Capítulo 33

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A mitad de la noche Emma se despertó. Tenía mucha sed. Se incorporó y sonrió al ver el cuerpo de Luka profundamente dormido a su lado. Quitó las cobijas lentamente para no despertarlo y salió del cuarto antes girar la vista una última vez. Bajó a la cocina con una sonrisa bobalicona en el rostro. Oficialmente admitió que estaba completamente enamorada de él. Amaba a Luka con todo su corazón. Mañana mismo buscaría que pusieran la casa en venta y comenzaría los planes de la mudanza. Después, iría al bar a presentar su renuncia y luego iría a la editorial para recuperar su empleo. Roger se alegría de volver a verla con él, y más Mateo, por lo que había escuchado de Luka.

Buscó un vaso en la cocina para poder servirse agua cuando sintió un empujón seguido de un golpe a la altura de la cabeza. Se mareó por un momento y no pudo enfocar la mirada en medio de la oscuridad. Estaba tirada en el piso tratando de averiguar lo que acababa de pasar. Lo siguiente que vio fue un cuchillo de su cocina a la altura de su cuello y la cara rabiosa de Rafael frente a ella. Con la otra mano que tenía desocupada, le tapaba la boca. Emma entró en pánico.

"¿Cuándo, cómo y por qué había entrado a la casa?"

Emma quería gritar. Luka estaba justo en el piso de arriba. Se estaba sintiendo tan frustrada en ese momento porque no podía ni siquiera recordar ni un solo movimiento de autodefensa. Estaba paralizada.

─Hola, Emma ─sonrió con malicia ─. Creí que tendría que ir a levantarte.

Emma respiraba a gran velocidad. Intentaba enfocar la vista para buscar con qué defenderse, pero no vio nada. Un dolor apabullante en su cabeza le impedía enfocarse en algo más. Supuso que tendría una especie de corte justo en donde la había golpeado.

─Mi visita especial de hoy es para dejarte muy en claro cuál es tu maldito lugar, Emma ─gruñó.

No había luz, pero pudo notar que tenía los ojos rojos. Probablemente estaba drogado, pero en lo único que podía pensar era en el enorme cuchillo que estaba rozando y friccionando su cuello. Sabía que tenía un corte, pero estaba tan estresada que no podía sentir mucho. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

─Vas a dejar de seguirme o, de lo contrario, no me haré responsable de lo que le pueda suceder a tu querido Luka.

Emma abrió los ojos. Intentó moverse, pero Rafael la empujó hacia atrás, agravando el golpe que ya tenía. Emma suplicaba que el ruido levantara a Luka.

─ ¿Está claro?

Emma asintió con rapidez.

─Bien ─asintió ─. Pero por si no te quedo claro...

Rafael quitó el cuchillo de su cuello. Jaló una de sus manos y le hizo un enorme corte en ella. Emma gritó. La sangre comenzó a salir sin parar. El corte no era muy profundo, pero igual la sangre no dejó de salir. Emma gritó el nombre de Luka tan alto como pudo. Sintió que la garganta la tenía cerrada y se rasgaba con el sonido de su voz. Rafael había salido corriendo. No supo ni por dónde. Luka llegó corriendo, prendiendo todas las luces a su paso.

─ ¡Emma! ─exclamó al verla en el piso ─. Dios, estás sangrando.

Se levantó para tomar un paño húmedo y lo colocó en la cortada. Luego sacó el teléfono y llamó a la policía y a una ambulancia. Emma quiso detenerlo, pero no pudo. Estaba petrificada en el piso. Cinco minutos después, escuchó la sirena de la patrulla. Los policías y el equipo de salud entraron a la casa. Intentaron hacerle preguntas, pero Emma estaba en estado de shock. Contestó con frases cortas y sin dar demasiada información. No les dijo si conocía al atacante o no. Le pusieron dos puntos en la cabeza y desinfectaron y taparon su herida en la mano; después de todo, su herida no había sido tan profunda. Se fueron todos después de ver que no obtendrían más información.

Señorita mojitos Mil sueñosWhere stories live. Discover now