Capítulo 01

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Domingo 9 de Junio

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Domingo 9 de Junio.

Me despierta una sacudida de hombros y me aparto, hiperventilando. Noto el corazón a mil por hora y solo escucho mis jadeos mientras peleo con la sábana que me cubre. La realidad me golpea como un balde de agua fría y no me cuesta comprender que todo ha sido un sueño y que estoy a salvo. Aun así, sigo respirando a trompicones. Vale, ya está: ha sido un sueño, solo ha sido un sueño. Tengo que intentar calmarme. Tengo que calmarme. Por favor.

Miro a Ali, que está apoyada en el borde de la cama, pero no consigo calmarme lo más mínimo. Da igual que sepa que ha sido un sueño, una sensación de pesadez se instala en mi pecho de forma repentina y el miedo que me inunda por la propia sensación no me deja respirar bien.

—Inspira, expira, inspira, expira —escucho recitar a Ali mientras deja caer su peso sobre la cama. Ella me agarra de los brazos y tira de mí hacia arriba. Con su ayuda logro apoyarme en la pared. Siento que la postura me da más espacio para poder respirar, pero no siento que el aire alcance mis pulmones.

—I can't breathe* —consigo decir, mientras la ansiedad me domina—. No puedo respirar.

—Taylor, lo hemos estudiado, respira hondo, sigue mis indicaciones, estás sufriendo un ataque de pánico —comenta, apretando fuertemente mis brazos. Me gustaría gritarla que lo sé perfectamente, que ayer pasé los apuntes a limpio y está en la página 79, dentro de un recuadro rojo; me gustaría gritarla que es un ataque de pánico porque no temo por el recuerdo, sino por las sensaciones que estoy sintiendo; me gustaría gritarla que a pesar de saberlo me duele la cabeza y me sigue costando respirar, que es algo que me he aprendido y he entendido a la perfección, pero no me está sirviendo para nada; me gustaría gritarle tantas cosas... Mas solo me limito a concentrarme en la sensación de su agarre en mis brazos, de la suave sábana enredada en mis pies, y de la fría pared que está en contacto con la piel que deja al aire mi camiseta de tirantes. Esas sensaciones, gracias a Dios, me mantienen anclada en el momento.

—Así, tía, lo estás haciendo genial —Agarro de vuelta la mano de Ali, y se la aprieto y zarandeo, enfadada por sus palabras, las cuales solo consiguen que me sienta como una maldita niña pequeña. Mi respiración se ha normalizado al completo, pero el horroroso dolor de pecho característico de la ansiedad me sigue acompañando.

A pesar de haber pasado el punto álgido del ataque de pánico una punzada de miedo irracional atraviesa mi pecho y me echo hacia delante, muy preocupada—. No me trates como a una niña pequeña —la respondo de forma automática, aferrándome a sus palabras y sacando desesperadamente un tema de conversación.

—En los apuntes pone que hay que validar el progreso de la persona tras el ataque de pánico —comenta ella, intentando justificar su forma de actuar. Escucho su voz atentamente e intento enfocarme en la teoría que aprendimos en clase para huir de mis sensaciones, sin olvidar la página 79. Taylor, página 79. Miedo al síntoma. Es solo miedo al síntoma.

Te seguiré hasta el infierno si hace falta ©Where stories live. Discover now