Prologo

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...

...

Era la primera vez que el deambulaba por esa parte de la guardería.

Como cualquier otro sitio, este también estaba destruido, estantes en el suelo, mesas fuera de lugar, manchas de sangre en las paredes, marcas, golpes, escombros.

No se había perdonado incluso esta pequeña habitación llenas de libros que antes podría haberse considerado una biblioteca.

Él le restó importancia, pues sabía que había sido por un bien mayor. Había sido resultado de la lucha por la libertad, incluso si se trataba de una efímera.

Libres del sufrimiento, del dolor, de los llantos, de las pesadillas... de la tormenta.


— ... —


En cada uno de sus pasos no podía evitar pisar alguno de los libros en el suelo, estaban por todo el largo del pasillo, en medio de su camino...

Había libros de todo tipo, infantiles en su mayoría, pero alguno que otro de tapa dura y de contenido complejo. El recuerda que esos los solían leer los padres y los trabajadores de la guardería en el pasado, cuando está todavía operativa.

No le era permitido pensar en el pasado, no era grato, no era algo que el quisiera hacer.

Un suspiro acompañado de humo rojo salió de su boca.

El siguió caminando, no se detendría por unos libros polvorientos en el suelo, si el camino se volvía mas complejo de transitar no tardaría en cambiar de forma para abrir un camino en donde no lo hubiera.


— ... —


Luego de cruzar ese largo y estrecho pasillo lleno de libros se detuvo por un segundo.

Al parecer, de forma irónica, el entorno no quería que el saliera de los vagos recuerdos del pasado.

Una amplia habitación, una que estaba relativamente ordenada en comparación a los demás lugares por los que previamente él había trascurrido de camino. Esta habitación esta tenuemente iluminada por luces de emergencia que nunca se apagaban, un regalo de su dios para aquellos que temen a la profunda oscuridad, una a la que el pertenece y a la cual está acostumbrado.

Asemejaba a un jardín, una réplica de plástico y metal que al combinarse forman lo que ahora a la vista era un gran jardín con flores, arbustos, y un cielo azul. Una imitación de un lugar ajeno y inalcanzable con el que el solo podía soñar.

Pero este lugar ya lo conocía, ya había estado aquí antes, este jardín era uno de los lugares donde el y sus semejantes interactuaban con los niños de la guardería, donde el y sus antiguos compañeros jugaban con los pequeños.

El no tardó en caminar al centro de la habitación; una pequeña elevación del suelo formaba lo que parecía ser una colina pequeña y en la cima de esta se encontraba un árbol, uno de plástico desgastado y oscurecido, pero que aún podría considerarse un árbol.

Su memoria no fallaba, este era el lugar favorito de cierta persona, una que con su actitud hacia que esta farsa de lugar se sintiera como un jardín real.

El se sentó, en el mismo lugar donde cierta persona en el pasado se sentaba para leer libros a los niños, pero sintió una incomodidad al hacerlo. Al revisar la razón de su incomodidad encontró un libro algo deteriorado, pero que estaba mas conservado que los que había visto anteriormente en el pasillo.


Un libro infantil, el título: "El sol y la luna".

Una historia con ilustraciones, una donde el Sol se enamoró de la Luna, y donde el sol le pidió matrimonio, la Luna también estaba enamorada de él, pero si ella respondía que si, el sol explotaría de la felicidad, mientras que, si decía que no, el sol se apagaría de la tristeza, lo que llevo a la Luna a decir "lo pensare" incontables veces. El Sol se cansó de esperar, por lo que terminaría casándose con Júpiter para no morir de tristeza, al enterarse la Tierra, decidido contarle a la Luna. La Luna al estar consumida por el dolor y sin poder olvidar al Sol decidió besar al Mar. Mientras que Saturno, quien guardaba los anillos de boda de sol y luna, dejo de creer en el amor para siempre.

El, sabia el contenido del libro sin siquiera abrirlo, pues el recordaba la historia de tantas veces que la escuchó estando medio dormido en las ramas del árbol, mientras el dueño del libro le leía a los niños el libro.

El dueño del libro marcada en la parte trasera del mismo... "de DogDay". Su libro favorito, el dueño del libro había dicho en el pasado eso. Decía que era por que se asemejaba al sol, y el, a la luna.


Pero el no podía darle la razón al dueño del libro.


Pues el no era la luna brillante que DogDay creyó, el era la luna oscura que trajo la libertad a la guardería.

Él era CatNap, Primer aprendiz del prototipo, su más fiel creyente, El apóstol de la luna.

El que, al Hereje del sol, Dogday, casi asesinó.








El Apóstol y El Hereje - CatNap x DogDay (Incompleta)Where stories live. Discover now