Capítulo 3 - La boca del lobo

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 - ¡Por favor, por favor! ¡No vayas, por favor! 

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 - ¡Por favor, por favor! ¡No vayas, por favor! 

 - Zenko, entiende - decía su hermano mayor - A mí tampoco me gusta, pero es lo que tengo que hacer. La Asociación me lo pidió, y si no voy, seré despedido sin importar qué. 

 - ¡No importa! ¡Que te despidan y luego vean lo valioso que eres para que vuelvan a contratarte!

 - Dudo que eso suceda. 

 - ¡Hermano, eres el más fuerte, cuídame, testarudo, cuídame! 

Pero él cogió las manos que le halaban el vestido y las sostuvo mientras la miraba a los ojos. La cortina con la ventana abierta se movió un par de veces con calma y dejaba entrar el sol. Esos segundos de paz eran los que necesitaba para organizar sus ideas y explicarle bien por qué era imprescindible que fuera. 

 - Zenko. Sé que estás preocupada, pero tú no estás en peligro - "¿verdad?" se dijo, y continuó - sin embargo, hay gente que está sufriendo, y necesito salvarlos, y demostrarles a esos ineptos de la Asociacion quién soy realmente. Si no voy, no podré y quedaré como un payaso. ¿Entiendes? 

 - ¡No, no entiendo! ¡No quiero entender! ¡Quiero que te quedes! 

 - Zenko, es por el bien de todos. Por favor, trata de comprenderme. Es necesario. 

Ella frunció el ceño, mirando al suelo y cruzando los brazos. Su eterna lucha contra la realidad no había rendido frutos y estaba enfrentando la primera de muchas veces en su vida donde estaría el recordatorio de que, a veces, es necesario resignarse y no se puede hacer absolutamente nada frente a esas situaciones. 

La primera vez, sin embargo, siempre es chocante, y para ella lo era aún más, sabiendo que viviría sin su hermano por un largo tiempo. 

 - Contrataré a una niñera ¿te parece? Va a ser tan buena como yo...¡suéltame! 

 - ¡Hermano! ¡Por favor, hermano! ¡Quédate! - con estas palabras las primeras lágrimas salían de sus ojos. 

 - Zenko, por favor, no hagas esto más difícil. 

Con esa frase, lo entendió finalmente. Se lanzó al suelo a llorar, con las manos sueltas y tiradas en el piso y sentada, mientras derramaba a las señoras de la tristeza por toda su bella cara, tratando de explotar esa presión que sentía en su interior y que le parecía tan insoportablemente intensa. 

Metal Bat se acercó y le dio un beso en la frente, despidiéndose finalmente de ella. Era tan difícil, pero no había de otra. Tendría que dejarla a merced de la niñera por un buen tiempo, o si no, todos estaría en peligro. Cada paso era molesto, y su ida resulto abrumadora, pero en cuanto llegó a la Asociación para que se le dieran las indicaciones necesarias, ya no se sentía de esa forma. 

Una extraña confianza surgió en su ser, y le hizo regocijarse. Ella estaría bien. Lo sabía. 

Al llegar, los vio a todos, y de nuevo, a ese hombre clase-B. 

Mi princesa furiosa (SaiTatsu)Where stories live. Discover now