CAPÍTULO 04

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Vamos a ser honestos

Era tarde cuando Brooke pasó por el café de Karen, si de algo estaba segura es que, aún con lo poco que tenía en el estómago, no sentía hambre en absoluto. Sus pies la arrastraron hacia allí por inercia. Estaba repleto, desde el frente en la acera todavía podía ver a la gente luciendo tranquila disfrutando de una charla amena, mientras ella era miserable. Y, ¡Maldita sea! Lo odiaba.

No quería ver a Karen, no quería, ni debería estar ahí porque Lucas entraría en escena en cualquier momento. Por otro lado, estaría negándose a sí misma el placer de sentir un poco de la calidez que no encontró en casa de sus padres. Solo añoraba un rincón que la hiciera sentir cómoda para permitirse lamentarse en silencio.

Respiró hondo, el frío parecía colarse a través de su chaqueta y remeció sus mechones húmedos haciendo que chocaran contra sus mejillas pálidas. Se sentía como un cachorro abandonado bajo la lluvia y esa ya era una imagen bastante mala.

Deseó un millón de veces que no existiera esa campanilla en la entrada, así entonces nadie habría volteado a ver de quién se trataba cuando ella atravesó el café. Sus ojos fueron a parar al lugar donde estaba la caja registradora, descubrió que Haley no estaba y era posible que su turno hubiera terminado hace un par de horas si contaba con que se había pasado de las nueve. En su lugar, era Karen quien estaba ahí.

Al instante reconsideró largarse tan rápido como sus pies se lo permitieran, pero los traidores no parecían obedecer. Se sintió como Peyton, en todo el mal sentido de la palabra. Era ese complejo de mártir suyo.

—¡Brooke!

Karen le sonrió y salió de detrás del mostrador. Si la tierra se abriera en ese instante no se quejaría; rogaba por desaparecer de repente o ser invisible, y Dios sabía cuánto odiaba que la ignoren, pero circunstancias desesperadas requerían medidas desesperadas.

—Cariño, no te he visto en días. Luke apenas pasa tiempo en casa y no tuve oportunidad de preguntarle sobre ti, ¿Cómo estás? ¡Oh, déjame traerte algo de cenar! Es algo tarde, ¿Has cenado ya? Por Dios—rió—¿Qué pregunta es esa? ¿Qué quieres comer?

—No tendrías que molestarte, Karen, agua estará bien...

La enorme sonrisa de Karen decayó tremendamente al estudiar a Brooke de cerca, ella sabía que estaba haciendo eso, tenía esa mirada de madre preocupada. Karen siempre había sido franca con su sentir y su interés era genuino, casi podía palparlo, si eso tan siquiera fuera posible.

Hace poco más de una semana ella y Lucas lo habían dejado, ¿Cómo era posible que la madre de su ex novio no lo supiera? Lo último que quería ahora era una charla cargada de mierda compasiva, pero ella tenía esos grandes ojos inquisitivos y acuosos que le causaron culpa, y antes de pensar en mandar todo al demonio y dar media vuelta, hizo el intento de sonreír.

—¿Estás bien? ¿Estás enferma? Luces...—colocó una mano en su frente y luego en su mejilla, la otra mano sostenía la suya—. Santo cielo, Brooke, estás helada.

—No traje mi auto, la lluvia me anda tomando por sorpresa últimamente y he tenido ganas de caminar...Creo que ha sido un poco irresponsable salir sin un paraguas.

—Te traeré un té.

—¿Un té? ¿Qué somos? ¿Británicos?—elevó una ceja, intentando parecer despreocupada.

—De naranja.

—Entonces sí.

—Por favor toma asiento. La gente se irá pronto, ya sabes, cerramos en un rato.

Encontró una mesa vacía en una esquina. Perfecta, sin demasiada luz, lejos de las posibles miradas curiosas. Para su mala suerte, estaba algo lejos de la puerta.

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