𝙃𝗎𝗀 𝙏𝗁𝖾 𝙎𝗈𝗎𝗅 | 011

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Los chicos estaban preocupados al haberse enterado que estuve en el hospital. Juani me propuso invitarlos y así contarles qué está pasando conmigo.

Es lo mejor para mí, para todos.

Juani me ayudó a desayunar. Me preparó la ducha con agua tibia y ropa cómoda, bueno, mejor dicho una remera que mandó a hacer de Felipe y una bermuda de algodón, todo era de él. Me peinó y me hizo dos trenzas desde abajo.

Tocaron el timbre. Eran los chicos.
— Tranki — Juani guiño un ojo y se fué a abrirle a los chicos.

— ¿ Qué onda chinita ? — el primero en venir conmigo fué Enzo. Vino con una bolsa de golomania, llena de gomitas como sabe que me gustan.
— ¿ Cómo te sentís ? — se puso de cuclillas ante mí.

— Mal. — nunca había Sido tan sincera en mi vida. Siempre es responder con un 'Bien, hice tal cosa' o que sé yo. Mayormente no se responde con un 'mal'.

El me miró con ternura y me abrazó dejando un beso en mi frente. — Para que se te suban los ánimos — me dió la bolsita haciendo que después de tanto, sonría con la realidad. — Sabes que siempre me vas a tener con vos — acarició mi mejilla.

— ¡ Gordis ! — Fran, se sentó a mi lado y con una sonrisa apoyé mi cara en su hombro. Su manera de consolar es el silencio, escuchando a los demás. Y si vos le das permiso, el contacto físico.

Empezaron a llegar todos, llegó Pau, vino Rocco, Mati, que a diferencia de otros días no me saludó diciéndome gila. — Hola Chinita — como todos los hacen, besó mi frente y se sentó a la par de todos. — ¿ que onda esa remera ? — con su mirada señaló la musculosa de Pipe. — ¿ Pintó lo obsesionada ? — todos reímos.

— El Feli te ve con eso y se enamora más de lo que está enana — dijo Agus.

— ojalá — susurré.

— ¡ OOOSSSAAA ! — A pesar de que sea un momento serio, ellos le ponían la mejor de las ondas y eso hacia que yo los ame tanto. Sus vibras eran hermosas, únicas.

El timbre sonó, era Pipe. — ¿ Querés abrirle vos ? — me preguntó Juani. Con una sonrisa asentí. Se escucharon las jodas de parte de los chicos y sus risas, me hicieron poner nerviosa los hijos de mil.

— Hola — sonreí.

— Gorda — exclamó en un suspiro y me abrazó logrando alzarme en sus brazos. Rodee su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas. Él, en cambio rodeó sus brazos en mi cintura y su cara la tenía apoyada en mi pecho. Me abrazó como si no nos hubiéramos visto en décadas.

Me abrazó de tal manera que no se explicaba. Sentía como fuegos artificiales explotaban sobre nosotros haciendo de éste momento único.

— Te extrañé — el me bajó ocultando mi cara entre sus manos.
— Muchísimo — sonreí.

— Yo te extrañé muchísimo más,
Feli — el me miraba con amor. Nunca antes me habían mirando de esa manera. Era puro, era real, sincero. Profundo...

— ¿ Que te pasó ? ¿ Por qué estabas en el hospital ? — y ahí fue cuando el miedo al rechazo, el miedo al asco que podía tener él hacia mi... El odio que yo me tenía a mí, apareció.

— Dale vengan che, dejen de comerse atrevidos — Matías molesto de mierda, me salvaste y te lo agradezco.

Giré a ver a Feli y el ladeó la cabeza demostrando que si quería ir.

El entrelazó nuestras manos, sentía mariposas por mi cuerpo.

— Esas manossss — canturreó Blas.

— Deciles — me susurró Juani al oído mientras pasaba por detrás mío.

Carraspeo la garganta. — Todos saben que estuve internada unas horas y les quería contar el porqué — al terminar de decir eso miré a Enzo, el asintió, sabía de que estaba hablando. — Tengo principios de anorexia y bulimia nerviosa. Ayer casi toco fondo, y si Juani no me hubiera llevado al doctor, quizá empeoraba. — nerviosa, jugaba con mi lunita mientras hablaba. Feli, no me había soltado la mano en ningún momento. Todos estaban en silencio escuchando atentos, Enzo, estaba con los ojos cristalinos. — No comía, y si lo hacía, lo vomitaba — fuí al grano.— Antes de que pregunten el porqué, es porque no me sentía bien conmigo misma, no me sentía linda, mucho menos atractiva, me sentía deprimida, sola, me sentía vacía. No era yo, en lo absoluto.— tragué fuerte.

Todos estaban en silencio.

— ¿ Por qué nunca nos hablaste de eso ? recurrir a nosotros, a alguno de los chicos — preguntó Mati, que estaba a mi derecha.

Negué con la cabeza y me encogí de hombros. — Sentía que era algo mío, no quería molestarlos, cada persona es un mundo y tiene sus altos y bajos, no quería hacerlos cargar con más problemas — contesté cabizbaja.

— Somos una familia Eva. Podés usarnos de pared para sostenerte, sos la bebé del grupo.— me contuvo Lain.

— Exactamente. Lin, podés contar con nosotros hasta en lo más mínimo, si nos necesitas siempre vamos a
estar — dijo Pauli regalándome una tierna sonrisa.

— Gracias a todos, por sus palabras de apoyo y por siempre hacerme reír hasta cuando no tenía ganas ni de salir de la habitación.— solté algunas lágrimas, al igual que algunos de los chicos.

— ¡ Abrazo grupal ! — gritó Fran.

Todos nos reímos y se pararon hacia mí. Caímos todos en un abrazo, cálido y amoroso. Una curita al corazón.







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𝓔𝖼𝗅𝗂𝗉𝗌𝖾 ; ᶠᵉˡⁱᵖᵉ ᵒᵗᵃⁿ́ᵒ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora