Capítulo 4

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Sentía mucho frío, aunque me encontraba cobijada era como si el aire helado entrará a través de la tela para finalmente atravesarme. Mire hacia la ventana con la brillante luna alumbrando y pensé en todo lo que hice hasta llegar allí. A ese instante, por más loco que se viera. Fallecí a una edad joven, apenas con 20 años, donde mis únicas opciones eran dejarme sucumbir por mi enfermedad o entregarle mi corazón a la persona que más ame para salvar su vida, o tendría el mismo destino que yo. Al final no podría huir de eso y solo me toco elegir, por supuesto no lamento la decisión que tomé, con tal de salvarlo, no me importo lo que me deparará a mí, lo amaba por sobre encima de muchas cosas y lo volvería hacer sin dudarlo. Un solo sueño fue al que entré una vez estuve en el quirófano, aun lo recuerdo vagamente. Las palabras suaves del doctor, la despedida silenciosa que le envié a mi hermanito, para luego entregarme a una luz llena de paz.

Fue ahí que morí. De eso estoy segura.

Fruncí mi pequeña frente y aparte la mirada para luego suspirar cansada, me di la vuelta y me incline hacia atrás, cayendo de ese modo de espaldas sobre mi cómodo futón con la manta aun rodeándome como un abrigo improvisado, mi peluca pelirroja quedó con varios mechones esparcidos por la almohada dejándome despeinada, pero no me importo. Mire al techo ligeramente iluminado por la luz de afuera e inconscientemente lleve mi mano derecha hacia mi pecho, en mi lado izquierdo, sintiéndolo claramente.

Mi corazón, latiendo constante y fuerte contra mis costillas y pulmones. Allí estaba. Respire, inhale y exhale el aire de mi alrededor... estoy respirando, siento como entra en mi cuerpo, estoy viva otra vez. No es ninguna alucinación, imposible. Aleje mi palma y la puse frente a mi cara, viéndola como si fuera la primera vez.

Es mi mano, mi piel... un cuerpo sano, uno nuevo. Pero no están las personas que quiero para tocarlos. Apreté mis dedos contra mi palma, volviéndola un puño y la baje a un costado mío. Ya no se encontraba Erick para abrazarlo, tomar su mano o acariciar su cabello... ya no más. Sentí mi pecho contraerse con dolor por el pensamiento, lo extrañaba a horrores, a mi niño, mi hermano que también fue como mi hijo. Mis ojos comenzaron a lagrimear y tragué hondo resistiendo las ganas de llorar, por estos momentos es que a veces desearía no recordar mi vida pasada, lo odiaba, porque sabía todo lo que tuve que dejar atrás y dolía un infierno, si aunque sea viviéramos en el mismo mundo podría buscarlo, sin embargo... ahora las mismas galaxias nos separaban, pero no será por mucho tiempo, lo sé, tengo fe de que volveré a verlo, no mañana ni al día siguiente pero si un día. Lo tenía de certeza porque confió en Dios. Al pensarlo una gran paz me recorrió e hizo desaparecer las lágrimas de las esquinas de mis ojos, mis iris brillaron y sonreí levemente, voltee ligeramente el rostro y observé a mi lado izquierdo a quienes Dios envió a que me acompañaran en esta extraña aventura. Mis nuevos hermanos. Me levanté hasta estar sentada y me acerque a ellos, estaban durmiendo plácidamente, después dirigí mi vista a mis pies, al cachorro de San Bernardo que salve antes, durmiendo también. Por ellos tres, y por mí, continuaría, dejando a Erick como promesa, el reencontrarnos en el más allá, una vez muera en mi vejez.

Aun si quería correr a los brazos de él, y eliminar esta enorme longitud que nos distanciaba, la vida era un regalo... y debía aprovecharla al 100%, tal vez Dios me envió con ese propósito... para que hiciera una vida hasta que mi cuerpo no pueda más. Sonreí con mis mejillas hechas hoyuelos y coloque mis manos sobre las pequeñas de ellos, tomándolas con suavidad. Mi amor por estos niños es tan grande como el que siento por Erick. Son mis hermanos, y los amo desde el segundo que me entere de su existencia, era algo natural que nacía en el corazón. Mi familia. No sé cuánto tiempo ha pasado en mi anterior mundo desde mi muerte, ni como estarán mi pequeño o Peter, solo rezaba que estuvieran bien y siguieran adelante, y si Dios me lo permite, el día que ya sea una anciana llena de canas y que mis pies ya no puedan andar, una vez haya culminado todas mis metas aquí y mi vida ya esté llegando a su fin, quiero verlos, reencontrarme con ellos y abrazarlos, presentarle a Erick a estos niños que serán sus hermanos, volver a ver a mamá Teresa y a papá Usui. Regresaré con ellos algún día, mi corazón me lo decía, pero eso sucedería en un futuro bastante lejano. Hasta entonces, debo continuar y disfrutar este camino loco y fantasioso que tengo delante.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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