Capítulo 11: Amenaza Mundial

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En una sala de operaciones semi oscura, el tenso silencio era palpable mientras varias figuras vestidas de negro se movían con nerviosismo entre equipos electrónicos parpadeantes y pantallas llenas de datos codificados. Cada gesto y murmullo se filtraba en la atmósfera cargada de tensión.

El líder del grupo, un hombre de mediana edad, con canas en las patillas de una melena negra, observaba la escena con calma aparente, aunque su mandíbula tensa y sus puños apretados delataban su ansiedad contenida. De repente, rompiendo el silencio, dió un grito que resonó en la sala.

—¡¿Qué diablos ocurre?!

En ese momento, una mujer japonesa de traje impecable, pelo castaño corto y cuerpo robusto se adelantó.

—Señor, varios agentes nuestros están comunicando una situación código: "Hecatombe"

El líder frunció el ceño, reconociendo el código secreto, el sudor le lleno la frente, mientras asimilaba la gravedad de la situación, 

Con una voz que resonaba como un trueno en la quietud, comenzó a dar órdenes ipso facto.

—¡Es hora de actuar! Desplieguen a los equipos de intervención rápida y sellen cada punto de salida. Establezcan un perímetro de contención sin fisuras. ¡No permitiré que ni siquiera una sombra escape de ahí!

Los agentes se pusieron en movimiento, dieron una obediente coreografía militar y ejecutaron las órdenes. En un instante, la sala se convirtió en un hervidero de actividad, moviéndose como sombras en la noche.

En el apogeo del frenesí de la sala de operaciones, las puertas se abrieron con un crujido, y entró una figura femenina que parecía haber salido directamente de las páginas de una novela de espionaje. Sus lentes de sol naranjas añadían un toque de misterio a su aspecto, mientras su traje gris delineaba sus curvas con elegancia. El cabello rojo, trenzado en una trenza larga que se balanceaba con cada paso, completaba su imagen de autoridad implacable.

Con paso decidido, se acercó al líder.

—¡Necesito saber qué está sucediendo, Wotan! —Declaró con firmeza, su mirada atravesando la sala llena de agentes en movimiento.

Wotan contempló con detenimiento la pantalla digital que abarcaba toda una pared de la sala de control, proyectando un diseño meticuloso de Grimhaven y sus distritos circundantes. En la parte superior, ocho figuras destacaban bajo sus respectivos nombres: Thais, Piper, Phoebe, Hartigan, Whodes, Leusson, Jhael y Chars.

—Se dictaminó un codigo Hecatombe —Dijo con gravedad— Ocho Anormales nivel Amenaza Mundial se han reunido en un solo lugar.

—¡Es una locura! Eso jamás había pasado —Exclamó la mujer de lentes sin dar crédito, aunque observará la alerta parpadeante.

—¡Rectificación! ¡Los nueve Anormales han hecho causa común! —Gritó un agente desde su cubículo de monitoreo, la urgencia vibrando en las sílabas.

—Ya lo sospechaba —Replicó Wotan con un deje de astucia y resignación—, Ruby.

En la pantalla digital, surgió una novena figura, la imagen inconfundible de una mujer con cabellos tan oscuros como la noche, piel pálida como la luna, y unos ojos grises que parecían absorber la luz misma.

...

—Oh vamos, esperaba más de un hombre moderno. Por ejemplo, una cara mas asustada —Comentó Thais haciendo un gesto de decepción fingida.

Patrick midió a los observadores, no les permitió siquiera sentirse intimidado.

—No veo que me apunten con armas. ¿Por qué debería temer? —Tras decir eso levantó el brazo derecho y lo estiró hacia la mujer, una pistola se materializó donde antes apretaba la nada y el cañón apuntó directo a ella.

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