TRES

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Jungkook soltó una pequeña risa que Blair no logró comprender, lo que causó que se preguntara qué podía ser tan gracioso luego de ese trágico evento. Ella esperó que él dijera algo tras su reacción, y en su lugar, permaneció callado, como si hubiese sido un chiste personal.

—¿Qué fue esa risa? —le preguntó.

—Un risa y ya. ¿Ahora todo lo que hago debe tener una explicación?

—Solo me pareció curiosa, dado que casi nos caemos de esta porquería hace dos segundos —le aclaró—. Espero que no te hayas burlando de la muerte porque aún estamos en sus garras.

—Deja de ser tan supersticiosa. Si morimos ahora es porque nos tocó —le dijo, retomando su lugar en el asiento—, y en todo caso, no reía por eso.

—¿Entonces?

—Fue algo realmente estúpido, Blair.¿Por qué insistes con saber?

—Porque quizá... tuvimos el mismo recuerdo —expresó algo tímida.

Jungkook la miró.

—¿Te parece? Yo recordaba a un gorila pellizcándole los pezones a otro, ¿y tú?

Ella giró los ojos, pero también rio por su sarcasmo. Jungkook podría cambiar físicamente, sin embargo, seguía siendo el mismo pesado de antes; aunque de nuevo la hacía reír...

—Recordé aquel día cuando fuimos al parque de diversiones —le contestó Blair, después de todo.

Jungkook emitió otra risa que le sacudió los hombros, esta vez una más amena, y tras varios segundos sin decir algo, regresó su vista a ella.

—En la rueda esa, ¿no? Que nos sacudía de aquí para allá y solo podíamos abrazarnos para no caernos —coincidió con ella, causando que asintiera con una sonrisa—. Dijimos que no volveríamos a subir en ese juego. Perdiste uno de tus pendientes y la pantalla de mi teléfono se dañó. Fue un desastre.

—Totalmente. Pero al día siguiente me compraste unos nuevos. —comentó y llevó sus manos a los lóbulos de sus orejas por instinto—. Desde entonces han sido mis favoritos.

—¿Son esos? —le preguntó apuntándolos y se acercó a ella por la poca iluminación que había.

Blair apartó su mano para que lo pudiera apreciar mejor, sin embargo, sus ondas marrones seguían cubriendo el pendiente, por lo que Jungkook se atrevió a mover su cabello hacia atrás con cautela. Allí pudo observar a la dorada flor, con pétalos cubiertos por pequeñas joyas plateadas que rodeaban a una más grande en el centro de estos, la misma poseía un tono esmeralda que combinaba perfecto con sus ojos; motivo exacto por el que los eligió, iban con el color de ellos, que eran grandes y expresivos.

Adorables, como toda ella.

Jungkook pasó su visión a su perfil, el cual seguía siendo tan único como siempre. Ella solía quejarse de ese pequeño hueso sobresaliente en su nariz, le parecía poco agraciado, y él no comprendía porqué si el detalle era lo que le daba esa hermosa silueta cuando estaba a su lado. Antes de pensarlo, su dedo índice ya había tocado el entrecejo de Blair y estaba comenzando a bajar por el irregular puente de su nariz, con una lentitud que le causó un ligero temblor a ella, quien lo miraba de reojo mientras realizaba el inusual gesto.

Ninguno decía mucho, y al final, su dedo paró en su arco de cupido, donde tuvo que obligarse a detenerse para no llevar la yema de sus dedos por sus labios. Incluso cuando permecían semiabiertos a la espera de su delicado tacto, Jungkook decidió que lo mejor era guardar de nuevo sus manos, ya que no quería abusar de la confianza y faltarle el respeto a Blair. Había hecho demasiado con tocarla sin su permiso, y ahora que ella lo miraba se sentía expuesto al no saber qué decirle si le preguntaba qué había pasado.

—¿Por qué paraste? —inquirió ella.

En realidad, esa no era la primera vez que Jungkook hacía eso, las caricias hacia su perfil eran algo a lo que ella estaba habituada cuando eran una pareja. No habían razones sólidas, tan solo él venía y colocaba la calidez que emanaba sobre la suya, en cualquier lugar, en cualquier momento... Y si Blair tenía que admitir un hecho reciente, era que le había gustado en demasía que su tacto volviera a posarse en ella de ese modo tan cándido y gentil. Revivió mucho de lo que creyó sepultado bajo las mantas del pasado.

—No debí hacer eso —le contestó, enfocándose en el lejano horizonte.

—Pero me gustó.

Jungkook bajó la mirada.

—¿Quién es el miedoso ahora? —siguió ella en juego.

—¿De qué tendría miedo?

—De... ¿incomodarme? No sé. —Alzó los hombros—. Lo que sé es que es divertido verte así, pocas cosas te intimidan y te sonrojan.

—¿Crees que eso me intimidó?

—Demuéstrame que no —le dijo ladeando la cabeza hacia él.

—No caeré en eso, Blair.

Él sabía con exactitud a lo que se refería y no quería participar.

—El ganador se llevará un caramelo de fresas —expuso, sacándolo de su chaqueta. Lo sostenía frente a él sobre el enorme guante—. Sé que te encantan.

—Hace mucho que no.

—Mentiroso. Solo juega —le pidió.

La propuesta le sacó un suspiro de fastidio a Jungkook, pero no tenía cómo decirle que no, o simplemente él no quería decirle que no a Blair.

Terminó cediendo y se sacudió el cabello de la cara con un movimiento de cabeza, se giró hacia ella y la miró como tanto pedía, ya que todo lo que Blair solicitaba era un juego de miradas que requería de un perdedor, y ese sería quien apartara los ojos al sentirse vulnerable ante el otro. Se trataba de una pequeña competencia que antes los dos hacían para ganarse algún premio, desde lo más pueril hasta lo más impetuoso y apasionado.

Blair hizo una mueca de satisfacción y Jungkook negó por permitirse caer ante aquello. Ambos comenzaron a mirarse procurando mantener la seriedad, pero no pasó mucho tiempo para que ella hiciera algunas caras extrañas para distraerlo. A lo que él se mantenía sereno, apenas pestañeaba,
aunque poco a poco fue sediendo ante sus gestos. Sobre todo cuando Blair succionó sus mejillas y juntó sus ojos, de la misma manera en la que le gustaba hacerlo para causar su derrota.

Blair no había cambiado nada.

Y mientras más niñerías hacía, más veía a la misma chica de la que se había enamorado...

Lo que alteró su semblante y lo hizo retroceder, y por consiguiente, quitar su atenta y fascinada mirada de ella. Jungkook estaba seguro de que, si hubiese transcurrido otro segundo observándola de esa forma, sus impulsos estarían mucho más próximos a acercarse en vez de alejarse como debería. Acto que Blair se tomó directamente como una obvia derrota y lo celebró llevándose a la boca el caramelo de fresas, aunque no era tan mala, tenía uno extra y extendió su mano para entregárselo.

—¿O quieres este? —le preguntó sacando la lengua con el duro círculo rojo en ella.

—A veces olvido que con algo de confianza comienzas a mostrar tu verdadero yo —le dijo y agarró el caramelo de su mano.

Aunque en ese instante no le hubiera molestado tomar el que ya tenía en su dulce y colorida boca.

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25.3.24

Recuerdos en la nieve » j.jkTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang