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¿Qué mierda fue eso?
¡Nunca me he sentido tan usado e insignificante en mi vida! Especialmente no mientras me siento agitado, excitado y satisfecho al mismo tiempo. Estoy dividido. ¿Es el mayor bastardo insensible en el planeta o simplemente perpetua el atractivo de su fascinante juego de lenta seducción que hemos estado jugando?
¿Follar finalmente como locos no termina con el plan?
Espera… tal vez follar finalmente como locos sí termina con el plan.
Como en que él consiguió lo que quería y ahora ha terminado.
La posibilidad me enfurece, humillado y decepcionado al mismo tiempo.
¡Pasé más tiempo temiéndole que disfrutando de él! Acababa de empezar a jugar, bajar mi guardia y él movió su alfil a reina cinco, ¡terminándolo antes de que mis pene tuvieran tiempo de secarse!
En un aturdimiento avergonzado, me quito la venda, arrojándola al suelo, y pongo una expresión valiente antes de abrir la puerta. Como era de esperar, mi “chófer” espera y tristemente camino detrás de él, de nuevo deslizándome en el asiento de atrás.
El hielo en el cubo es ahora nada más que un balde agua, el champán abierto y sin duda sin gas. El clima ha desaparecido, nada queda salvo un viaje de vergüenza en auto.
Es mejor que la caminata de la vergüenza, supongo.
Mi puerta es abierta cuando llegamos a mi edificio e ignoro su mano para ayudarme a salir, pisando fuerte hasta la santidad de mi apartamento. Cerrando con llave y alimentando a Mafia, me apresuro por el pasillo, desgarrando el agobiante traje de mi usado cuerpo y tirándolo a la basura, me meto bajo la ducha sin probar la temperatura primero.
Una vez que el agua provee una cubierta, dejo que las lágrimas caigan.

—Adiós, Ta —repito sus palabras, los sollozos saliendo con fuerza. Ese “Gracias” contenía tal finalidad, haciendo claro exactamente lo que era, un encuentro de una noche, nada más.
Él terminó.
Mis rodillas ceden y me deslizo por la pared de la ducha hasta el suelo, poniendo mis rodillas contra mi pecho y dejando caer mi cabeza. El chorro de agua es una distracción distante, una que mi mente decide ignorar.
Lo sabía mejor, luché contra ello, corriendo a través de una tumultuosa gama de emociones para un doloroso y degradante final. Entumecido, alcanzo la pastilla de jabón y restriego mi piel hasta que se siente en carne viva.
Incapaz de sentirme siquiera remotamente limpio, salgo, me pongo el más modesto pijama que poseo y caigo en la cama, inquieto pero exhausto.
Cada movimiento, giro y desplazamiento que hago es un doloroso recuerdo, las punzadas en mis músculos recordándome el combate que acababan de padecer.
No puedo evitar comprobar mi teléfono, inseguro de si es por un hábito que he adquirido recientemente o un atisbo de esperanza que todavía no he perdido. Una mirada mata ese optimismo, la pantalla en blanco. Ni siquiera un mensaje de “¿llegaste seguro a casa?”.
Es oficial, no sé nada sobre los hombres.

***

Al día siguiente, me despierto como una máquina, reprogramado y exclusivamente enfocado en hacer cualquier cosa que mantenga a mi mente de correr de vuelta a él. Entre preparar un desayuno de cinco estrellas el cual incluye un zumo natural exprimido por mi propia mano, luego felizmente charlar mientras disfruto con el Sr. Naphat, a quien en realidad invité, sabía que me encontraba mal.
No importa cuántas historias de guerra me contó, mis pensamientos viajaban a J.S . En el momento en que el último mordisco de tostada entraba en la boca del Sr. Naphat, me hallaba acompañándolo fuera, dando una patética excusa sobre llegar tarde a encontrarme con un amigo.

Una mentira total, pero dejé el edificio para hacerlo parecer lo bastante convincente. No para una cita de almuerzo con amigos, sino para ir al gimnasio. Algo que nunca hago, a pesar de mi membrecía.
Después de una hora de sudar mi culo luchando contra la elíptica, mi atención puesta en cada uno de los ardientes chicos moviéndose por la habitación, no siento nada.
Hermosos cuerpos, encantadoras sonrisas, y lo más importante, aparentemente normales, aun así ni siquiera un destello de interés chispea. Ellos no eran él.
¡Mierda! Me bajo de la máquina a medio movimiento, ignorando las miradas ahora arrojadas en mi camino mientras me muevo afanosamente hacia el vestuario, preparado para darme una ducha, ni siquiera necesitando una fría después de toda la testosterona en la habitación.
¿Qué está mal conmigo?
¿Por qué me siento tan afectado por un chico que claramente me usó? Necesito ayuda. Terapia seria, lo cual, si recuerdo correctamente, es convenientemente cubierto por mi seguro. Tal vez le daré un intento si este irracional humor continúa.
Después de mi ducha, es apenas pasada la hora del almuerzo y estoy lejos de estar listo para volver a casa, así que hago lo impensable, conduzco directa a la librería que he estado evitando. Es perturbador, pero casi espero encontrarme con Mile. Él sacará a J.S  de mis pensamientos.
Preferiría estar aterrorizado por un hombre de pie enfrente de mí que deprimiéndome por un imbécil que vive en las sombras.
Desafortunadamente, una vez más no tengo la suerte de mi lado. La empleada es una animada alumna que es tan linda como dulce. Oh, ¿y he mencionado que es una de esas personas entusiastas a las que les gusta presumir de grandes anillos en sus dedos, hablando efusivamente sobre encontrar al hombre perfecto?
Sí, ¿dónde está el imbécil rarito de Mile cuando lo necesito?
Evito la zona de romance y la fila de misterio con una sarcástica carcajada, tengo suficiente de eso en mi vida, desviándome directamente hacia las biografías. Tomo la de Elizabeth Taylor y Natalie Wood y luego me apresuro a pagar.
Qué puedo decir, la miseria ama la compañía.

***


Lunes en el trabajo, estoy sobre el borde durante todo el día, evitando mi compartimento del correo como la plaga. J.S  no se ha molestado en mandar un mensaje, así que asumo que no se sentirá obligado a dejar una nota tampoco y para el final del día cuando me obligo a reunir mi correo, pruebo que tengo razón. No hay nada salvo lo normal del trabajo.
Mi mano agarra mi pecho, las lágrimas apareciendo por la puñalada. Con la cabeza gacha, me apresuro de vuelta a mi escritorio, dejo caer el correo y corro a mi cuarto de baño, bloqueando la puerta detrás de mí.
Se ha acabado.
Nunca me prometió nada, nunca me dio a entender que empezábamos una relación. Diablos, si realmente pensaba sobre ello, todas las señales eran altas y claras sobre qué quería él, simplemente fui demasiado idiota para verlo. ¿Entonces por qué duele?
Sacudo mi cabeza, mirándome fijamente en el espejo. Soy un hirviente desastre caliente. Me ofreció exactamente lo que quería, no, necesitaba, justo en frente de mí y en el momento en que me aferré, se lo llevó.
¿Es falsa, la conexión que sentí? Podría haber jurado que él lo sintió también, pero por otro lado, ni siquiera conozco al hombre.
Dando palmadas a las ridículas lágrimas, entierro la humillante decepción sobre todo el fiasco profundamente en mi alma y salgo con mi cabeza en alto, determinado a resucitar a la versión antes de J.S  de mí mismo de inmediato.

***

La semana continúa normal, normal antes de los mensajes acosadores. Para el miércoles me he convencido de que estoy completamente sobre ella, sonriendo a mis compañeros de trabajo e incluso feliz de escuchar a Barcode hablar efusivamente durante el almuerzo de lo increíble que FedEx es dentro y fuera de la cama.
Bien por el.
Al final del día, me encierro y viajo en ascensor vacío hasta el garaje de estacionamiento, deseando llegar a casa con Mafia y terminar la maratón de The Walking Dead que grabé la noche anterior. Sangre  y vísceras tenían una manera de animarme últimamente. Estoy pensando que es toda la teoría de la "vida podría ser mucho peor".
El lote luce oscuro, tenues luces estratégicamente colocadas, pero claro, mi auto se halla aparcado cruzando el garaje, en la esquina más alejada y más oscura. Eso es lo que sucede cuando vas tarde, estacionamiento basura.
Hago clic en el botón de bloqueo en mi llavero y observo mis faros parpadear antes de que algo fuerte me agarre por detrás, envolviéndose alrededor de mi cintura. Abro la boca para gritar, pero es demasiado tarde, una mano dura la cubre.
Mi bolso cae junto con las llaves mientras mis manos se sacuden, incapaces de conseguir un tiro en mi agresor, que ahora me tiene restringido. Grito en su mano, mordiendo y aterrado, lágrimas llenan mis ojos mientras me empujan hacia delante, a punto de golpear contra la pared de cemento.
Cierro los ojos, preparándome para el impacto, pero me detengo en seco. El peso de mi atacante no se mueve, pero su agarre se afloja.
—Shhhh, estás a salvo.
Oh Dios, conozco esa voz. Conozco ese olor.
Mi cuerpo se afloja debajo de él, aunque todavía lejos de sentirme seguro.
—Sólo tenía que verte —confiesa J.S , la voz perturbadoramente baja pero sincera—. Deja de luchar contra mí, no te haré daño. Lo juro.
Esas palabras, por alguna razón inexplicable, las creo.
La necesidad de una cita de terapia se reafirma en abundancia.
Su mano se desliza de mi boca, por mi mandíbula, alrededor de mi nuca. No grito, casi sin aliento. Reúne mi cabello suelto, para exponer mi cuello desnudo a él.
—Perdóname, Bebe. —Su voz es casi irreconocible ahora, casi vulnerable.
Siento su erección abultada contra mi culo y no hago más que permanecer inmóvil, tratando de procesar lo que sucede.
—Ábrete para mí. —Su rodilla empuja mis piernas separadas y cada alarma interna que mi cuerpo posee suena en voz alta, ¡defiéndete! Sin embargo, no lo hago.
Su boca roza la parte de atrás de mi cuello, sensual y casi tierno, nada más que una mentira. Este hombre no es capaz de ternuras. Sólo quiere joderme.

Y con un solo golpe de sus caderas, dando vueltas contra mi espalda, quiero lo mismo. Toda mi rabia por su comportamiento errático y motivos puramente carnales, se disuelve en una piscina de realización. Estoy correspondiéndole.
—Dime que pare —casi demanda. Sus manos se arrastran por los lados de mi estómago, deteniéndolas en la cintura de mi pantalón. Sus pulgares se sumergen, burlones y crueles—. ¡Dime!
Me quejo, arqueando mi espalda, ofreciéndome. El movimiento le permite un mejor acceso a deslizar una mano hacia abajo en mi ropa interior, sus dedos rozando mi pene palpitante.
—Te mereces algo mejor. — Su lengua haciendo remolinos a lo largo de la concha de mi oreja—. Apártame. Di la palabra. Dila.
La palabra de seguridad "detente" chirría en mi garganta, demorándose en mi lengua, de mal sabor y mal, muy mal.
No puedo decirlo. No quiero.
—Haz que me detenga, Ta. ¡Dime que soy un bastardo sin corazón que te enferma! —La tosquedad de su desesperación sólo alimenta mi excitación—. ¡Dilo! ¡Ahora, Ta!
—¡No! —Que Dios me ayude, lo quiero como una droga que estoy seguro me va a matar, pero es demasiado dulce para lanzar.
Su mano se sumerge de nuevo en mi ropa interior, su pulgar insistente y bello, prodigando mi glande.
»Más —suplico, sacudiéndome de vuelta contra su mano.
Su mano suelta mi pene y va hacia mi culo un dedo se desliza dentro de mí, extendiendo el espacio empapado pero firmemente me agarra mientras desliza otro. Mantengo mi cabeza hacia delante, descansando contra la rugosidad de la pared fría. No quiero verlo. Quiero su cuerpo, rápido y duro, y luego quiero que desaparezca, exactamente lo que yo sé que quiere también.
Sexo.
Sus dedos se apartaron mientras mi pantalon llega a mis pies  y mi bóxer es corrido  a un lado. Escucho su cinturón abrirse, las prisas de la cremallera, y luego lo siento, el pene duro que llena mis sueños.
Tira mis caderas hacia atrás, coloca una mano firme en la parte baja de mi espalda, y presiona hacia abajo, tirando mi culo en sumisión.
Mis labios tiemblan con anticipación.
Es un gemido desvergonzado de deseo que suelto cuando separa más mis pies.

—Dime que necesitas esto tanto como yo —dice con furia.
No puedo mentirle, no con su pene acariciando entre la raja de mi culo. Puedo arrepentirme mañana, pero ahora quiero nada más que esto, él, nosotros... voy a superarlo después de esta ronda final, me digo. Sólo una vez más.
Siento la punta de su pene meterse en mi entrada.
—Ta. —No tiene que decir nada más.
—Sí —susurro y se lleva en mí, áspero y severo, precisamente lo que necesito, la forma en que lo necesito. Un recordatorio de que esto no es el romance, es follar y es increíble.
Se aparta, sus dedos clavándose en mis caderas, y luego empuja de nuevo una y otra vez. Mis palmas se clavan en la pared, sosteniéndome de ser empujado a través de esta con su fuerza abrumadora.
Muevo mi cuerpo en sincronía con la fuerza de él, follando de regreso, dando tan duro como puedo. Captura mi muñeca y la guía por la parte delantera de mi cuerpo, llevando mis dedos y colocándolos encima de mi glande.
—Tócate tú mismo. Deja que todo vaya menos el placer. —Sus dedos se entrelazan en los míos mientras acariciamos mi  glande como uno solo.
Grito por las dos sensaciones, mis toques diminutos y suaves, el suyo insensible, amenazante y perfectamente opuesto.
Es abrumador, la capacidad de respuesta de mi cuerpo, más de lo que puedo manejar o posiblemente controlar. Me arrimo, mi cabeza girando y mi culo alrededor de su pene mientras llego al clímax sobre él.
No detiene los golpes que me da, su aliento cosquillea en mi oreja mientras empuja con más fuerza.
—Necesito más. Dame otro, Bebe.
Todavía estoy en la espiral del primer orgasmo cuando su mano se envuelve alrededor de mi frente, escurriéndose debajo de mi camisa sobre mi pecho. Con un chasquido de su muñeca, abre mi camisa, mis pezones están libres ahora, víctima voluntaria que despiadadamente tortura con sus hábiles dedos hasta que tiemblo a su alrededor, listo para explotar una vez más.
—No todavía —dice con voz áspera, chocando contra mí. Su mano libre se hunde más en mi cadera, asegurando su centro.
Mis manos se encuentran completamente contra la pared de nuevo y endurezco mis brazos, preparándolos para soportar su peso como pueda ser, más que listo para que mi cuerpo se rompa en pedazos en el impacto que sigue aplicando. Sale gritando mi nombre, su caliente semen chorreando a través de mi temblorosa espalda, cubriendo la camisa que olvidé que todavía llevaba.
Mis brazos no resisten, mi cuerpo que cae hacia delante mientras el inminente orgasmo corta través de mí al sonido de él tan completamente satisfecho por lo que mi cuerpo tan voluntariamente dio.
—Gracias —le oigo decir, esta vez con un toque de tristeza.
Cierro mis ojos. Sabía lo que era, así que no siento nada más que rabia conmigo mismo por el dolor que alcanza a llenarme cuando tengo la sensación de que se va, sus pasos cada vez más débiles cuanto más retrocede en la distancia.

NOTAS DE LA AUTORA

Bueno, que les pareció? Era lo que esperaban?

Nos vemos el viernes!

Tinenes Un Mensaje (Adaptada) (Por Becha) (JEFFTA)(FINALIZADO)Where stories live. Discover now