Cuando llega la adversidad y el obstáculo a tu vida, tienes dos opciones, negarte y seguir pensando esa terca percepción que el universo te está diciendo que cambies, o resignarte y dar el paso siguiente. Admitir tu error.
Muchas veces, al otro lad...
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- ¡Por favor, por favor! ¡No vayas, por favor!
- Zenko, entiende - decía su hermano mayor - A mí tampoco me gusta, pero es lo que tengo que hacer. La Asociación me lo pidió, y si no voy, seré despedido sin importar qué.
- ¡No importa! ¡Que te despidan y luego vean lo valioso que eres para que vuelvan a contratarte!
- Dudo que eso suceda.
- ¡Hermano, eres el más fuerte, cuídame, testarudo, cuídame!
Pero él cogió las manos que le halaban el vestido y las sostuvo mientras la miraba a los ojos. La cortina con la ventana abierta se movió un par de veces con calma y dejaba entrar el sol. Esos segundos de paz eran los que necesitaba para organizar sus ideas y explicarle bien por qué era imprescindible que fuera.
- Zenko. Sé que estás preocupada, pero tú no estás en peligro - "¿verdad?" se dijo, y continuó - sin embargo, hay gente que está sufriendo, y necesito salvarlos, y demostrarles a esos ineptos de la Asociacion quién soy realmente. Si no voy, no podré y quedaré como un payaso. ¿Entiendes?
- ¡No, no entiendo! ¡No quiero entender! ¡Quiero que te quedes!
- Zenko, es por el bien de todos. Por favor, trata de comprenderme. Es necesario.
Ella frunció el ceño, mirando al suelo y cruzando los brazos. Su eterna lucha contra la realidad no había rendido frutos y estaba enfrentando la primera de muchas veces en su vida donde estaría el recordatorio de que, a veces, es necesario resignarse y no se puede hacer absolutamente nada frente a esas situaciones.
La primera vez, sin embargo, siempre es chocante, y para ella lo era aún más, sabiendo que viviría sin su hermano por un largo tiempo.
- Contrataré a una niñera ¿te parece? Va a ser tan buena como yo...¡suéltame!
- ¡Hermano! ¡Por favor, hermano! ¡Quédate! - con estas palabras las primeras lágrimas salían de sus ojos.
- Zenko, por favor, no hagas esto más difícil.
Con esa frase, lo entendió finalmente. Se lanzó al suelo a llorar, con las manos sueltas y tiradas en el piso y sentada, mientras derramaba a las señoras de la tristeza por toda su bella cara, tratando de explotar esa presión que sentía en su interior y que le parecía tan insoportablemente intensa.
Metal Bat se acercó y le dio un beso en la frente, despidiéndose finalmente de ella. Era tan difícil, pero no había de otra. Tendría que dejarla a merced de la niñera por un buen tiempo, o si no, todos estaría en peligro. Cada paso era molesto, y su ida resulto abrumadora, pero en cuanto llegó a la Asociación para que se le dieran las indicaciones necesarias, ya no se sentía de esa forma.
Una extraña confianza surgió en su ser, y le hizo regocijarse. Ella estaría bien. Lo sabía.
Al llegar, los vio a todos, y de nuevo, a ese hombre clase-B.