro era que tenía que sacar a Jane de ahí. No tenía otra opción. Había lidiado con Nicolás por varios años, de algo le tendría que servir esos años de experiencia. Jane no era adicta al alcohol, pero igual tenía una adicción. Tal vez Emma no sirviera de nada, pero tenía que intentarlo. Algo dentro de ella, desde el instante que la había visto por primera vez, se sintió identificada con ella, y por eso, tenía que ayudarla. Ella sufría y estaba aferrada a todo eso que se encontraba tras esas paredes, pero Emma esperaba poder sacarla de ese vicio.

─No te bajes del auto. En cuanto me veas salir de ahí, corres a ayudarme y la subimos. Inmediatamente arrancas, ¿está claro?

Roger asintió con seriedad.

─No tardaré.

Emma sacó el aire con fuerza y bajó del auto repitiéndose en la cabeza que ella podía hacerlo. Entró al bar y confirmó lo que había estado pensando. Sólo era una ilusión que el lugar estuviera vacío porque, por dentro, la zona del bar estaba llena de gente. No se detuvo a ver con detalle lo que sucedía, pero sí alcanzó a ver que alguien estaba siendo manoseada por encima de la ropa y otro más estaba haciendo más que sólo besarse. Pasó de ellos y deslizó la tarjeta, que había conservado, por la puerta trasera. Emma sabía que Jane estaría allá adentro, en alguno de los cuartos.

Entreabrió las cortinas para no entrar de golpe en las habitaciones. Los cuartos estaban llenos de gente, a diferencia de aquella vez que casi no vio a nadie, pero intentó localizar a Jane lo más rápido que pudo. La encontró en el último cuarto. Estaba ella y otra mujer de pie azotando a tres hombres en el piso. No había nada que los estuviera sujetando, pero los tres tenían brazos y piernas perfectamente estirados en el piso. Había por lo menos seis parejas dentro de la sala observando la escena. Emma entró al cuarto y tomó a Jane de la muñeca. La mujer tiró la fusta sorprendida, pero se dejó llevar. Emma la sacó del cuarto, y cuando cerró la puerta tras de sí, Jane se zafó de su agarre.

Señorita mojitos Mil sueñosWhere stories live. Discover now