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—Que dolor de cabeza— se queja Merlina al levantarse

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—Que dolor de cabeza— se queja Merlina al levantarse. Su mente estaba intentando recopilar todo lo que había pasado ayer: el baile, los ojos azulinos que no se apartaron de su vista, el suave movimiento de ese cabello rubio, el movimiento de esos labios al cantar. Simplemente se recordaba al despertar esa chica que ahora estaba dormida a su lado sujetándola por la cintura y roncando un poco.

Bajo su mirada encontrándose con Enid que igual que ella también estaba por levantarse de un agradable sueño.

Solo se escuchó un golpe proveniente a la caída de Merlina, a los segundos también Enid estaba en el suelo, confundiendo por completo a la azabache que se quedó estática.

—¿¡Que estábamos haciendo en tu cama, Addams!?— pregunta alzando la voz al mismo tiempo levantándose del suelo con su rostro sonrojado. No tuvo respuesta alguna así que lo primero que hizo -despues de tirar a la dueña de la cama al suelo- fue revisar si tenía aún ropa, cuando notó que si lo tenía dejo ir un suspiro de alivio —Que bueno— sonríe calmando se un poco —Hey, Merli. ¿Estás bien?— al fin pregunta el estado de la azabache.

—Me duele la cabeza, nada grave— responde levantándose del suelo. Solo sintió de vuelta el cálido cuerpo de la chica junto al de ella, al instante la empujó lejos haciéndola caer en la cama —Estate lejos—.

—¡Tienes sangre! ¿¡Como pasó eso!?— señala haciendo que Merlina pase por su cabeza y ver el tono rojizo en sus dedos —¡No, no, no! ¡Estás grave!— estaba entrando en pánico.

—No es nada, Enid— se voltea mirando su armario, abrió un cajón, saco vendas para darle a dedos quien va a  revisar su herida, si la herida no estaba tan abierta se la dejaba hay a que se seque.

—Debemos ir a que te revise un doctor— insistía preocupada —Estas sangrando— le recuerda con su voz temblando un poco, algo que muchos sabían es que a ella no le gustaba la sangre.

Merlina se quedó en silencio notando como la rubia se tapó los ojos con sus manos para no verla y aún insistiendo en ir a que le revise alguien mientras que ella le decía “Con Dedos es suficiente” a lo cual recibía "¡No lo es!" Para luego disculparse con Dedos. La situación siguió por veinte minutos en los cuales la sangre ya no bajaba por su frente y ya tenía una venda que le había puesto Dedos. Hasta que llegó el silencio que inquieto demasiado a Enid que en ningún momento bajo sus manos de su rostro.

Estaba nerviosa, demasiado. Le surgían varias preguntas en su mente al no escuchar de nuevo la voz de la azabache "¿Que tal si se desmayó por el desangro?" "¿Que pasa si le está pasando algo?" "¿Que tal si-" sus preguntas cesaron al sentir sobre el agarre frío de las manos de la azabache contra la de ellas para luego sentir como pone sus manos sobre su rostro, así que decidió abrir sus ojos mirando el rostro de cerca de la azabache.

—Estoy bien, Enid. No te debes preocupar ¿De acuerdo?— dice con seguridad y sonríe al ver como la contraria asiente con un leve rubor.

Treinta segundos pasaron y Merlina se separó con la excusa de 'espacio personal' volteando se para que la rubia no mirara su rostro ruborizado y escuchará su corazón acelerado. Mientras que Enid miraba sus manos sintiendo aún el frío que empezaba a desvanecer y aún sorprendida en que la azabache haya decidido estar cerca de ella por voluntad propia y no la haya empujado a los dos segundos, mantenía una sonrisa radiante y la azabache aún seguía sin voltear a mirarla, pero no importaba, porque podía sentir de alguna forma u otra, esa felicidad de estar las dos.

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