No molesten. Ya lo han hecho.

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A lo largo de la noche, Jihyo me dio leves codazos, acarició mi brazo y deslizó los dedos sobre mis labios, lo que provocó pequeños terremotos que estremecieron mi cuerpo de arriba abajo. Pero en aquel momento, tenía la casa llena de placas. Literalmente. Habría apostado hasta mi último centavo a que incluso la señorita Mina se sentía un poco claustrofóbica en su rincón, de espaldas al mundo.

Incluso el jefe de policía y el fiscal del distrito estaban en mi apartamento. Debería haber ordenado la casa. Haber puesto algunas velas. Preparar un aperitivo de queso. Nayeon no daba abasto llenando tazas de café y Dahyun estaba coqueteando con un novato que pasaría a llamarse Fiambre si no dejaba de flirtear con ella. ¡Dahyun era una niña, por el amor de Dios! Pero seguro que el tipo solo estaba siendo amable. Y eso era un detalle muy bonito por su parte. En un sentido algo pederástico, claro.

En medio del caos, recibí una llamada de la prima de Chrystal.

—Hola, ¿es usted la señorita Minatozaki? —preguntó con voz tímida.

—Sí, soy yo. ¿Es usted Debra?

Eché un vistazo a Teddy. Creí que le entraría el pánico al verse rodeado de polis, pero parecía tranquilo, casi aliviado.

—Así es —respondió ella—. Chrystal me dijo que estaba buscando a la hermana de Park. Llamé a mi amiga Emily, pero lo único que recordaba era el nombre de la chica. Se llamaba Haeum. Jihyo y ella tenían apellidos diferentes.

Interesante.

—Eso es lo único que recordamos de ella —añadió—. Eso y que era muy linda.

—Bueno, es más de lo que tenía ayer.

—Siento no poder ayudarla más. Aunque las dos eran muy buenas amigas de Kim Sejeong ¿lo sabía?

—Sí, ya lo había oído. —Quizá la tal Sejeong fuera el camino correcto a seguir. Estaba claro que las conocía bien a las dos—. Oiga, ¿a qué colegio iban ustedes?

—Ah, estábamos en la Escuela Secundaria Eisenhower.

—Vale. Así que Haeum estaba en la Escuela Secundaria Eisenhower hace unos doce años, ¿correcto?

—Sí. Espero que la encuentre.

—Muchas gracias por llamar, Debra.

—De nada.

Bueno, con aquello no avanzaría muy rápido. Pero tenía una Haeum y una Escuela Secundaria Eisenhower. Al parecer, tendría que volver a salir con la tía Jeon al día siguiente, si ella aceptaba. Me pregunté si me dejaría conducir.

—¡Ah! —dijo Nayeon al tiempo que se acercaba a mí. Ella también había estado coqueteando—. Tengo la dirección y el número de tu Kim Sejeong.

—Geeenial.

Antes de ir a la escuela, le haría una visita a la señora Kim. Seguro que ella podía decirme el apellido de la hermana y dónde encontrarla. Las compañeras de celda lo compartían todo. Sobre todo las compañeras de celda que habían sido amigas antes de ir a prisión.

Chocamos los cinco y Nayeon se fue a calentar otra taza. Eran casi las once y empezaba a notar las consecuencias de los golpes y de haber dormido poco. Sin embargo, aunque mi cuerpo se estremecía de cansancio, mi mente se negaba a rendirse.

Me senté al lado de Teddy para asegurarme de que estaba bien, pero lo más curioso es que fue él quien me dio la mano. Le di un apretón. Aquel muchacho me había robado el corazón desde el momento en que salió de las sombras y odiaba que me pasara eso.

Primera Tumba a la Derecha (Sahyo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora