— Le gusta recogerte después del trabajo. ྀི #Suguru Getō.
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A Suguru le encantaba recogerte del trabajo en su motocicleta, pero nunca admitiría por qué.
Conducía un viejo Suzuki y todos tus compañeros (¡no sólo las chicas!) lo miraban fijamente, se veía muy lindo, esperándote afuera de la oficina, con el casco en las manos y un cigarrillo en los labios, matando el tiempo en su teléfono.
Una vez que te ve, te da una amplia sonrisa y se guardaba el teléfono en su bolsillo. Le diste un pequeño beso en los labios y te subiste a la espalda. Aunque hacía esto durante un año seguido y siempre conducía con mucho cuidado, tenías la costumbre de aferrarte a él, envolver su fuerte cuerpo con tus manos y apoyar tu rostro en su espalda, oliendo su champú y su chaqueta de cuero.
A veces lo apretabas con tanta fuerza que tu pecho presionaba directamente su espalda, lo que lo endurecía mientras conducía. Se odiaba a sí mismo por estar tan desesperado, pero solo tu cuerpo presionado contra él lo volvía loco hasta el punto de agarrar las manijas con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.
Nunca te habías dado cuenta de esto, aunque notabas que cada vez que llegabas a casa, él tiraba tu bolso al suelo, te empujaba contra la pared y gemía como un animal herido contra tu cuello, besándote y jugueteando con tu ropa. Sus manos acariciaban tu rostro mientras su boca buscaba desesperadamente la tuya, estaba sonrojado y necesitado.
"Mhmm bebé... ni siquiera me he duchado todavía... p-por favor", maullarías pero él te callaría con un beso aún más hambriento.
"No me importa princesa, te necesito ahora", respondía, empujando su dolorosamente dura polla en tu entrada vestida, frotando de arriba a abajo seductoramente, su voz atormentada haciéndote olvidar todo lo demás. Él te levantaría contra la pared, deslizaría tus bragas empapadas hacia un lado, todo ese beso te mojaría y se introduciría profundamente en tu coño, llenándote tan bien que dejarías un suave gemido.
''S..suguru p..por favor'' soltabas, sin siquiera saber lo que estabas suplicando, tratando de estabilizarte contra su abrazo, golpeabas levemente contra la pared con cada empujón necesitado, agarrando su despeinado cabello como apoyo, lo excitaba tanto "joder... cariño... no hagas eso", Te advertía exhalando pesadamente, tus manos en su cabello hacían que su polla se moviera. De todos modos, nunca escuchaste, no hasta que te golpeó la cabeza contra la pared y los vecinos llamaron a la puerta para preguntar si todo estaba bien después.
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