Misión 1

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Anya Forger, 16 años, hija del reconocido psiquiatra Loid Forger y la encantadora Yor Forger; actualmente se encuentra escondida atrás de árbol observando a su objetivo.

Damián Desmond.

Becky por su parte solo se dedica a observar a su amiga con un mirada difícil de describir, algo similar a confusión y frustración. Esa maldita guerra de bromas era algo que había escalado demasiado últimamente.

Todo había empezado con Damian haciéndole una pequeña broma a Anya, algo tan trivial como cambiar la azúcar por sal durante la hora del té en la academia. Después Anya se la habían regresado con la misma trivialidad,  abrir el frasco de sal para que cuando el segundo se sirviera está se derramará sobre su comida.

Absolutamente nadie sabe como la calidad y la cantidad de bromas había llegado hasta el extremo actual. Ya no eran pequeñas trivialidades, la última broma de Damian dirigida a la única hija de los Forger había sido derramar la tinta de todos sus bolígrafos dentro de su estuchera. Anya no se lo había tomado bien, su padre le había regalado esa estuchera el primer día del año escolar, motivo por el cual la pequeña Forger estaba espiando al segundo hijo de los Desmond.

— Anya...

— Silencio Becky, tengo que descubrir una debilidad del segundo.

— Lo mejor sería detener esto antes de que alguno de ustedes se arrepienta.

— ¡El objetivo se mueve!

El segundo hijo de los Desmond dejó lo que sea que estuviera haciendo cuando Emile y Ewen llegaron, por su parte Becky y Anya los seguían a unos cuantos metros de distancia. Esto continuó durante todo el día, desde las clases hasta las horas libres e incluso durante la hora del té, donde por fin Anya se dio por rendida.

— ¡No encontré nada para burlarme del segundo! — gimoteo Forger.

— Oh querida yo... — de pronto Blackbell tuvo una idea, esa clase de ideas que producen una sonrisa en cuanto llegan — estuve pensando una broma perfecta para el segundo.

— ¿Ah sí?

Los ojos de Anya brillaban mientras Becky le susurraba su malvado plan al oído. Siendo justos Becky había soportado las tonterías de ambos demasiado tiempo y ella también merecía algo de diversión.

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Damián Desmond, 17 años, segundo hijo de la importante familia familia Desmond, su padre Donovan Desmond un importante político, su madre la elegante y con una alcance sin igual en cuanto a los círculos sociales más significativos Melinda Desmond y por último su hermano mayor el CEO de uno de los conglomerados más grandes de todo el país Demetrius Desmond.

Gracias a su procedencia es muy fácil notar el gran peso sobre los hombros con el que contaba el segundo hijo de los Desmond. Tenía estándares casi inalcanzables sobre él desde el día su nacimiento, cosas que nunca se tomaba a la ligera.

Sin embargo todos merecemos una distracción que en este caso es algo tan simple como una guerra de bromas con la hija de los Forger.

Todo había iniciando como una tontería sugerencia de Emile y había llegado hasta la actualidad, él mismo admitía que su última broma fue algo pesada pero ella misma se lo había buscado.

— ¿Qué estará planeando Forger? —  soltó la pregunta al aire Emile.

— Lo que sea que esté planeando será superado por el señor Damian, obviamente — respondió rápidamente Ewen.

Desmond no respondió, solo sonrió con confianza.

— ¡Damian! — la voz reconocida llegó oídos de Desmond.

— ¡No le hables con tanta confianza al señor Damian, Blackbell! — gritaron al unísono Emile y Ewen.

— Damian esto es de parte de Anya.

El segundo hijo de los Desmond tomó el bonito sobre de las manos de Becky. El patrón del mismo era de un color salmón lleno de pequeñas estrellitas de colores pastel y tenía escrito en letras claras por fuera "Para el segundo". Su corazón dio un vuelco, él mejor que nadie conocía le letra de la hija de los Forger.

Blackbell sonrió fugazmente al notar los sentimientos obvios del segundo. 

— Léela solo, eso me pidió que te dijera — para su desgracia tendría que irse sin poder disfrutar el resto del espectáculo.

— ¡Señor yo la leeré por usted!

— ¡No!

Grito sin pensar, bueno, es decir, todo esto era demasiado personal para dejar que sus amigos la leyeran. Leer las cartas dirigidas a otras personas es grosero ¿verdad? Al menos así se excusaba en su cabeza el segundo hijo.

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— Veo que llegaste segundo — sonrío Anya sentada en una pequeña mesilla en el jardín.

— Tú me lo pediste fea.

Anya sonrió. ¿Y Damian? A Damian se le quemaron unas cuantas neuronas a causa de esa sonrisa.

A lo lejos Becky observaba la linda imagen de ambos juntos, era hora de que tuvieran una cita, su forma de coquetear era realmente rara. Al menos en la boda ella podría darse el crédito de ayudarlos a tener su primera cita.

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Querido segundo.

Me gustaría que nos reunieramos durante la hora del té de mañana. Creo que ambos nos debemos el tiempo para el otro, te esperaré en las mesitas afueras del segundo edificio.

Con cariño Anya Forger

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