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♡༒♛1. La copa del deseo♛༒♡

La sangre le salpicó en la cara a Ariadne. Afortunadamente, el velo negro evito que todos vieran su sobresalto. Su asco e inconformidad. Los labios le temblaron mientras apretaba la camándula de perlas negras que tenía entre los dedos.

Trató de apartar su rostro cuando vio a su hermano Apollonius levantar la cabeza de su contrincante chorreando sangre en la arena.

Su madre sin perder la compostura le tomó la mandíbula evitando que se girara por completo. La obligó a mirar. —¿Y tus modales? — masculló solo para ella apretando muy fuerte su mandíbula.

Le dio un beso en la mejilla para que pareciera que solo era una madre dedicada. Y lo era. Cuando Ariadne no la sacaba de quicio. Por supuesto.

Sus delgados y huesudos dedos le quitaron un mechon negro, oscuro de la cara y lo llevo detras de la oreja de su hija para admirarle el rostro tan parecido al de ella, aunque más joven. "Lleno de una inocencia estúpida" . Eso decía ella cuando hablaba de la juventud y la belleza de Ariadne.

— Alteza.

—No seas exagerada. Ariadne. ¿Qué deseas?

Esa mañana su madre estaba especialmente irritada con ella porque había optado por un atuendo negro. Y fue regañada cuando la vio llegar al coliseo. En Althea ese color era un mal augurio. Representaba la muerte.

Sin embargo, Ariadne pensaba que era precioso. Lo portaba con orgullo junto a su cabello que era un río nocturno de estrellas brillantes por las tiras de diamantes que tenían sus horquillas.

—¿Por qué tenemos que ver esta masacre? —. Giró su rostro para ver a su padre que estaba unos dos palcos más arriba que el de ellas.

Le parecía que al presenciar tanta crueldad ese vestido era muy adecuado para la ocasión. Ya que hasta su padre disfrutaba del grotesco espectáculo ella sintió que era su papel hacer de luto por los muertos que morían bajo las manos de Apollonius.

—Lo vas a soportar hasta el final. Además, tú has sido quien eligió ese color que solo va a coserte desde el interior.

—¡Qué estupidez! Es el color oficial de nuestra familia en Obelia.

—Esa boca... —La regañó.

Se echó contra el espaldar muy molesta y se cruzó de brazos. —Lo lamento —Se disculpó por su terquedad —¿Al menos puedo quitarme este velo? —Señaló el tul que tenían en sus cabezas, el culpable de subir la temperatura de sus cuerpos a grados mortales. —Me muero de calor —. Suplicó.

—La princesa favorita del emperador no debe mostrar su rostro a las gentes. —. Señalo a todos los que estaban en el panteón lanzando vitoreos. Personas del común que eran parte del pueblo. — No deben verte en un día como este. —La madre de Ariadne vio a las mujeres en las butacas inferiores con sus pezones visibles, sin pudor, sin algún escrúpulo. —Así evitaremos problemas.

Le dio algo de satisfacción tener la razón. Su hija rebelde debía aprender a hacerle caso y por eso, la dejó sufrir. Al menos, un rato.

—Ya... pronto terminara —. Suspiró. —Te lo prometo. Su majestad querrá ir a divertirse en el banquete de la mayoría de edad de tu hermano Apollonius y seremos libres de irnos a nuestro palacio.

—El banquete...¿Tal vez, eso sería más divertido?

—Ariadne...el banquete de laureles es solo para hombres.

Fue lo mismo en la mayoría de edad del príncipe Athanasius. Pero en ese tiempo no tenía que usar ningún velo.

—Madre...¿Por qué no se nos permite ir al banquete de laureles...Quiero decir, muchas mujeres van... entonces ¿Por qué me dices que es solo para hombres?

Una Jaula de sangre DoradaWhere stories live. Discover now