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La primera noche en Seul no fue lo que se imaginaba, todo lo contrario.
Durmió en un edificio abandonado, ni siquiera puede llamarle 'dormir' eso porque cada cinco minutos se despertaba para comprobar que no le hayan robado nada.

El sol hizo su aparición hace un par de días, la primera vez que madruga en toda su vida.

No hace falta un espejo para saber que tiene más ojeras que ganas de vivir, al estar en una mala posición ahora tiene dolor de espalda.
Se siente como una vieja en estos momentos.

Aguantando el dolor de las agujetas tomó su mochila para salir del lugar abandonado, le da mala espina lugares como ese pero es mejor que dormir en la calle.

"¿A dónde puedo ir ahora?" Pensó mientras miraba a su alrededor, cada vez que piensa en su situación pierde la esperanza.

Comenzó a caminar sin rumbo alguno, simplemente viendo las calles bonitas de la ciudad.

En ocasiones los encargados de las tiendas la sacaban a la fuerza del lugar solo por tener apariencia pobre. Aquello la dejó con un mal sabor en la boca pero no podía hacer nada.

De vez en cuando recuerda al chico de ayer, se pregunta cómo le hace para sobrevivir en un lugar como este.
El hambre hace notar su presencia cuando pasa cerca de un puesto de comida callejera, tiene tan buen olor que se le hace inevitable que se le caiga la baba de la boca.

Miró los precios y no tiene ni para comprarse uno aunque sea.

-- Odio mi vida -- murmura para si misma viendo a una niña de lejos comiendo un helado con su madre y su padre.

Bufó rendida con todo, ya no sabe que hacer.
Simplemente caminó para luego cansarse.

Se sentó en un banco cerca de un parque, sacó a su pequeño de forma de almeja teléfono (ya que este se abre y se cierra como una almeja) de la mochila.

Esperó con cierta paciencia para que se enciende, al cabo de dos minutos el teléfono se encendió.

Buscó un número que tiene guardado en su agenda de contactos, lo llamó con la esperanza de que la contesten.

Para su buena suerte no tardaron mucho en contestarla.

-- El número que está llamando no existe, por favor...

Sin dejar que termine de hablar la voz grabada colgó la llamada con cierta furia.

-- ¡Hijo de puta! -- gritó frustrada por la situación, levantó su mano para tirar el teléfono pero luego se detiene al pensarlo mejor.

"No puedo tirarlo porque no tengo dinero para comprar otro.
¡Odio la pobreza! ¡Odio fugarme de mi propia casa! ¡Odio mi vida!"

Se estiró del pelo enojada con la situación siendo ajena a las miradas de miedo de las personas de su alrededor, un niño señaló a la peliblanca diciendo "Mira mamá, una loca" rápidamente la señora cogió a su hijo en sus brazos para irse corriendo.

Pero no todo es malo, parece que llamó la atención de alguien.

Un hombre con unas gafas oscuras y redondas miraba la situación, analizando todo.

La chica parecía que no tenía un hogar, su ropa esta algo sucia, incluso rota en algunas partes. Tiene el pelo despeinado y se le puede ver algo frustrada.

Sintiendo algo de empatía se acercó a ella para ofrecerle ayuda.

-- ¿Toda bien señorita? -- preguntó algo animado sentándose en el mismo banco que la peliblanca.

Ella se asustó un poco por la nueva presencia, miró al mayor con cierto miedo.

Una nueva duda surgió en su cabeza atromentamdola.

𝐒𝐎𝐋𝐎𝐒 ☻ ☹                                                    𝐋𝐎𝐎𝐊𝐈𝐒𝐌Where stories live. Discover now