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Odiar cuando lo obligan a hacer algo es su pasión.

No es fan de hacer algo obligatoriamente, él es más de los que hacen lo que se le plazca cuando nadie observa. Pero en este caso debe hacer algo que no quiere frente a un montón de pecadores inútiles que solo se atraviesan en su camino para joder. ¿Qué a Vox no se le ocurrió un plan mejor para retrasarlo? Parece que tener la tecnología moderna no lo hace mejorar, solo lo hace más estúpido de lo que ya es. Sus pasos siguen el rastro de pistas que se ven por medio de los televisores que hay en las calles.

"Lo que odio con lo que más odio. Realmente pensaste mucho en mí."

Sus feromonas asfixian a cualquiera alfa u omega que están en la calle, dictan un aviso de que no deben acercarse si no desean la muerte (irónico porque ya están muertos) y quizás si se arrepienten los recibe San Pedro en la entrada al cielo.

Oh Alastor, querido amigo.

Se detuvo cuando otro vestigio de Vox apareció en una pantalla cercana.

Yo que tú me apresurara, la puta de mi niño caprichoso no soporta más. — reía mientras enfoca al chico araña bañado en sangre — Aunque no entiendo porque lo trata así cuando le da tanto dinero.

Alastor guardó silencio, mirando la pantalla con desprecio.

Muchos pensamientos cruzan la mente del ciervo, muchas en las que piensa que hubiera sucedido si algo como esto pudiera haber tenido lugar en su vida como humano, en su año y en su época.

"Habría muerto hace mucho, quizás hubiera servido como alimento para los cerdos."

Sus manos apretaron su bastón con fuerza, su sonrisa se ensanchó ante el pensamiento la idea de volver al camino de la casería. Están en el infierno, no hay policías que los persigan... No hay leyes tampoco...

Es mejor que te apresures bastardo.

La transmisión se cortó y Alastor sonrió, sus ojos fijos en la pantalla y desapareció en las sombras.

"La cacería empezó... Jajaja..."

Minutos después en otro lugar.

→ EN OTRO LUGAR →

Vox y Valentino estaban riéndose a carcajadas mientras el chico araña se estremecía en el suelo, quejándose de la herida que fue hecho en una de sus flacas piernas. Sus ojos veían a los dos hijos de puta reírse, parecían un par de bichos besándose.

— ¡Alastor vendrá! ¡Finalmente podremos acabarlo! — el de cabeza plana miró al mariposón con una sonrisa grande que mostraba su dicha.

Valentino, el mariposón, se sentaba en las piernas del cabeza plana. — ¡Lo sé! Después subiremos el vídeo al aire y el hotel de la perrita de Lucifer se irá a la mierda. ¡Eres un genio!

Ángel miraba el techo, totalmente exhausto, ambos le habían golpeado durante veinte minutos y ahora no sabe si tiene alguna costilla rota. Podía sentir como en cualquier momento iba a desvanecerse.

— Esa no es una buena idea. — una voz estática llenó la habitación — Vox, viejo amigo. ¿El televisor finalmente te frió el cerebro? Oh, es verdad. ¡No tienes! Ja, ja, ja.

Ángel se sobresaltó cuando el demonio de la radio apareció a un lado suyo, poniendo su saco rojo sobre él para que no sintiera frío (?); el Overlord de la radio se fijó en los dos que lo veían con altivez.

Vox, el que más odio le tiene. Se acercó a paso seguro hasta él y le propinó un golpe en la mejilla. Pero, Alastor no se movió ni un poco de su lugar, al contrario de lo que Vox esperaba. El alfa del rey sonreía reluciente, como si no le hubiera dolido.

Conquistaré a Lucifer. [Radioapple]Where stories live. Discover now