- CINCO!

104 8 8
                                    








⋆.ೃ࿔*:・
CAPÍTULO CINCO
"INDIGNO DE AMOR"
⋆.ೃ࿔*:・






— DALE FRAN, YA QUEDASTE. — Anuncié especialmente para el chico frente a mi, al cual ya había acabado de maquillar. Hoy se grabaría la escena de el accidente y aunque al personaje de Francisco, no le haya ido tan mal, si me tarde un poco alistándolo.

— Gracias, flaca. ¿Quien te toca ahora? ¿Blas? — Fran se paró de la silla, agarrando un par de sus cosas. Y luego se posicionó frente a mi.

— Desearía. No tarda en llegar el rompe bolas.—Recargué mi brazo en mi estación, poniendo mi mano libre en mi frente.

— Oh, buena suerte. — El chico me guiñó un ojo y rió. — Cualquier cosa me escribís.

— Dale. Bye bye. — Le abrí la puerta del trailer y él salió apresurado, no tan lejos de nosotros caminaba Enzo hacia nuestra dirección. Rodé los ojos y mentalmente me repetí que no iba a hacer ninguna estupidez. Procedí a cerrar la puerta, estaba loco si cree que lo iba a esperar.

Segundos después se escucharon dos golpes en la puerta, me tardé un poco. Planeaba tardarme más hasta que volvió a tocar más desesperadamente. Quejándome, me paré de el sillóncito que me brindaban y abrí la puerta.

Enzo me miró de mala gana y sin siquiera saludar se pasó directo a la silla. — ¿Y la educación se quedó en casa? — Pregunté sarcásticamente, mientras organizaba las cosas que iba a utilizar para maquillarlo.

— Mm, será por eso que me fuiste a acusar con Fran. — Hicimos contacto visual, y se podía oír burla en su tono de voz.

— ¿De que estás hablando, Enzo? — Comencé con una de las brochas a manchar su piel. El solo respiró profundamente.

— Pues que hoy en la mañana tu amigo me despertó de una manera no muy linda.

— Que jodido ha de ser ser un jodido. — Remarqué, haciendo una nota mental de preguntarle a Fran que tanto le dijo a Enzo.

Seguí con mi maquillaje en silencio, solo recibiendo miradas extrañas por parte del hombre frente a mi. De vez en cuando le pedía si podía voltear la cara un poco o que se dejara de mover, pero una de esas veces le pareció afectar un poco.

— Siempre tan controladora. — Murmuró bajo su aliento. Estuve unos segundos pensando si actuar como si no lo hubiera escuchado o si; pero opté por la positiva.

— ¿Qué?

— Que siempre eres tan controladora y premeditada que podrías matar a alguien y salirte con la tuya. — El hombre se encogió de hombros, riendo ligeramente.

— ¿Que mierda estas dicie- — Intente hablar, pero Enzo me quitó la palabra.

— ¿Sabés cual es mi truco favorito tuyo? — Lo miré con intriga y confusión, no porque quisiera saber lo que iba a decir, más bien porque no sabía ni que estaba sucediendo. — La forma en la qué hacés que todos piensen que eres perfecta.

— Como siempre pretendés tener todo en orden, querés que todo se haga a tu manera,  siempre siempre siempre. ¿Pero sabés que? Ninguna estrategia ocultará el desastre que eres por mucho tiempo. — Terminó, acercando su cara a mí con las cejas levantadas.

Me hice para atrás, comprendiendo y pensando si simplemente continuar o si responderle algo. Si no puedo ser mejor que el, seré peor.

¿Y vos sabés cual es mi truco favorito tuyo? — Me burleé de él pero ni siquiera lo dejé responder la pregunta. — En cómo engañaste al mundo haciéndoles creer que pensás tan altamente de vos. — No me contestó, simplemente me miró con fuego en los ojos.

— Un pedazo de mierda arrogante para todo el mundo pero todo es un acto. Un acto para ocultar lo indigno que te sentís de amor porque, por favor, no hay forma que pensés tan bien de vos mismo pero al mismo tiempo le vas arruinando la vida a ¡Todo el mundo!

Sentí como mi voz iba escalando cada vez más y la manera en la que golpeaba contra las paredes de trailer. Enzo solo me miraba, sus puños haciéndose cada vez más blancos.

— Las personas arrogantes aman ser amadas, pero vos no sos arrogante. Dios ni cerca, ¡Solo sos un inseguro de mierda!

— ¿Inseguro? — Enzo se paró de la silla de maquillaje. — Ni que fuera vos. Pobre Martina, siempre encontrando maneras para agradarle a la gente, porque ni sus propios padres la quieren.

Me tensé y podía sentir como el sudor empezaría a salir de mi cuello. — Largáte de acá. — Ordené, pero Enzo pareció no haberme escuchado.

— Para que se olviden de cómo todo se té entregó en bandeja de oro. — Enzo lanzó sus brazos al aire.

¿¡Bandeja de oro?! — Me quede boquiabierta.

— Solo alguien tan cínica como vos negaría su privilegio, aun viniendo de las familias más ricas de Montevideo.

— ¿Querés hablar de cómo engañe a todo el mundo para que me vieran como alguien pefecta? Hablemos de cómo engañaste a todos que pensáran que eres alguien merecedor de amor por que ni siquiera lo podés hacer vos mismo. ¡Buenas noticas, Enzo! — Me acerque a él, nuestras caras quedando a centímetros de distancia. — No lo sos.

Le di una última mirada para después volver a la mesita donde mis cosas estaban repartidas, afortunadamente ya había terminado su maquillaje y se podía ir tan pronto como quisiera.

— Jodéte. — Eso fue lo ultimo que dijo antes de tomar sus pretenencias y azotar la puerta tras de él. Me quede mirándome unos segundos en el espejo, no sabiendo si sentirme orgullosa de defendereme como lo hice o como una mierda de persona por la misma razón.

Desde pequeña he tenido este tipo de peleas con Enzo, por supuesto, menos intensas. Y siempre me dije que nunca me rebajaría a su nivel. Que sería más amable, pero esta vez fue todo lo contrario.

Nunca dejé que sus palabras me pegaran tanto, pero con el tiempo, estas se encontraron cada vez llegando a lo más profundo de mi, y no sabía como pararlo.

Me seguí observando hasta que la puerta se volvió a abrir. Revelando a Fran detrás de ella. Y fue como si Dios me hubiera escuchado, ya que era la única persona que necesitaba en este momento.

— ¿Todo bien? Escuché mucho alboroto. — Fran me pregunto con sincera intriga en su voz. Suspiré.

— Genial. — Puse una mano en mi frente, indicando estrés. — Nunca he entendido por que me odia tanto. ¿Alguna vez ha dicho por que? ¿O me ha mencionado? — Interrogué, sabiendo que el chico ya había convivido con él hace ya tiempo.

— Oh no, evita tu nombre como si decirlo le fuera a quitar el trabajo. — Rió para intentar relajar el ambiente. Y después prosiguió a tomar asiento en el sillón donde yo me encontraba en un inicio. — ¿Vos odiás el tema?

— Supongo que si..., pero solo porque él me ha hecho odiarlo. Pensé que encontraríamos la manera de hacer que esto fluyera pero cada vez que pongo de mi parte termina así, es ridiculo.

— ¿Y lo odiás a él?

Odiar no es algo que haga usualmente. No tengo nada en mí para realmente odiar a alguien. O por lo menos eso creía antes. Esa era la respuesta espontánea cuando alguien preguntaba sobre una persona que no era exactamente mi amiga o cuando mencionaban como los niños de la escuela me trataban. Mis palabras de antes sonáron en mi cerebro, pero fueron remplazadas por las palabras de alguien más.

Porque ni sus propios padres la quieren.

Tal vez si.

Mis palabras hicieron silencio por un momento. Hasta que Fran lo rompió. — Y no te culpo por ello. — El rubio se paró de su asiento y puso su brazo sobre mis hombros. — Anda, vamos que los otros estaban esperando a ver cuando salías para platicar un rato.

Reí y me di cuenta qué tal vez si podría sobrevivir este desastre.







&& NOTA DE LA AUTORA
oh





no se olviden de votar y comentar!

POR VOS ( enzo vogrincic ! )Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα