Aquí estoy otra vez, con este lapiz en la mano y esta libreta frente a mí, tratando de ordenar mis pensamientos en medio del caos que se ha apoderado de mi mente y mi corazón.
No puedo dejar de dar vueltas una y otra vez a lo que pasó. ¿Cómo pude haber sido tan ingenua? Creí en sus palabras, en sus promesas vacías, y ahora me encuentro aquí, tratando de recomponer los pedazos de mi corazón destrozado.
Siento como si estuviera atrapada en un torbellino de emociones contradictorias. Por un lado, todavía hay una chispa de esperanza, una voz en mi interior que susurra que tal vez las cosas puedan mejorar, que tal vez valga la pena seguir adelante.
Pero por otro lado, está el dolor. Un dolor tan profundo y agudo que a veces me resulta difícil respirar. El dolor de la traición, de sentirme usada y descartada como si fuera nada más que un juguete roto.
No puedo evitar preguntarme una y otra vez si esto es lo que realmente merezco. ¿Merezco ser tratada de esta manera? ¿Merezco vivir con este dolor en mi pecho cada vez que pienso en lo que pudo haber sido?
Es como si estuviera en una encrucijada, tratando de decidir entre aferrarme a la ilusión de lo que podría haber sido o enfrentar la cruda realidad de lo que realmente es. Es una batalla interna que a veces me deja exhausta y sin fuerzas para seguir adelante.
Pero sé que tengo que tomar una decisión. Tengo que elegirme a mí misma, priorizar mi propia felicidad y bienestar por encima de todo lo demás. No puedo seguir permitiendo que alguien más tenga el poder de destrozarme de esta manera.
Así que aquí estoy, escribiendo estas palabras como una especie de terapia, tratando de encontrar la claridad que tanto necesito en medio de este caos emocional. Porque al final del día, la única persona en la que realmente puedo confiar soy yo misma. Y es hora de empezar a amarme lo suficiente como para no volver a permitir que alguien más me lastime de esta manera.
¿Ella de verdad me amaba?
Ahora me doy cuenta que sus ojos ya no me miraban con ese brillo
Las notificaciones no dejan de llegar. Son tantos mensajes, tantas llamadas, que me hacen dudar si debo contestar o no. Tal vez si contesto, sea el inicio de algo nuevo. O tal vez sea el final definitivo de algo que ya terminó. Mi destino podría cambiar con una simple respuesta, pero solo puedo imaginarlo. La incertidumbre me consume mientras sigo debatiéndome en este dilema interno. ¿Es este el final o aún no ha llegado?
Respire un poco y susurre unas palabras...me duele que esto no sea un sueño del que podria despertarme y abrazarla, mirar sus ojos y besar su mano.
