¿Alguna ves has sentido una mirada de lujuria?
Pues yo si, y la siento cada vez que sus ojos me miran para mandarme un mensaje que solo yo sabré descifrar.
¿Cómo llegué a esto? Creo que para contestar esto tendría que retroceder unos cuatro años.
Se...
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Estoy aquí, de pie junto a Jackson en medio de una multitud emocionada, mientras Adele está en el escenario, iluminada por un foco que capta cada emoción que cruza su rostro. El concierto está en pleno apogeo, y cada nota que la cantante deja escapar resuena profundamente en mi corazón. Jackson está a mi lado, su mano encontrando la mía entre la multitud, entrelazando nuestros dedos con firmeza.
-¿Estás disfrutando el concierto? -me susurra Jackson al oído, asegurándose de que su voz se eleve sobre la música.
-¡Absolutamente! -respondo, mi voz cargada de emoción. -Adele es increíble en vivo. Gracias por traerme aquí.
Adele comienza a cantar uno de sus éxitos más emotivos, y el mundo alrededor parece desvanecerse, dejándonos a Jackson y a mí solos en nuestro pequeño universo personal. La emoción en su voz es palpable, y me encuentro siendo arrastrada por la intensidad de la canción.
-Esta es nuestra canción, Lia -dice Jackson, apretando mi mano un poco más fuerte. Su mirada se encuentra con la mía, y puedo ver el reflejo de la luz del escenario en sus ojos.
Mientras Adele canta, siento que las palabras hablan directamente a nuestra historia, a nuestros desafíos y triunfos compartidos. Es un momento mágico, uno de esos instantes raros y preciosos en los que todo parece posible.
La canción llega a su fin, y la multitud estalla en aplausos. Adele agradece con una sonrisa genuina, su presencia en el escenario tan magnética como siempre. En ese momento, Jackson me mira con una intensidad que reconozco de inmediato, una chispa de algo especial brillando en sus ojos.
-Lia, hay algo que quiero hacer -dice, y antes de que pueda preguntar qué es, me está guiando a través de la multitud, hacia un lugar desconocido.
Sigo a Jackson, emocionada y curiosa, mientras nos adentramos entre bastidores. La música aún resuena en mis oídos, cada nota, cada palabra cantada, envolviéndome en una nube de emoción. La atmósfera está cargada de magia, una magia que solo se intensifica a medida que nos acercamos a nuestro destino desconocido.
De repente, nos detenemos. Ante nosotros, Adele comienza a entonar las primeras notas de su canción más romántica. La sorpresa me deja sin palabras; es una serenata privada, solo para nosotros dos. Miro a Jackson, buscando alguna explicación en su rostro, pero lo que encuentro es una mirada de amor y nerviosismo que nunca antes había visto.
-Hola amor -dice Jackson, su voz suave pero llena de emoción-. ¿Qué haces?
-Estoy... -comienzo a decir, pero las palabras se me escapan. Todo lo que puedo hacer es sumergirme en el momento, en la belleza de la música y la intimidad del instante.
Entonces, mientras Adele canta, Jackson se gira hacia mí. Con cada palabra que pronuncia, el mundo a nuestro alrededor parece desaparecer, dejándonos solo a nosotros dos en este instante suspendido en el tiempo.
-Lia, desde el momento en que te conocí, mi vida cambió de maneras que nunca pude imaginar -comienza Jackson, su voz cargada de emoción. Se arrodilla ante mí, y mi corazón comienza a latir con fuerza-. Me has enseñado lo que significa amar de verdad, has sido mi luz en la oscuridad y mi calma en la tormenta.
Hace una pausa, tomando mi mano entre las suyas. La canción de Adele alcanza su clímax, llenando el aire con palabras de amor eterno.
-No puedo imaginar mi vida sin ti, Lia. Quiero reír contigo, llorar contigo, crecer contigo. Quiero ser tu compañero en cada aventura, tu consuelo en cada dolor -continúa, su mirada fija en la mía, brillando con lágrimas de felicidad.
Entonces, saca una pequeña caja de su bolsillo, abriéndola para revelar un anillo que captura la luz de manera espectacular.
-Lia, mi amor, ¿me harías el honor de ser mi esposa? -pregunta, su voz apenas un susurro sobre la música.
Las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, cada palabra suya resonando profundamente en mi alma. Con Adele como testigo de este momento, envolviéndonos en una canción que habla de un amor verdadero y eterno, sé que este es el comienzo de nuestro "para siempre".
-Jackson -digo, mi voz temblorosa pero clara-. Sí, sí, ¡un millón de veces sí!
Se levanta y me abraza, sellando nuestra promesa con un beso que habla de futuros compartidos, de sueños por cumplir y de un amor que superará cualquier desafío. En este instante, bajo el eco de la música y las estrellas testigos de nuestro amor, sé que no importa lo que nos depare el futuro, lo enfrentaremos juntos, mano a mano, corazón con corazón.
Y mientras nos abrazamos, escuchando el final de la canción, el aplauso de Adele y su cálida felicitación llenan la habitación, una bendición perfecta para nuestro compromiso. Este momento, este instante de amor puro y promesas eternas, quedará grabado en mi corazón para siempre.