Bestia - Gin x Dazai

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En el último piso de la sede principal de la mafia portuaria se encuentra la oficina del líder de la organización, completamente alejado de todos, con paredes insonorizadas y ventanas blindadas, un lugar protegido a más no poder. En dicha oficina sólo entran un puñado de personas, una de ellas es el ejecutivo y mano derecha del jefe, Nakahara Chuuya, un aliado fiel a la mafia que difícilmente deja su puesto al lado de su jefe como perro guardián. Nakajima Atsushi, conocido también como la parca blanca, una pieza clave para los asuntos con más potencial en los negocios sucios y protegido del líder; y Gin Akutagawa, su secretaria personal y asistente, una persona de temperamento apacible que fue rescatada en el pasado por el líder quien antiguamente era conocido como el Demonio prodigio al ser el ejecutivo más joven que haya tenido la port mafia.

Ahora bien, ¿Quién es el líder de esta poderosa organización? Pues es nada menos que Dazai Osamu, un mafioso de sangre pura, cuya inteligencia supera con creces a la de antiguos líderes. Un lobo solitario que confía en sus piezas únicamente para los asuntos que le conviene. Sin embargo, este misterioso líder al que pocos han visto fuera de los muros de la mafia esconde un terrible pasatiempo por llamarlo de algún modo. La forma en que suprime sus sentimientos más oscuros y a los cuales sólo una persona en el mundo puede acceder a ese grado de vulnerabilidad.

–AHHHH –gritó cuando un golpe asestó en la parte más blanda de su trasero

–Mírate... tan patético llorando solamente por haber recibido un par de nalgadas –habló una voz femenina– ¿tienes idea de por qué está siendo castigado hoy? –volvió a golpear sacando al hombre de su trance

–Yo... fui malo

–¿Con quién fuiste malo? –otro golpe, la zona se estaba poniendo bastante roja e irritada, pese a que era la mano de una mujer sabía exactamente cómo golpear

–¡Con Chuuya!

–¿Qué hiciste?

–Lo... lo dejé solo en una misión... como un perro al que abandonan –un golpe directo en sus bolas lo hizo jadear y derramar lágrimas por su rostro como una cascada– ¡perdón!

–No es conmigo con quien debes pedir perdón. Pero ya tendrás tiempo de reflexionar –lubricó el strap-on y sujetó las caderas de Dazai elevando un poco más su trasero. El líder estaba recargado contra su propio escritorio. Llevó la punta del juguete a la entrada y de una sola estocada lo penetró

–¡GIN! –chilló cuando su próstata fue cruelmente atacada en un movimiento constante

Recibió otra nalgada.

–Qué falta de respeto dirigirte a mí por mi nombre –aceleró los movimientos de sus caderas. Golpeaba repetidamente aunque aún le costaba trabajo mantener el ritmo pese a que lleva un tiempo haciendo esto

–¡Lo siento! Yo... joder... –empezó a sentir escalofríos por todo su cuerpo, sabía que el nudo en su estómago pronto se rompería– no tan duro –suplicó. Su rostro lleno de saliva y lágrimas era un espectáculo que estaba disponible únicamente para una persona

–La que da las órdenes soy yo –golpeó en su trasero a la vez que el juguete golpeaba contra su punto más sensible en el ano del mayor– yo decido cuándo parar –la realidad es que tampoco iba a durar mucho, ya que el arnés que lleva puesto, también tiene un pequeño dildo que se conecta a su vagina, por lo que los movimientos constantes han irritado la zona al punto en que ella misma está bastante mojada con todo el asunto

Un gemido largo y obsceno le indicó a la pelinegra que su jefe había acabado. Miró por debajo de su cuerpo y notó que el piso estaba lleno con su semen.

–No recuerdo haberte dado permiso para que te corrieras –se retiró de su interior y golpeó sus testículos débiles y drenados ahora

–¡Lo siento! –exclamó, estaba a punto de rogar en su semáforo de seguridad para que se detuviera si es que el golpe en esa zona tan delicada se repetía. Sin embargo, Gin lo conoce bastante bien y sabe que si lo presiona demasiado definitivamente detendrá todo, por lo que otro golpe no llegó

–Vas a tener que limpiar el desastre por ti mismo –dijo con voz seria, pero cansada

Dazai se bajó de la mesa y se hincó en el piso, antes de que se agachara para limpiar el charco blanquecino Gin volvió a hablarle.

–No olvides tus modales –se quitó el arnés

Dazai llevó su cara hasta el pubis de la mujer, lamió fervientemente llevando su lengua por su clítoris y un poco más hacia atrás. Concentró los movimientos de su boca en sorber los fluidos de la chica a la par que le provocaba un orgasmo. Trató de no dejar que ni una gota se derramara por los hermosos muslos de la mujer y que ensuciara su piel. Alzó el rostro con felicidad exuberante demostrando que había limpiado bien a Gin. Recibió una caricia en su cabello y la mujer se agachó un poco para besar su nariz tiernamente.

–Osamu, todavía debes limpiar tu desastre. Después de eso recibirás otra lección por venirte sin permiso –su sonrisa era tan dulce que resultaba enfermizo para el mayor, pero a la vez era reconfortante que Gin fuese su lugar seguro en este mundo imperfecto

–Sí señora –obedeció la orden, se agachó hasta el piso y lamió todo el semen que pudo encontrar en el charco que se hizo, lamía bajo el ojo vigilante de la pelinegra en este pequeño espacio para descansar, ambos sabían que lo que estaba por venir se pondría mejor

Cuando acabó su sesión semanal para drenar los sentimientos de vacío de la cabeza de Dazai, la lucidez volvió a su mente y agradeció a la mujer por lo que hizo por él como siempre hacía una vez que su juego sadomasoquista terminaba. Después cumplió su palabra y mandó una canasta de disculpas a Chuuya, el pelirrojo siempre se preguntaba por qué después de que su excompañero actuara de forma cuestionable se disculpaba de ese modo, pero ya estaba acostumbrado a su comportamiento extraño.

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Por este capítulo tenía tantas ganas de recobrar todo el libro para que pudieran apreciar esta historia. Honestamente sabía que debía escribir algo de Beast pero el único personaje que quedaba disponible era Gin y al final me ha encantado. Gracias por llegar hasta aquí, les traeré una nueva parte pronto.

DAZAI X MULTISHIPERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora