capítulo 19:comprender

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Argentina estaba en su cuarto, pintando algo en un marco. Su expresión se veía más seria que de costumbre a la vez que se veía decaído. Estaba más delgado, siempre fue flaco, pero ahora más que antes, ¿cuánto bajó? ¿7kg? Sí, algo así.

España lo entró en el cuarto, el argentino mantuvo su expresión seria y miró a su padre sin despegarse de el marco.

--¿Qué pasó?--preguntó el argento.

--Argen.., esto nos duele a todos, pero tampoco puedes estar sin comer... Hace ya casi una semana que no comes nada--dijo el español aún más serio.

--No tengo hambre--dijo cortante, volviendo su vista a el marco donde estaba pintando.

España suspiró y lo miró.

--Argentina, entiendo totalmente como te sientes, todos estamos tristes y deprimidos por la muerte de tu madre, pero tampoco puedes descuidarte así--le explicó el español.

--Ya sé, ya sé.., ya sé que a todos les duele, pero enserio... No tengo hambre, no, no.., no siento la necesidad de comer algo--respondió cabizbajo.

Dejó el pincel en agua y miró a su padre con los ojos llenos de tristeza.

--Esto no tenía que ser así...

--No, Argen, se suponía que no, pero terminó así--se acercó a su hijo--. No hay nada que pudieramos haber hecho para evitarlo, no es culpa de nadie.

Abrazó a su hijo y miró su obra.

--No tengo animos de nada--dijo aún cabizbajo mirando su propia obra.

--Y... ¿Qué hay de esta pintura?--preguntó mirandola.

--"Ahogo"--respondió--. Pintar pasó de ser un hobby a un lugar de desahogo... Las últimas pinturas son eso, sin el arte capaz que ya estaría peor...

España miró la pintura; era alguien ahogandose en aguas negras y con lágrimas también negras que llenaban aquel mar negro, a su vez, ese alguien tenía una cadena en su cuello, lo cual lo hacía ahogarse allí, de ahí el nombre.

--Ustedes los artistas son únicos, ya que son los únicos sobre este mundo que expresan el dolor sin una sola palabra.

--Una de las pocas cosas que heredé de mamá y que quedarán--mencionó en un tóno bajo.

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El estadounidense estaba solo en un cementerio, estaba sentado al lado de una de las tumbas, tenía unas cuantas flores en la mano, flores a las que les dió un beso y luego las puso encima de la tumba. Miró unos momentos la tumba y luego miró un punto fijo en la nada.

--Hacía ya bastante que no venía a verte, mamá... ¿Cómo está todo allá arriba?--se quedó en silencio unos momentos, imaginando una respuesta--. Espero que bien.

Dió un largo suspiro y apoyó la cabeza en la tumba. Quedó mirando el cielo y sin moverse.
Se quedó reflexionando un rato y luego se incorporó otra vez.

--No te pude conocer pero te amo y echo muchísimo de menos... Me diste la vida y te estoy profundamente agradecido por eso, madre, aunque mi nacer te costó la vida y el solo existir en este mundo sabiendo tu sacrificio me obliga a continuar y no rendirme aunque por dentro ya no veo otro motivo para seguir la carrera--mencionaba como hablando con su difunta madre.

Se quedó ahí un buen rato en silencio, luego se incorporó y le dió una beso a la tumba antes de irse de allí, viendose el nombre en la tumba: "Marylín Hérnans".

Caminó solo por la ciudad, con las manos en los bolsillos de su chaqueta. Se puso sus lentes de sol y siguió caminando, de vez en cuando se quedaba mirando a los niños que iban con sus padres, algo que si bien no era de su importancia, si le daba una cierta envidia, ya que es literalmente lo único que nunca podrá hacer.

Polos Opuestos Pero Iguales // UsargDonde viven las historias. Descúbrelo ahora