Capítulo 4: fix you

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Hacía ya un par de semanas de esa interacción que tuve con ella en la fiesta, en estas semanas me he encontrado mejor, no se si por mi, por ella o por algún factor externo, pero ella siempre estaba atenta de mi y eso hacía que no dejase de pensar en ella, de mirarla, de intentar tener una conversación, en realidad, siempre hablamos de cosas sin mucha importancia, aunque ella me dijo que, hablar sobre cuál es el mejor alpro es una cosa importantísima. Me encontraba volviendo del gimnasio, no había mucha gente en la calle puesto que eran cerca de las nueve y un martes, cuando la vi, apoyada en la pared del portal de mi casa, parecía muy concentrada mirando su móvil, iba vestida bastante casual pero se le veia la perforación del ombligo, cosa que me encanto pero me di cuenta que estábamos en invierno y que ella tenía una camiseta corta aunque el abrigo por encima.
-Chiara Oliver Williams.- no se había dado cuenta de que estaba frente suya, tanto que se asustó y casi se le cae el teléfono.- ¿Qué haces aquí?- dije una vez que me termine de reír de ella.
-¿Te estas riendo de mi, Violeta Hódar?- asenti.- Venía a hablar contigo pero he llamado y nadie respondía, he pensado en quedarme un poco a esperar pero se me ha ido el ángel al cielo jugando al móvil.- me rei.- ¿Que tiene tanta gracia?-
-Lo has dicho mal, no es el ángel al cielo, es el santo al cielo.- aclaré.
-Bueno lo que sea. ¿Tienes prisa?- negué.- Perfecto, necesito hablar contigo.-
-¿De qué?-
-Ahora te digo pero eres la persona perfecta.- me hizo una seña para que le siguiese, caminamos en silencio un par de minutos donde nos sentamos en un banco.-
-Tú dirás.- le dije para que comenzase a hablar.
-Estoy frustrada, sabes, es como si nada de lo que hiciese me saliese bien, he perdido las ganas de hacer lo que más me apasionaba todo porque siempre tengo un fallo, siempre es el mismo algaritmo.- sonreí por su error pero no le quería decir anda en ese momento tan especial como era abrirse hacia mi así que lo deje pasar.- ¿Me entiendes?
-Como cuando das lo mejor de ti pero no triunfas.- Asentí antes de hablar.
-Si o como cuando tienes lo que quieres pero no lo que necesitas. Es que me siento tan cansada que a veces ni puedo dormir. A veces siento que he perdido algo que no puedo reemplazar.- 
-¿Por qué?- me atreví a preguntar.
-Sinceramente, no lo sé.-
-Sabes, te diré algo que es parecido a lo que dijiste tu la otra vez. Las luces te guiaran a donde te sientas en casa y lo sientas en tus huesos.-
- ¿Y si no lo hacen?-
-Pues lo intentare yo, intentaré arreglarte si hace falta.- Lo dije con total sinceridad, ella bajó la cara y me cogió de la mano sin decir nada, con la otra mano le alcé la cara por el mentón y al verla llorar le sequé las lágrimas.
-Lo siento, es que estoy agobiada.- se disculpó
-No vuelvas a pedir perdón por llorar, ahora dame un abrazo.- y lo que le mande lo hizo. Después de un rato cada una se fue a su casa, claro que ella me acompañó a la mía.

Cuando fui a dormir pensé que a partir de ahora la iba  arreglar para que nada en el mundo vuelva hacer que la vea así.

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