XI. Locrian | ⑱

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Ballard se encontraba reacio ante la idea dejar nuevamente a Locrian y a Primrose a cargo de la mansión, pero lamentablemente para él, no existía otra alternativa. Durante un día o dos debía hacer un viaje a Southamptom para resolver asuntos legales con unas plantaciones que le pertenecían a los Cruthadair.

Locrian rodaba los ojos al escuchar a Elliot repetir reglas exageradamente obvias, normas que planteaban escenarios imposibles como: "Está prohibido experimentar con cadáveres dentro de la mansión", "está prohibido también hacer carreras a caballo, o en carretas, o en un cerdo, o cualquier animal terrestre".

—Y, sobre todo, Locrian, está prohibido que vuelvas a traer a una persona a la mansión; sean cuales sean tus intenciones. Tampoco dejes a tu hermana sola para ir a fornicar como un gato en celo.

—Bien, ¿algo más? —preguntó el castaño.

—Usen la cabeza. Tú también, Primrose...

—Ten cuidado durante el día... —mencionó la rubia. El corazón se le comprimía cada vez que debía alejarse de él, pero intentó camuflar su angustia.

Era inevitable para Elliot tener un mal presentimiento. No lo tranquilizaba aquella mirada del gitano, la cual se mostraba encendida y desafiante, como si planeara una travesura o una sádica venganza. Suspiró, se deshizo de sus preocupaciones. ¿Qué podía salir mal en tan solo un día y una noche de ausencia?


Cuando él se fue, Locrian arrastró sus dedos por sobre el barniz de los muebles, las llamas de las velas oscilaban ante el felino paso del vampiro.

Primrose ocupó el asiento de Elliot, mordió por inercia una de sus uñas. La voz de su medio hermano la despertó de sus pensamientos.

—Ya no te aflijas, el grandulón sabe cuidarse —mencionó. Tomó asiento en el futón—. Es una de las pocas cosas que tengo en común con él.

—Me asusté más cuando fue a ver al clan subordinado, pero me crispa los nervios que deba viajar durante el día. ¿¡Y si el carruaje se vuelca?! ¿¡Y si lo abordan más vampiros?! ¿¡Y si...?!

Locrian la interrumpió al aparecer tras el sofá. Deslizó una de sus manos sobre el brazo de la joven, lo acarició suavemente hasta el hombro. Ella sintió un nuevo escalofrío, siempre percibía sus muslos apretarse cuando Locrian la rodeaba o se acercaba tanto, jamás podría acostumbrarse completamente a su presencia.

—Shhh. Nada de eso es real. ¿Por qué te preocupas por las posibilidades? Deberías prestar más atención al presente. ¿No lo crees? —Ella no podía verlo, pero una media sonrisa se desplegaba en el rostro del gitano.

Él se inclinó, y acercó su boca al oído de la joven.

—El presente es interesante. Ayer noté, por ejemplo, algo curioso... algo que no hubiese notado si mi naturaleza fuera la de vivir en mi imaginación o distraído.

Ella apretó los reposabrazos del sofá. El cosquilleo que le producía la respiración opuesta sobre su lóbulo era relajante y estremecedora a la vez.

—¿A-ayer?

—Oh, vamos. ¿No vas a decírmelo, palomita? ¿Me guardas secretos?

La mano del joven, con indiscreción, rozó el rostro de la dama. Ella trató de mantener la compostura, pero su entrepierna comenzó a reaccionar y a adquirir calor. Se sonrojó inevitablemente, tenía ganas de huir, y a la vez, quería sentir el aroma de Locrian más cerca.

—P-Por favor...

Él soltó una suave risa.

—¿Por favor? ¿Qué es lo que pides? ¿Que finja que no te vi besando a Elliot?

Corazón Vampiro 🫀 | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora