Selena quiere cumplir su sueño siendo la protagonista de la nueva película Zombies 4, pero la vida le pone algún que otro obstáculo de por medio, entre ellos puede que él amor.
Salimos del hotel y estuvimos deambulando por la ciudad un rato.
Malachi me hizo subir una cuesta enorme que en la cima tenía un descampado con unas vistas maravillosas.
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Una vez sentados estuvimos en un completo silencio pero no incómodo, sino de paz.
- Me gusta esto, gracias por traerme - Le agradecí.
- Quería hacerlo, además disfruto el tiempo contigo - Dijo fijando su mirada en mi.
Sinceramente no creía que estuviera aquí con Malachi, el chico que empezó odiándome y que estaba con todas diciéndome esto.
Me parecía bastante raro pero quería y debía confiar en él.
- Me encantas - Le susurré al oído.
- No me digas esas cosas Selena - Contestó él.
- ¿Por? - Pregunté intrigada.
- Porque no me contengo - Siguió diciendo acercándose poco a poco a mi.
- Nadie te ha dicho que te contengas - Dije con una sonrisa.
Me acerqué un poco a él hasta que nuestras miradas se encontraban tan cerca que chocabamos frente con frente y podíamos sentir la respiración agitada el uno del otro.
Entonces Malachi giró la cabeza poniendo su mano en mi cara y me dió un beso lento pero con sentimiento, que acabó con una sonrisa.
- Wow - Dije yo a lo que Malachi simplemente se rió y siguió besándome.
Poco a poco los besos se fueron intensificando y cada vez mi respiración se volvía más agitada.
Me senté encima de él acariciandole el pelo por el cuello y dándole algunos besos en el cuello mientras que el también me los daba a mi.
Finalmente nos dimos cuenta de lo tarde que se nos estaba haciendo y volvimos juntos al hotel.
- Buenas noches, descansa - Me dijo Malachi dándome un beso largo frente a la puerta 13.
- Igualmente - Contesté alejándome hasta mi cuarto poco a poco.
Una vez llegué me tiré en la cama y empecé a recapacitar todo lo ocurrido en una sola noche.
No podía parar de pensar en su mirada, en su pelo, en su sonrisa y en como me besó.
Sentí como nuestras almas se fundían en una y que nuestros labios encajaban a la perfección.
Me quedé dormida y cuando me desperté a la mañana siguiente y me ví el cuello en el espejo no lo podía creer, tenía un chupetón de anoche.
Por suerte con un poco de corrector lo pude solucionar pero no quería ni saber que escusa pondría Malachi porque seguro que no se la creerá nadie.
