Capítulo 4

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Estábamos en el Gran Premio de Melbourne, Australia, y ya había acabado la carrera apenas diez minutos.

Estaba en el box de McLaren junto con Alan, viendo a los tres primeros recoger sus premios y esperando a que apareciera mi mejor amiga, ya que, nada más bajar del monoplaza, se tuvo que ir hacia el podium para hacer entrevistas.

—Voy a ir a junto Kia, ahora vengo— le digo a Alan, para luego salir del box para ir a la zona de las entrevistas.

Estaba caminando tranquilamente por la zona de los motorhome, la cual prácticamente estaba despierta, cuando siento como alguien me coge de la muñeca y me lleva con él.

—¡Eh! ¿Qué- — no pude seguir hablando porque los labios de esa persona me lo impidieron al posarse sobre los míos.

—No te asustes, soy yo— me dice nada más separarse de mí.

—No me digas, Russell— digo, rodando los ojos con cierta gracia.— ¿Tanto me echas de menos que me tienes que secuestrar?

—Sí— contesta él con una sonrisa, volviendo a acercarse hacia mi para cogerme de la nuca con delicadeza y plantarme otro beso.— Concretamente echaba de menos tus besos.

—Ni que los hubieras probado tanto como para echarlos en falta— digo, soltando una risilla.— Y, no es por nada, pero aquí nos puede ver cualquiera…

—Todos están mirando el podium o haciendo entrevistas, así que no hay ningún alma por aquí… Por no mencionar que estamos detrás de mi motorhome, por donde no suele venir gente— me contesta. Sin esperar más, me vuelve a besar de nuevo.— ¿Hoy estás disponible a la noche?

—¿Qué quieres volver a tener un coito conmigo?— le digo entre risas.

—No… Bueno, sí, pero más adelante. Hoy solo quiero pasar tiempo contigo— me dice, quedándose a centímetros de mi.— El otro día me quedaron ganas de seguir hablando contigo.

—Y a mí— le contesto con sinceridad.— Entonces… ¿Hoy en tu habitación a las ocho?

—¿Y por qué no en la tuya?

—Porque en la mía puede entrar Kia en cualquier momento, y lo menos que quiero es que nos vea a nosotros dos juntos— le contesto con una sonrisa.

—Está bien— otra vez, me vuelve a besar, solo que esta vez se recrea más a la hora de hacerlo. Cuando se separa, me mira con una sonrisa y dice:— Nos vemos, rubita.

—Nos vemos, guapo— le doy un último beso en la mejilla y me voy de allí, dirigiéndome a paso acelerado a junto Kia, no vaya a ser que empiece a sospechar.

•  •  •

Una vez termino de ponerme ropa más cómoda, cojo las cosas que había comprado antes de venir al hotel y las meto en mi bolso más grande.

Estaba metiendo las botellas de refresco en la bolsa, cuando mi teléfono comienza a sonar.

—Russell, ya voy, no te desesperes— respondo, poniendo el manos libres, con una sonrisa.

—Es que quería escuchar tu voz— contesta. Al momento de oír eso, siento como por mi estómago se revolotean bichos con alas llamados mariposas— y no me podía aguantar más.

—Ohhh… qué empalagoso que me eres a veces— digo entre risillas.— Ya voy a salir ahora de mi habitación, espérame cinco minutos.

—Ya tendré la puerta abierta— dice, haciendo que yo sonriera como una tonta.

Cuelgo la llamada, meto en la bolsa lo último que me quedaba por meter y finalmente me voy hacia la habitación de Russell.

Como le había dicho antes, en menos de cinco minutos yo ya estaba allí y él me esperaba ya con la puerta abierta.

Perdona si te quiero || George Russell ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora