(26 PARTE 2)

10 3 0
                                    

Hellen.

Entorné los ojos para que mi visión se agudizase. Percibí a Savannah caminando de lado a lado, siendo observada fijamente por todos los clientes. Percibí también a Jane atendiendo con el mismo uniforme que nosotras, caminando entre las mesas con tanta agilidad que realmente me hizo preguntarme si no llegó a hacerlo antes de que llegase Savannah.

          Me mantuve, al menos, la primera hora así. Ojeándolas a cada minuto y asegurándome de que todo fuese bien. Vigilando.

          Al menos, hasta que mis ojos se guiaron hacia otras direcciones. Hasta que mi visión, asustada, se centró en el resto de las trabajadoras.

          Iban igual vestidas, pero con enormes sonrisas en vez de miradas aterradas y cierto cansancio por las horas trabajadas. Savannah pareció percibir lo mismo que yo, pues en algún punto, se acercó a una de ellas y les preguntó su horario.

          «—Es un poco largo, pero nos pagan bien».

          Descubrí, en la segunda hora en el lugar, que las trabajadoras allí no estaban forzadas como en Nymph Paradise. Que ellas trabajaban allí por su propia decisión.

          Me mantuve pensando en eso, en si Arthur había recapacitado o en si no le había dado tiempo a obligar y aterrar a más mujeres.

          Pronto, dejé de pensar en cómo proteger a Savannah y a Jane y más en cómo sacarnos a las tres de allí sanas y salvas.

          «Sabes la única manera que hay, Hellen».

          Busqué alternativas.

          Caminé algo perdida hasta la barra, con cierto movimiento automático que conocía muy bien. Llegué hasta la barra con el cuerpo acostumbrado y pronuncié fríamente el pedido que me habían dado. Cuando recapacité en la mujer al otro lado, parpadeé varias veces.

          Tendría la edad de mi padre, quizás. De pelo rubio largo y algo enredado, con arrugas de expresión por toda su cara y una sonrisa dulce y llena de afecto a pesar del vacío triste en su mirada castaña.

          —Ahora mismo —pero no se movió. Se mantuvo en el lugar, ojeando mi rostro, mi postura, mis movimientos. Se detuvo en mi mirada algún que otro segundo más, y entonces pareció llegar a una conclusión ella sola, apretando los labios en el acto—. Eres Hellen, ¿verdad?

          Fruncí el ceño como respuesta.

          —Oh, cielo. Lo siento mucho —su cara se arrugó—.Al final te encontró.

          Negué levemente con la cabeza.

          —No te entiendo —mi voz sonaba poco confundida en comparación a lo poco que comprendía de aquella situación.

          —Soy June —sonrió de nuevo, añadiendo suavidad a la conversación. Inquieta, estiró el brazo hasta un trapo y comenzó a pasarlo por la barra con agilidad y destreza, como quien había hecho eso miles de veces. Finalmente suspiró—. June Harrison.

          Ahí parpadeé varias veces, retrocediendo algún que otro paso.

          —¿Harrison?

          Ella asintió con la firmeza de alguien que realmente ha dicho su apellido otras mil veces.

          Mi mirada se deslizó por su cuerpo hasta llegar a sus manos, en busca de algún indicio de matrimonio, pero no encontré nada. Y a pesar de la duda en mi mirada, ella no respondió a nada. De hecho, pareció sorprendida por mi confusión.

Tangible (libro #2) Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon