Atenea.
— Buenos días, mi amor. — saludo a mi bebé cuando la veo abrir sus hermosos ojitos.
Ella se estira y sonríe.
— Buenos días, mami. — me da un beso. — Buenos día, papi. — le da un beso a su padre.
— Buenos días, mi princesa. — la llena de besos provocando sus risas.
— Vamos a ducharnos, bebé.
— No, no, noo... — y como es costumbre sale corriendo queriendo evitar el baño.
Su padre y yo la perseguimos, pero sale de la habitación bajando las escaleras con rapidez.
— ¡Artemisa! — grito asustada cuando la veo bajando las escaleras. — ¡Dios mío! — llevo mis manos a mi rostro queriendo no ver.
— Está bien, Atenea, vamos. No le ocurrió nada. — me calma Alessandro tomando mi mano para bajar las escaleras.
— ¡Abuelito! — la escucho soltar un chillido cuando llega a él.
— ¡Pequeña princesa! — exclama él tomándola en brazos dándole besos.
Me acerco a ellos soltando la mano de Alessandro yendo a revisar a mi hija.
— Dios mío, bebé, ¿Estás bien, amor? — la reviso preocupada. — No vuelvas a hacer algo así, casi muero del susto.
El dolor de cabeza que tenía ha aumentado con el susto que me he llevado.
— ¿Sucedió algo? — pregunta mi madre saliendo de la cocina, toma a mi hija en brazos dándole besos.
— Pasó que está, mini diosa traviesa nos ha dado un susto de muerte. — le responde Alessandro acercándose para también revisarla.
Los saludo a ambos con beso y me acerco a mi hija tomándola en brazos, aunque se niega.
— Ahora si vamos a ducharnos.
— Noo, Mami, no. — se queja removiéndose.
— ¿Qué sucede? — pregunta ahora mi padre observándonos.
— No quiere bañarse, padre. — le digo y él muestra una sonrisa divertida.
La toma de mis brazos y yo solo lo observo.
— ¿Por qué mejor no desayunamos y luego, está princesa va a bañarse?
— ¡Sí!
Ruedo los ojos cuando él la lleva hasta la mesa y la sienta en una silla alta que mando a hacer para ella, desde que llegamos la consienten demasiado y no puedo sacarme de la ecuación a mí también me consienten, pero más a ella, tanto que creo que sí su padre no la ha vuelto una caprichosa ellos si lo harán, no le niegan nada.
Miro a Alessandro y él se encoje de hombros, lo fulminó con la mirada y él sonríe.
— Relájate, vamos a desayunar, luego la bañas. — me quedo con la boca abierta viendo la treta que han armado, le doy una mala mirada cuando él pasa por mi lado yendo también hacia la mesa.
Voy a la cocina, saludo a mi Nana que se encuentra allí ayudando a mi madre y a algunas sirvientes, tomo un vaso con agua notando la mirada de mi madre sobre mí.
— ¿Te sucede algo, cariño? — noto la preocupación en su voz.
— Nada, madre, solo me duele la cabeza un poco.
— ¿Has tomado algo? — vuelve a preguntar viniendo a mi para tocar mi frente asegurándose de que no tenga fiebre. Mi Nana se acerca también revisándome.
ESTÁS LEYENDO
La obsesión del rey
Historical FictionAlessandro Diermissen, rey del reino Diermissen, ha estado obsesionado desde niño con la hija de los Beasley, una familia de sirvientes del reino Green, en todos los sentidos es incorrecto, el rey no puede enamorarse de una plebeya. Pero poco le imp...