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Ferran Torres

Los meses habían pasado, Sira ya estaba de casi 7 meses de embarazo y nos encontrábamos en verano. Por lo que ya tenía tiempo libre para poder centrarme en la boda y el bebé, como decía Sira. Y por ello ahora me encontraba en el salón de nuestra casa eligiendo las decoraciones de la boda.

Mientras revisaba los detalles de la decoración para la boda con Sira, no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Por fuera, intentaba mostrarme entusiasmado y comprometido con los preparativos, pero por dentro, mi corazón estaba lleno de dolor y una sensación de vacío.

- Sira, ¿qué te parece si ponemos las flores blancas en la entrada? - sugerí, tratando de mantener mi mente enfocada en la tarea en cuestión.

Sira sonrió y asintió.

- ¡Sí, eso sería perfecto! Creo que quedará muy elegante - respondió con su voz llena de emoción por el gran día que se acercaba.

A pesar de su entusiasmo, no podía evitar sentirme abrumado por el peso de la situación. Mientras Sira apuntaba las flores que finalmente habíamos elegido , mi mente vagaba hacia Mía y el bebé que esperaba. Me sentía culpable por estar aquí, preparando mi boda con Sira, cuando en realidad mi corazón anhelaba estar con Mía.

- Sira, ¿estás segura de que esto es lo que quieres? - pregunté de repente, sintiendo la necesidad de sinceridad en medio de la falsedad que rodeaba nuestra relación.

Ella me miró con sorpresa, pero luego asintió con determinación.

- Sí, Ferran. Estoy segura de que quiero estar contigo y formar una familia juntos - respondió, tratando de disipar cualquier duda que pudiera tener.

Asentí lentamente, forzando una sonrisa en mi rostro mientras luchaba por contener las emociones que amenazaban con desbordarse. Sabía que estaba mintiendo, que la única razón por la que estábamos aquí era por el bebé que esperaba. Pero al mismo tiempo, no podía permitirme pensar en otra opción. El bebé merecía tener a sus padres juntos, aunque eso significara sacrificar mi propia felicidad.

Mientras continuábamos con los preparativos de la boda, mi mente seguía divagando hacia Mía y la vida que podríamos haber tenido juntos. Pero en lugar de dejarme consumir por el remordimiento y la tristeza, me aferré a la idea de que estar con Sira era lo correcto para el bebé. Aunque mi corazón estuviera roto, haría lo que fuera necesario para asegurarme de que el bebé tuviera la mejor vida posible.

Escuchamos un suave golpe en la puerta. Sira se apresuró a abrir y nos encontramos con Pedri y Katya, quienes habían llegado para ayudarnos con los preparativos.

- ¡Hola chicos! - exclamó Katya con entusiasmo mientras entraban, llevando consigo una caja de pasteles envuelta en papel decorativo - Trajimos algunos pasteles para que podáis elegir el que más os guste para la boda.

Sira y Katya se dirigieron rápidamente a la cocina, dejándonos a Pedri y a mí solos en el salón. Mientras Pedri se acomodaba en el sofá, pude sentir su mirada escrutadora sobre mí, como si supiera que algo me preocupaba.

El peso del silencio llenaba la habitación mientras Pedri y yo nos encontrábamos sentados en el sofá del salón, rodeados por la atmósfera tensa que se había creado entre nosotros. Sabía que no podía evitar la inevitable conversación sobre Mía, aunque preferiría no tener que abordar ese tema en absoluto.

Después de un momento, Pedri rompió el silencio con una mirada llena de preocupación.

- Ferran, sé que las cosas han sido difíciles últimamente, especialmente con todo lo que ha pasado con Mía y la boda con Sira. ¿Cómo estás realmente?

Me recosté en el sofá, sintiendo el peso de la responsabilidad aplastándome mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para expresar mis sentimientos.

- Es complicado, Pedri - admití finalmente, dejando escapar un suspiro cansado - Sé que estoy comprometido con Sira y que tenemos un bebé en camino, pero no puedo evitar pensar en Mía y todo lo que perdimos.

Pedri asintió con comprensión, sus ojos reflejando la empatía mientras me escuchaba en silencio.

- Lo entiendo, Ferrari. Pero también sé que tienes que hacer lo que creas que es lo mejor para ti y para tu familia.

Sus palabras resonaron en mi mente, recordándome las difíciles decisiones que había tenido que tomar en las últimas semanas. Sabía que no podía seguir viviendo en el pasado, aferrado a un amor que ya no existía, pero tampoco podía ignorar los sentimientos que aún albergaba por Mía.

- Lo sé, Pedri - respondí sinceramente, una mezcla de determinación y tristeza en mi voz - Intento concentrarme en mi compromiso con Sira y en el futuro de nuestra familia, pero a veces es difícil dejar atrás el pasado.

Pedri me miró con una mirada compasiva, reconociendo la complejidad de la situación en la que me encontraba.

; Estoy aquí para ti, tiburón - dijo con firmeza - Si alguna vez necesitas hablar o desahogarte, sabes dónde encontrarme.

Le agradecí su amabilidad con una sonrisa débil, sintiéndome reconfortado por su apoyo incondicional en medio de la tormenta emocional en la que me encontraba. Aunque el camino hacia adelante seguía siendo incierto, al menos sabía que no tendría que enfrentarlo solo.

Después de mi conversación con Pedri, me sentí un poco más ligero, como si un peso se hubiera levantado de mis hombros. Agradecí en silencio su comprensión y su apoyo, sabiendo que podía contar con él en los momentos difíciles.

Justo cuando estaba a punto de sumergirme en mis pensamientos una vez más, la voz de Sira rompió el silencio del salón.

- Ferran, ¿puedes venir un momento? - llamó desde la cocina, interrumpiendo mi reflexión.

Asentí con la cabeza y me puse de pie, siguiendo a Sira hacia la cocina donde Katya y ella estaban ocupadas probando los pasteles que habían traído. El delicioso aroma de los pasteles recién horneados llenaba la habitación, añadiendo un toque de dulzura al ambiente.

- ¿Qué tal si probamos este primero? - sugirió Katya, cortando una porción generosa del pastel de chocolate y frambuesa y colocándola en un plato.

Sira y yo asentimos con entusiasmo, esperando con ansias el primer bocado del delicioso postre. Mientras Katya nos servía, no pude evitar notar la mirada furtiva que intercambiaron Sira y ella, como si compartieran un secreto entre ellas.

- Mmm, esto está delicioso - comentó Sira después de probar una cucharada del pastel, su rostro estaba iluminado por una sonrisa de placer.

Katya asintió en acuerdo, complacida con nuestra reacción.

- Me alegra que os guste. Creo que este podría ser el pastel perfecto para vuestra boda.

Mientras compartíamos el postre y discutíamos los detalles finales de la boda, traté de mantenerme presente en el momento, disfrutando de la compañía de Sira y Katya. Aunque mi mente seguía plagada de dudas y preocupaciones, al menos por ahora podía encontrar un respiro en los buenos momentos con mis amigos.

𝐃𝐨𝐛𝐥𝐞 𝐕𝐢𝐝𝐚 || 𝐅𝐞𝐫𝐫𝐚𝐧 𝐓𝐨𝐫𝐫𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora