⚫Capítulo 140⚪ No es una historia bonita

337 48 8
                                    


—Sé que no tuviste una infancia común, eso sumado a tus cicatrices y tu estado de frialdad, sabía que no eras alguien normal — comienzo, dejando ese todo irónico —. Y eso lo confirmé en mi primera noche en tu casa.

Alza ambas cejas —, ¿acaso te pusiste a registrar mis cosas?

—Más bien me cayeron de sorpresa — le digo encogiéndome de hombros.

—No veo la diferencia...

—No es necesario que lo sepas, pero lo que vi, si — tomo un respiro —, había una foto tuya, tenías quizás unos diez, nueve años o menos, estabas en una camilla de hospital — solo bastan esas palabras para que obtenga una reacción incómoda, se acomoda en la cama, pero se remueve para desviar su atención, termina viendo al techo —. Lastimado, tenías vendas por todas partes, demasiada sangre y... tu mirada, creo que eso se robaba la atención a pesar del horror que era todo...

Sigue sin mirarme, soy consciente de como su pecho sube y baja de manera errática, incluso está comenzando a sudar.

—Pero claro, eso ya lo debes de saber, lo que quizás no recuerdas es ese anuncio que había cerca de la foto — prosigo a pesar de que no debería —. Terremoto vs Infame, última pelea — cierro los ojos para recitarlo —, al parecer hacían apuestas, pero no era reciente, se miraba igual de viejo que la fotografía... quizás de la misma época.

Su pecho vuelve a subir y bajar, esta vez más rápido que hace unos segundos. Me doy cuenta de que toma una bocanada de aire y trata de sentarse.

Me pongo de pie, mientras disimulo no preocuparme por su palidez —, ¿sabes a qué lugar fui Skandar? ¿Sabes el arma que me dio Alfonso? — lo miro desde arriba, buscando no alarmarme por su descontrolada respiración, su mirada sigue en el techo —, me fui directo al mismo infierno, aunque algo me dice que tú ya lo conoces, se llama Port Morris.

Y con eso me basta para que Skandar rompa todo tipo de tranquilidad. Se sienta de un tirón e intenta tomar aire, y repite eso dos veces más sin éxito.

Oh, carajo...

Corro a abrir la ventana para que circule el aire, por suerte tengo éxito al sentir como me despeina el viento. No ha parado de sudar, tanto que tengo que llenar de nuevo el vaso de agua y sentarme en la orilla de la cama.

No toma el vaso, es imposible sus manos no dejan de temblar,  termino siendo yo la que lo sostiene mientras acaba con el líquido. No me doy cuenta cuando con ambas manos se aferra a mi muñeca mientras sostengo el vaso, sin brusquedad, de hecho, sigue temblando.

—¿Quieres comer algo? — le pregunto mientras bajo el vaso, aún sigue sin soltar mi muñeca, aunque su pecho toma un ritmo normal y ya no intenta jalar aire —, por lo menos ya respiras...

Se toma su tiempo para mirarme, sus pupilas se dilatan y creo que si no estuviera encadenado mi destino sería incierto. Me detesta. Y creo que por fin algo me está saliendo bien.

—Quiero que te largues de aquí, quiero que me dejes dormir y que no tenga que ver ni escuchar tu voz — me dice, su tono es bajo, casi un susurro, su rostro lo acerca al mío —, esto no será permanente y lo sabes, voy a salir de aquí.

A pesar de todo, sé que parte de su reacción es el mismo miedo, es el mismo que sentí hace meses.

—No, no estás en posición de negociar — me atrevo a tomarlo del mentón, y aunque no me regala una sonrisa, no intenta moverse —, te dije que iba a ser una noche muy larga Skandar Cacciatore.

—Pero va a tener un fin...

—Y será cuando yo lo dicte, pero ahora me vas a responder — le digo, poniéndome de pie y dándole punto final.

Vindicta (Segunda parte de Mirada Cruel)Where stories live. Discover now