C10: Manera de castigar

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Katsuki tenía un problema.

Sabía lo difícil que era tener y criar hijos, era consciente que no los quería, pero ahora ya los tenía. Solo uno, solamente tenía un niño, su copia idéntica en cuerpo y malicia. Su único hijo, Katsuo, —demonio enano— era la encarnación de una bola de energía que amenazaba con correr por la pared, matarlo de un infarto y dejarlo con canas antes de llegar a los treinta.

Pero el inquieto niño no era su principal problema, ¿Entonces, cuál era su maldito problema? No era una cosa, un lugar o algún animal, era Shōto. ¡Joder, Shōto se imponía entre su camino cada que su esperma andante hacia una travesura!

Shōto lloraba —se quejaba y se ponía delante del pequeño cenizo que le sacaba la lengua con arrogancia, protegiéndolo con fiereza—, apelaba a su discurso de que la violencia no era la solución y permitía que el niño escapará a otro lugar. Ambos discutían y, de alguna forma misteriosa y ridícula, él terminaba durmiendo en el frío sofá cuando era un inocente mientras que Katsuo dormía abrazando a Shōto y lleno de mimos. ¡Qué cosa más ridícula!

No es cómo si fuera una bestia salvaje que golpeará a palos a su hijo, Katsuki no era eso. Aunque, a pesar de todo, entendía el miedo de Shōto. Shōto tuvo un padre demasiado despreciable para Katsuki, alguien que hizo llorar a un infante hasta que su tierno cuerpo no resistiera y tuviera que vomitar a causa de los infernales entrenamientos, exigiendo que se levantará y generará demasiados miedos junto a los traumas familiares. Pero Katsuki no era un Endeavor malo. Lo máximo que haría sería darle unas nalgadas a su malcriado niño, Shōto sabía eso e igualmente desconfiaba de él.

Bufó y refunfuñó abiertamente todos sus pensamientos, pateando las sábanas delgadas y mordiendo los cojines con rabia. Estaba harto. No iba a terminar con su pareja, pero encontrará una solución, cueste lo que cueste.

Y así lo hizo. Seguramente las personas con lazos llenos de amor y confianza como Deku, hablarán abiertamente sobre sus problemas con su familia y todo estaría solucionado como un jodido cuento de hadas; pero Katsuki no es así.

—Halfie, Pulga, —señaló a ambos hombrecitos que estaban arrodillados frente a él— estoy harto. ¡Es el jarrón veinte que rompen cuando no estoy, demonios!

—Fue un accidente —excusa Shōto, desviando la mirada ya que esta vez Bakugou sí se enojó—, se puede comprar otro o reemplazarlo por algo…

—Cierra el hocico —dice en un gruñido. Bakugou tiene un largo sermón atorado en la boca, quiere gritar y explotar, pero se jala su cabellos rubios y finalmente suelta un largo suspiro—. Shōto, ven.

El medio albino vacila, levanta la busca y ve el rostro serio de Katsuki. Shōto a pesar de tener poco conocimiento social, sabe que Bakugou serio y enojado significa peligro. Duda, mira nuevamente a Katsuki y nuevamente duda. Tan precavido como un gato que sabe que lo van a castigar.

—Joder, Shōto, ven —ordena Bakugou y su voz ronca y áspera está más claro de lo normal. Katsuki palmea su regazo, señalando que se coloque encima de su muslo.

Shōto suspira largamente y obedece. Es vergonzoso, especialmente cuando tiene un espectador tan pequeño mirándolo con los ojitos rojos llenos de inocencia.

—¿Qué vas a hacer…? —susurra su pregunta y antes de terminar de hablar, Bakugou maniobra y voltea su cuerpo. Shōto jadea de sorpresa.

—Katsuo —Bakugou llama y el niño de seis años, quien se mantuvo en silencio, raramente obediente, se estremece—. Shōto no tendió su cama, dejó los zapatos tirados en el suelo, no limpió su cuarto, corrió por toda la casa y pintó las paredes, ¿verdad?

—Papi, nunca hace eso…

—Siempre asume la culpa, así que sí lo hizo —dice con un tono amenazante, coloca su mano en el muslo interno de Shōto y sonríe—. Siempre se le dice que no lo haga y como tiene todo, ya no le duele que le quiten su juguete favorito. Shōto hace berrinches si quiere algo, grita y es un completo niño malcriado, ¿no?

El niño asiente, dudando.

—Kats…

Shōto siente la mano de Katsuki recorrer su muslo hasta tocar la curvatura del trasero, deslizando por la espalda baja y comenzando a colocar sus dedos debajo del elástico de la ropa interior. Intuye lo que Katsuki piensa hacer y se remueve, pero no lo dejan escapar.

—Shōto es un niño muy malo, merece un castigo —vocifera Katsuki. Baja los pantalones de Shōto y con el trasero al aire, Shōto estira sus manos para escapar pero una nalgada furiosa lo detiene— ¡Malo, malo, malo!

Una nalgada y otra, y otra más, más y más.

[...]

Después de lo ocurrido, Shōto tiene el trasero rojo, con marcas moradas y un cosquilleo ardiente, la carne tersa está totalmente dolorida y entumecida. El rostro tiene rastros de lágrimas y el rosado de sus mejillas no desaparece, pero finalmente se ha llegado a un acuerdo con Katsuki.

Quizás se podría decir que todo ha sido solucionado, que Shōto necesitaba una regañada para entender o alguna cosa de adultos que Katsuo no llegaba a entender; pero, una cosa es segura, Katsuo lo pensará dos veces antes de volver a desafiar a su padre.

Estantería de Drabble's |BKTD/ TDBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora