Capítulo 28

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Emma se sentía toda una tonta. Confiaba en Luka, pero no en sí misma. No estaba segura de soportar estar alejada de él. Había estado llorando todo el tiempo. Fue como dejar abierta la llave de la regadera y no poder cerrarla porque estaba rota. Roger había querido que desayunara después de que Luka se fuera con Jane, pero había perdido el apetito. Ella era mucho más madura de cómo estaba actuando en ese momento. Pero ¿cómo se suponía que debía actuar cuando se sentía así?

Estaba recostada en la cama con las cobijas hasta el pecho. Roger estaba recostado a su lado acariciándole el cabello. Tenía al mejor amigo. Su teléfono comenzó a sonar en la habitación. Roger la miró, pero ella negó. No quería hablar con nadie. Pero el teléfono volvió a sonar. Roger se estiró para poder alcanzarlo.

─Es Ian, muñe.

Ella se levantó, extrañada de recibir una llamada por parte de Ian. Eso podía decir que no estaba con Luka. Sintió una punzada en el pecho, pero igual atendió.

─Diga.

─Señorita, Emma ─contestó Ian ─. Tengo información sobre el sujeto que me mandó investigar.

Se incorporó de la cama y se limpió las lágrimas. Necesitaba escuchar atentamente a eso.

─ ¿Qué encontraste, Ian? ─preguntó, interesada. Puso el altavoz para que Roger también escuchara.

─Al parecer, el sujeto en cuestión estuvo trabajando en una tienda de conveniencia por un tiempo y lo vieron con una chica todo ese tiempo. La chica parecía trabajar en una tienda de muebles. Pude rastrearlo hasta un hotel. Al parecer vivía ahí. No lo han visto y no saben si sigue viviendo ahí o no. ¿Gusta que pregunte?

─No te preocupes, Ian. Gracias por la información. ¿Podrías enviarme los datos?

─Lo que necesite, señorita Emma.

Emma aventó el teléfono antes de poder revisar si tenía llamadas o mensajes de Luka. No quería caer en la tentación.

─ ¿Qué sucedió? ─la interrogó Roger.

Emma volvió a concentrarse en él.

─Ian encontró algo de Rafael. Me va a mandar la dirección.

─Eso es bueno, muñe. Él nos ha dado un lugar por dónde empezar.

─Sí ─dijo, distraída. Aquella notica le debería haber dado mucha felicidad y entusiasmo porque por fin podía empezar a buscar en algún lugar. Pero no tenía ganas ni de levantarse de la cama ─. ¿Podemos hacerlo mañana? Hoy no...

─Tranquila. Voy a hacerte algo de comer. No has comido nada aún.

─Pero no tengo hambre.

─Eso no importa. No puedes quedarte con el estómago vacío.

Roger se levantó de la cama y salió del cuarto. Poco tiempo después, empezó a escuchar el ruido de trastes en la cocina. Emma volvió a meterse bajo las cobijas y los ojos se le cerraron. Cuando volvió a abrirlos, el aire olía a comida. Su estómago rugió en señal de protesta. Tal vez era bueno tomar un bocado y luego podría volver a la cama.

Se levantó y las piernas le temblaron. La habitación se movió, se había levantado muy rápido. Estuvo a punto de caer al suelo cuando unas manos la sostuvieron antes de desplomarse. Emma alzó la cara riéndose y con el corazón a mil por hora.

─Lo siento, yo...

Emma estaba sorprendida de lo que sus ojos veían. Luka era quien estaba sosteniéndola de la cintura para evitar que su cuerpo tocara el piso. Emma se sonrojó.

─ ¿Qué haces aquí?

─Te dije que volvería ─contestó. Luka la levantó y la ayudó a sentarse en la cama ─. Te he traído la comida. Supuse que no habrías comido nada. Roger me lo dijo antes de irse.

─Volviste.

Emma no podía creer que hubiera vuelto. Habría jurado que se quedaría al lado de Jane. No iba a dejarla sola. Pero ¿cómo es que él estaba ahí? ¿Qué había pasado con Jane?

─Tranquila. Jane está bien y acompañada por alguien que estoy seguro no va a abandonarla ─dijo, leyendo su mente ─. Así como yo no pienso abandonarte.

Emma sollozó y saltó a sus brazos. Luka la abrazó con fuerza y sonrió. Él había cumplido con su parte. Le había dicho que volvería y así lo hizo. Emma se aferró con todas sus fuerzas a su cuello. Se separó un poco para poder verlo a la cara. En sus ojos sólo podía verse reflejada a sí misma. Luka la volvió a ayudar a sentarse en la cama y le trajo la charola con la comida que había dejado en el piso del pasillo. Le entregó la comida, y por primera vez en mucho tiempo, comió con muchas ganas. El apetito le había vuelto de la nada. Cuando terminó de comer, Luka le recogió los platos y los devolvió a la charola.

─Supongo que estás agotada. ¿Quieres salir a algún lado?

─No ─negó con la cabeza ─. Quiero quedarme aquí contigo.

Luka le sonrió y se colocó detrás de su espalda. La acunó entre sus piernas y brazos y encendió la televisión. Puso una película y ambos se quedaron abrazados y en silencio. Emma recargó su cabeza en su pecho y Luka la besó en la cabeza. Vieron la película sin comentarios, pero con caricias resueltas aquí y allá. Querían que cada parte de sus cuerpos estuvieran conectados entre sí.

Recibió un mensaje de Roger para ver si iban a investigar el día de mañana. Emma le contestó que sí. Ya tenían información y ahora debían darle un uso. Esperaba que pudieran dar con algo más. Necesitaba esa ventaja para poder sentirse un poco más segura. Rafael ya no había hecho ningún tipo de amenaza, pero sabía que no se iba a quedar tan tranquilo por mucho tiempo. Pero Emma estaba segura de que no estaba trabajando solo. Alguien más tenía que estar ayudándolo, sólo que no tenía ni la más mínima idea de quién. Había pensado que todo ese tiempo se había vuelto un chico solitario y alejado de todos; que no querría la ayuda o compañía de alguien más. Pero no podía pensar en alguien que pudiera estar de su lado.

─Emma ─ella alzó el rostro para verlo ─. Múdate conmigo.

─ ¿Qué dices? ─preguntó con una sonrisa bobalicona en los labios.

─Múdate conmigo ─repitió ─. Quiero que vengas a vivir conmigo. Te quiero en mi casa y en mi cama. Quiero que mi casa huela a ti y ver tus cosas por todos lados. Te quiero conmigo, Emma.

─Pero...

─Vamos, nena. No tienes nada a que quedarte aquí. Prácticamente vivimos juntos. ¿No quieres?

Emma notó que hacía una cara de dolor.

─ ¡Claro que quiero! ─exclamó. Emma levantó su mano y acarició su rostro ─. Es sólo que no sé qué haré con esto.

─Véndelo, nena. No necesitas esta casa. Te quiero y quiero que estés a mí lado.

Emma asintió y le dio un beso tierno en los labios. Luka la miró con pasión y ternura. Levantó su barbilla y le dio otro beso.

─Abre tu boca, Emma ─susurró con la voz ronca cargada de deseo.

Emma se sonrojó, pero le hizo caso cuando volvió a acercarse para besarla nuevamente. Luka introdujo su lengua y saboreó sus labios. Emma lo pegó a su cuerpo, jalándolo del cuello, y él la pegó al suyo subiendo su rostro aún más hacia él. Emma soltó un pequeño jadeo cuando sus labios se separaron por un momento. Pensó que aquello pasaría a más, pero Luka le dio otros besos más cortos y menos profundos y luego la soltó. Emma quería más, pero se conformó con aún estar en la misma posición. Emma lo amaba. Nunca se lo había dicho y no era momento para hacerlo, pero así era como se sentía. Y una parte aún más profunda, sabía que lo iba a amar por el resto de su vida.

Poco a poco se volvían más y más cercanos, y ahora el siguiente paso iba a ser que vivieran juntos. De cierta forma, ya lo estaban haciendo, pero ahora Emma viviría 24/7 bajo el mismo techo que Luka. Le iba a dar un poco de tristeza tener que despedirse de ese lugar. Había tenido buenos y muy malos recuerdos, pero aquel lugar había sido su hogar. Un lugar que había compartido con Nicolás. Un lugar en el cual hubo una época en la que se sintió segura, y otra, en la que no podía ni entrar. 

Señorita mojitos Mil sueñosOnde histórias criam vida. Descubra agora