2

2 0 0
                                    

A raíz de ese día cosas extrañas comenzaron a sucederme. Era consciente de que por las noches no soñaba nada en absoluto; como si buscara en la oscuridad de mis sueños paz y tranquilidad después de tanto tiempo. El amanecer era lo primero que miraba, a pesar de que noches anteriores no podía ver ni siquiera su rastro al despertar, y sobre todo, podía sentir que ya no era la misma.

– Te ves cansada- exclamó aquel pequeño niño frente a mí en el comedor. Me encontraba viendo a la nada y solo su voz pudo traerme de vuelta a la realidad.

Sus ojos café, su cabello oscuro, su piel blanca y aquel pequeño lunar que compartimos justo en la mejilla izquierda.

《¿Por qué siento como si no te hubiera visto en siglos?》- Pensé en cuento su mirada hizo contacto con la mía.

Volteé mi mirada hacia todos mis acompañantes y la nostalgia se hizo presente hasta hacerme bajar la mirada hacía mi plato. Respiré hondo y sonreí hacia él.

– No te preocupes- dije revolviendo su cabello- estoy bien.

O al menos eso dije en el momento.

Días después parecía como si mi alma hubiera sido arrancada de mi cuerpo para nunca regresar; había perdido algo valioso pero no sabía que. No pude evitar sentirme triste a cada segundo y eso dificultó el poder disfrutar de mi familia y amigos, sin restricciones. Mis desvelos eran más constantes que antes y mis despertares eran anhelantes a pesar de no hacer nada para evitar sentirme patética al anochecer. Estaba ansiosa, nerviosa, triste, pero no sabía por qué. Y por las noches, mi cordura parecía desaparecer; 

Una noche más tarde de aquel sueño extraño, la presencia de algo me siguió por la madrugada. Me encontraba tan cansada y a pesar de que sus pasos seguían los míos tan cautelosos, fui capaz de percibirlo.

Esa noche lo dejé pasar.

Los días siguientes aquella extraña presencia me siguió tan persistente en mis noches en vela que se volvió algo extrañamente normal.

– Sé que estás allí- susurre a la nada, pero nadie contestó.

Seguí mi camino por el largo patio que daba a mi habitación y en algún punto desapareció. Siempre igual, siempre constante y a la misma hora. De alguna forma ya me había acostumbrado a ella.

Días después una más apareció. Supe que no era la misma presencia cuando aquellos ojos que me seguían eran tan pesados que daban escalofríos; eran tan meticulosos y constantes que parecían los de algún depredador en busca de su presa. Su porte incluso era diferente, no me seguía como la primera, solo me observaba de lejos entre las sombras.

En algún punto de la semana comencé a recorrer mi casa como si no reconociera a la perfección cada parte de ella, siempre por las madrugadas cuando todos dormían y nadie pudiera preocuparse de mí, pero esa noche no pude evitar caminar más rápido de lo normal al sentir su mirada. Algo me decía constantemente: Corre. Cómo un conejo ante un león hambriento, así me sentía a cada paso que daba.

Al doblar la esquina miré algo que nunca creí posible, aquella mirada apacible y amable estaba frente a mi habitación, pero esta vez podía verla con claridad. Un cuerpo lleno de oscuridad y unos ojos azul mar, eso era lo único, pero aún así extrañamente me tranquilizó.

《 De verdad me he vuelto loca 》

Su cuerpo parecía hecho de humo negro y me daba la impresión de no ser tangible. Era alto, o al menos eso parecía. Fue lo único que pude descubrir de aquella sombra hasta aquel momento. Sin temor, lentamente caminé hacia la sombra; despacio, casi sin levantar mis pies del suelo para no espantarlo. Alguien cuerdo hubiera estado espantado, pero, yo, solo estaba fascinada de saber más de aquel ser.

Llevé mi mano hasta él y las yemas de mis dedos pudieron tocar lo que supuse era su hombro. Eso me sorprendió. Abrí mis ojos a más no poder y traté de acercarme más, pero un fuerte sonido a mis espaldas me alarmó, al voltear, unos ojos de color extraño me observaban. La presencia de ojos azul mar misteriosamente desapareció.

Detallando lo que tenía enfrente; Aquellos ojos eran como ver el fuego mismo, tan ardientes y llenos de odio. De una tonalidad roja a las orillas, mientras que en el centro se encontraba de color naranja. Como una explosión; como un fuego ardiente.

Un depredador.

No me lastimó, solo nos observamos entre sí como si buscáramos algo que recalcar, pero, aun así, sus ojos infundían peligro antes de desaparecer por completo. A partir de esa noche pude ver como se turnaban para observarme. Rojo fuego y azul mar, me observaban noche tras noche, pero nunca se encontraban. Otras veces juraba ver una sombra extra que no se dejaba ver ni siquiera por los otros dos.

Me estaba volviendo loca.

Pero, ¿Qué pudo decir?, eso solo era el comienzo de algo aún más aterrador y ni siquiera lo intuía .

Era el inicio del final.

De mi final. 

Un abismo infinitoKde žijí příběhy. Začni objevovat