Hechiceros

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Las maldiciones nacen de las emociones negativas de los humanos, eso es lo primero que enseñan en la academia

Lo que Coraline no entendía, era porque siempre se escondían en lugares tan asquerosos

––Vamos Cor––Kubo le sonreía burlón desde el interior del edificio, la peliazul se mantenia en el exterior, justo frente a la puerta abierta

Sus facciones se contrajeron con asco, el lugar apestaba a moho, basura, y desde donde estaba parada podía ver las cucarachas ir y venir para ocultarse en las paredes huecas

––Mientras más pronto terminemos, más pronto nos iremos a pasear, anímate––le hizo un gesto de mano acompañada de una sonrisa, antes de darle la espalda y empezaron a avanzar por el pasillo

La chica suspiró con hastío y resignación, apretó los puños y empezó a avanzar entre zancadas enfurruñadas

––¡Espérame!––le reclamó al de parche que ya daba la vuelta hacia otro pasillo

Ambos estudiantes deambularon por los tres pisos del edificio, entre charlas monótonas y quejas de la chica por cada plaga que veía y las risas que a Kubo le provocaban sus exageradas expresiones. Para cualquier persona normal todo el lúgubre ambiente le causaría miedo, pero para ambos hechiceros esto era de lo más común

No fue hasta que llegaron al tercer piso, que la presencia maldita se acentuó y el espíritu fue visible para ellos

––¡PUTA MADRE! ¡¿POR QUÉ?!––la de pecas dio un salto hacia atrás por el asco, mientras su compañero sonreía divertido por su reacción y sacaba su shamisen

Frente a ambos adolescentes, cuatro maldiciones con forma de cucarachas se preparaban para lanzarse sobre ellos

––Ya sabes como es––Kubo le dio una palmada en la espalda a la chica antes de empezar

Coraline murmuró un par de insultos más antes de ponerse sería

Las maldiciones empezaron a correr hacia ellos, la chica extendió sus dedos hacia el frente y de estos salieron disparados unos hilos, estos envolvieron a las maldiciones dejándolas quietas, exactamente a cinco metros de ellos, el pelinegro dio un paso al frente de la chica y tocó con fuerza las tres cuerdas del shamisen, saliendo del instrumento una honda de energía que los espíritus recibieron de lleno, siendo exorcidas en segundos

Los hilos azules de la chica se desvanecieron tan rápido como aparecieron. Se miraron mutuamente, uno con diversion, la otra con aburrimiento

––¿Nos podemos ir ya?––preguntó ella impaciente

El asintió volviendo a poner el shamisen en su espalda––Los chicos ya debieron haber terminado, los veremos afuera––afirmó antes de avanzar junto a ella para volver al primer piso y salir del edificio

Y bueno...su afirmación no era exactamente correcta

En el edificio al lado de donde se encontraban la peliazul y el japonés, otro dúo de hechiceros estaban en una situación incomoda

––¿Recuerdame por qué te hago caso?––los ojos azules de Norman relucian en resignación

––Porque sabes que aveces tengo buenas ideas––respondió su amigo castaño, que apesar de su posición seguía hablando risueño

––Está no fue una de ellas––dijo el castaño en un resoplido

Ambos amigos estaban de cabeza, amarrados por las telarañas de un espíritu maldito. ¿Por qué estaban ahí? Pues porque a cierto chico alto le pareció buena idea investigar en un agujero que olía a muerto que llevaba al sotano del edificio, y el ojiazul como buen amigo, no lo iba a dejar saltar solo

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