Capítulo 26

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James es un chico sentimental, apegado a su trabajo y leal a las personas que quiere, al menos eso sentía yo. Aún así, creo que si llegásemos a alejarnos, yo sería el peor parado.

Mientras desayunábamos juntos, James me contaba lo difícil que le resultaba regañar a los compañeros; aunque eso era lo que conlleva ser un rango alto. A mi tampoco me gustaba, pero a él parecía asustarle que pensaran mal de él. Honestamente, si alguien quiere pensar que soy mala persona, me la suda., Aun así, trate de reconfortar, nadie pensaría así de él, James es de todo menos malo. Me está contagiando su bondad hasta a mi.

Cuando Conway me llamó para ir al hospital, James me llevó. Parecía preocupado, aunque no me preguntaba nada, sabía que no le diría nada, o quizás no quería arriesgarse a que lo hiciera. Tenía motivos para temer mi respuesta, todo se tornaba extraño cuando Conway me llamaba de esa manera. Apenas ayer terminé casi derramando lágrimas sobre su pecho luego de hablar con el viejo.

‘’Corazón, cuando termines de hablar con él… llámame y vendré a buscarte de inmediato. Te quiero, ten cuidado.’’ dijo, antes de besarme y alejarse segundos después de que bajé del auto, cuando Conway y Castro caminaban hacia mí.

Pase del auto de James al de Conway, él conducía, Castro iba de copiloto, y yo los escuchaba sermonear desde el asiento trasero. No les encantó la idea de saber que no estaba tomando las pastillas, aunque la verdad es que les tomó bastante más de lo que esperaba.

No se toma las pastillas desde hace mucho, los efectos secundarios 

— Me siento más fresco y trabajo más que nunca. Los efectos de las pastillas eran insoportables.

Llegamos a un parking, creo, al menos eso parecía. Ahí comenzaron a interrogarme ¿Hace cuánto no te tomas las pastillas? ¿Del uno al diez, cuanta ganas de matar gente tienes? Ese tipo de cosas, no podía ser más claro con sus sospechas.

— Y pogo está de puta madre, ¿no?
— No sé, mi comportamiento si que es de puta madre.
— ¿Te estás conteniendo?
— No puedo contener eso. 
— Te voy a enseñar lo que toca, nos vamos de fiesta. — Sacó sus eposas y las puso alrededor de mis muñecas.
— ¿En serio vamos a tener que ir hasta allá? — Castro habló, después de minutos de solo observar en silencio. Seguro me estaba analizando.
— Sí, vamos a ver si todo lo que le he enseñado sirvió para algo.
— No es necesario. — Insistí mientras me hacía caminar de vuelta al auto.

Me senté de nuevo en la parte de atrás, claramente incómodo al tener las manos esposadas en la espalda como si fuera un criminal. No había razón para tenerme de esta manera, si supieran lo fuerte que fui al negarme a la propuesta de Rogelio…

— El problema de tener la personalidad múltiple que tienes es que puedes andar con Pogo por ahí y no te vas a dar cuenta, tienes lagunas. — Continuó Castro.
— Yo estoy todo el día trabajando.
— Sí, sí. Y por eso hay un tío que está muerto con un puta bala de pistola reglamentaria.
— No sé de qué me hablas.

De verdad no estaba enterado, aunque la forma en que desvie la mirada hacia la ventana me haría sospechar hasta a mi. Pero yo no maté a nadie, no recientemente.

— ¿Lo hacemos a la antigua o políticamente correcto? — preguntó Conway.
— A ver, hay que ser correctos. — Respondió Castro. Ahora la conversación era entre ellos, conmigo como escucha.
— Entonces te vas a encargar tú, Castro.
— Yo ya hice mi trabajo y lo dejé nuevo, si no se toma las pastillas es tu culpa.
— Claro, tengo que estar todo el día detrás de este gilipollas. 
— ¿A mi qué me cuentas? Eres su tutor legal.
— Que yo no necesito que me esté vigilando este señor. — Dije, para defender mi individualidad.
— ¿Este señor? Te recuerdo que soy tu puto padre.
— Joder… — Que poca falta hacía recordarmelo…

Sacalo de los escombros - Gortabo. Gustabo×GordonWhere stories live. Discover now